La semana ‘horribilis’ de Pablo Casado
Ciudadanos capitaliza las reclamaciones del PP y el Gobierno de Díaz Ayuso, al que el líder popular ponía de ejemplo, registra la primera dimisión de la epidemia
Pablo Casado arrancó la semana el lunes con un órdago. Apostó todo al rechazo de la prórroga del estado de alarma — “No tiene sentido”, dijo— y cuando llegó el día de la votación, el miércoles, perdió la jugada, de la que ni siquiera formaba ya parte: la opinión del partido que gobernó España 15 años, primera fuerza de la oposición, era, aquel día, irrelevante. Votaran lo que votaran sus 89 diputados, la prórroga estaba garantizada con el apoyo de otros grupos parl...
Pablo Casado arrancó la semana el lunes con un órdago. Apostó todo al rechazo de la prórroga del estado de alarma — “No tiene sentido”, dijo— y cuando llegó el día de la votación, el miércoles, perdió la jugada, de la que ni siquiera formaba ya parte: la opinión del partido que gobernó España 15 años, primera fuerza de la oposición, era, aquel día, irrelevante. Votaran lo que votaran sus 89 diputados, la prórroga estaba garantizada con el apoyo de otros grupos parlamentarios.
Esa mañana, barones del PP habían dejado expuesto a su líder. Tras criticar el estado de alarma el domingo, después de la conferencia de presidentes autonómicos con Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo reveló el martes que había hablado directamente con la vicepresidenta Carmen Calvo. “El Gobierno necesita tiempo”, dijo entonces. Al frente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, veía el domingo “razonable” prorrogar el estado de alarma hasta finales de mayo. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, lanzó mensajes contradictorios. Por un lado se mostró abierta a 15 días más de prórroga. Por otro, dijo: “Todos los días hay atropellos y no por eso prohibimos los coches”.
Para entonces, el día de la votación de la prórroga, los juristas, como recordó Luis Herrero en la radio de Federico Jiménez Losantos al secretario general del PP, Teodoro García Egea, ya habían advertido que no existen mecanismos alternativos que garanticen la restricción de movimientos como permite el estado de alarma.
Casado ya había comunicado el lunes en conversación telefónica con Pedro Sánchez que no apoyaba la nueva prórroga. Al día siguiente, García Egea, con varios barones populares ya desmarcándose del no, declaró que había “tiempo para negociar”, pero el PP se desvinculó totalmente del proceso de enmiendas y no presentó ninguna propuesta de resolución para su votación en el Congreso. Sí se beneficiará, no obstante, de la que presentó el PNV para permitir la celebración de elecciones durante el estado de alarma. Feijóo había incluido en el decreto en el que suspendió los comicios autonómicos, previstos, como los vascos, para el pasado 5 de abril, una cláusula que impedía celebrarlas mientras estuviera vigente esa figura constitucional.
“Nos quedamos absolutamente descolocados en la votación”, lamenta un miembro de la dirección del PP. “El pacto de Arrimadas con Sánchez nos descolocó a todos y ella ha logrado capitalizar lo que nosotros pedíamos, desvincular las ayudas de los ERTE del estado de alarma”, añade. El Gobierno, la patronal y los sindicatos llevaban semanas negociando la manera de mantener las ayudas vinculadas a los ERTE durante la desescalada. Cs se apuntó el tanto y rentabilizó por primera vez desde el batacazo electoral los diez escuálidos escaños que provocaron la dimisión de su anterior presidente, Albert Rivera.
“Nosotros somos un partido de gobierno, no podemos actuar a golpe de impulso, pero es cierto que el pacto nos ha desdibujado. Y esperemos, como dice Arrimadas, que sea algo puntual y no vayan más allá las negociaciones con el PSOE porque a Ciudadanos también le puede interesar explorar esa vía para restar apoyos a su rival natural, nosotros”, analizan fuentes de la dirección del PP.
Con el partido tocado por el triunfo del Ejecutivo en la votación del miércoles, estalló la crisis en la joya de la corona de los pactos autonómicos, el escaparate de poder del PP, la Comunidad de Madrid, a la que Casado presentaba como ejemplo de gestión y de alternativa de gobierno. La dimisión de la directora general de Salud Pública en pleno proceso para solicitar o no el cambio de fase era lo bastante elocuente. El consejero de Sanidad de la Comunidad, del PP, tampoco era partidario de dar ese paso. En contra de su criterio, el Ejecutivo autónomo presentó, fuera de plazo, la petición para avanzar en la desescalada. Barones populares con muchos menos contagios que Madrid en sus comunidades evitaron respaldar públicamente a Ayuso, cuya elección como candidata a la Comunidad ya fue en su día uno de los nombramientos más cuestionados internamente al carecer de experiencia de gestión. El Gobierno rechazó la petición y fuera de Madrid —“Lo que sea con tal de empobrecernos”, declaró la diputada en la Asamblea Almudena Negro— cuesta encontrar voces en el PP que hayan criticado ese rechazo del Ejecutivo central al cambio de fase en la Comunidad. Paralelamente, los populares perdían otra de sus ideas fuerza para desgastar al Gobierno, la compra de material defectuoso, ya que los proveedores también suministraron a la Administración madrileña test que no son fiables.
La desescalada, en la que son las autonomías las que solicitan el cambio de fase, permite al Gobierno mutualizar errores. El PSOE aprovecha la guerra en la coalición de PP y Cs en Madrid para ofrecer pactos al partido de Arrimadas y Vox presiona a los populares asegurando que han escogido como “socio preferente” a una formación “entregada a la izquierda”. Si el partido de extrema derecha presenta, como anunció, una moción de censura, complicará aún más la postura de un Casado que hace una semana, aupado por las encuestas en Madrid se había lanzado a una precampaña electoral y ahora aparece desdibujado en el tablero político.
El PP se apunta el decreto de luto nacional
Pablo Casado no responde preguntas en rueda de prensa desde el pasado 20 de abril y prácticamente a diario envía declaraciones enlatadas con sus críticas al Ejecutivo. Este sábado hizo lo mismo el secretario general del PP, Teodoro García Egea, quien defendió la gestión de Díaz Ayuso y se apuntó como un triunfo del partido que el Ejecutivo decrete el luto nacional. “Al fin el Gobierno se ha enterado de que las familias que han perdido a un familiar como consecuencia de la pandemia merecen que nos acordemos de ellos todos los días. Es incomprensible que se haya tardado tanto, pero la presión continua de Pablo Casado le ha obligado a rectificar”, dijo. La ministra portavoz, María Jesús Montero, ya había asegurado hace semanas que se homenajearía a las víctimas cuando pasara lo peor de la epidemia.
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