El virus del coronavirus coloniza la política

La epidemia condiciona todas las facetas de la vida cotidiana mientras algunos representantes públicos alimentan la crispación previa a la crisis

Meritxell Batet, presidenta del Congreso, explica el pasado jueves las medidas adoptadas por la Cámara.Samuel Sanchez (EL PAÍS)
Madrid -

En apenas una semana el coronavirus ha colonizado todas las facetas de la vida cotidiana. Casi nadie habla de otra cosa, porque todo está condicionado por la necesidad de contener la epidemia. Los asuntos que hace solo unos días acaparaban la atención, como el independentismo en Cataluña, han sido relegados a un último plano. Mientras, la clase política afronta el desafío en un clima de enfrentamiento demasiado parecido al de los momentos previos al estallido de la crisis. Así ha sido la evolución de las declaraciones de ...

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En apenas una semana el coronavirus ha colonizado todas las facetas de la vida cotidiana. Casi nadie habla de otra cosa, porque todo está condicionado por la necesidad de contener la epidemia. Los asuntos que hace solo unos días acaparaban la atención, como el independentismo en Cataluña, han sido relegados a un último plano. Mientras, la clase política afronta el desafío en un clima de enfrentamiento demasiado parecido al de los momentos previos al estallido de la crisis. Así ha sido la evolución de las declaraciones de los representantes públicos mientras se suspendían clases, juicios y oposiciones y se cerraban bares, museos y grandes superficies.

La primera fase: subestimar el riesgo. Hace justo una semana que decenas de miles de personas salieron a la calle para manifestarse por el Día de la Mujer. Menos de 24 horas después, Madrid y Vitoria suspendieron las clases y las autoridades recomendaron evitar reuniones. Ese fin de semana hubo otras aglomeraciones en encuentros deportivos o musicales, pero la asistencia a las marchas del 8-M había sido alentada por el Gobierno. Varios ministros, así como dirigentes de la oposición, participaron en la misma pese a que, como se supo después, la Agencia de Salud Pública europea había aconsejado a las autoridades de los países con contagios locales que llamaran a evitar actos multitudinarios. Ese mismo domingo se celebró también el mitin de Vox en Vistalegre, con más de 9.000 asistentes. Desde entonces han dado positivo por coronavirus las ministras Irene Montero y Carolina Darias, así como Santiago Abascal, presidente de Vox, y Javier Ortega Smith, que acudió con síntomas al mitin.

Segunda fase. Agenda propia. La clase política arrancó la semana manteniendo su agenda propia. El líder del PP, Pablo Casado, presentó ante los medios, sin haber contactado antes con el Gobierno, un “plan de choque” contra el coronavirus que incluía la reclamación de recuperar la reforma laboral del Ejecutivo de Mariano Rajoy. Dijo que la situación era “bastante crítica” y que el Gobierno no reaccionaba. Era lunes. A partir de ese momento, Casado ha comparecido cada vez que lo ha hecho Pedro Sánchez para criticar su gestión —llegó a acusarle de “parapetarse en la ciencia”— aunque apoye las medidas tomadas. Este sábado, el secretario general, Teodoro García Egea, llamó “incapaces ante una crisis gravísima” a los miembros del Gobierno, después de que el vicepresidente Pablo Iglesias se hubiera saltado la cuarentena para acudir a la reunión y Casado fue más lejos, al acusar directamente al presidente del Gobierno de propagar el virus con su gestión. El PP también se opuso esta semana a la decisión de paralizar la actividad parlamentaria pese a los primeros positivos entre diputados y dedicó decenas de mensajes en redes sociales a criticar la cobertura de RTVE. Ciudadanos, por su parte, ofreció su apoyo a unos “presupuestos de emergencia nacional” por el coronavirus y el Gobierno se apresuró a vincular la aprobación de las cuentas públicas al combate de la enfermedad, cuando existen otros mecanismos mucho más ágiles para aprobar medidas.

El martes, es decir, al día siguiente de decretarse el cierre de colegios y universidades en Madrid y Vitoria, además de desaconsejar reuniones, el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, explicó que cuando el presidente del Gobierno le llamó “por lo del coronavirus”, él le habló de la necesidad de celebrar la siguiente reunión de la mesa bilateral de diálogo la semana siguiente. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, también insistió en celebrarla, aun de forma telemática. Finalmente, el viernes, acordaron aplazarla hasta que “la situación sanitaria” esté “en otra fase”.

En todo caso, Torra informó este sábado —con más de 6.200 infectados y 189 muertos en toda España— de que había llamado al lehendakari, Iñigo Urkullu para transmitirle su preocupación por el hecho de que “el Gobierno español confisque” sus “competencias en salud, seguridad y transporte”. El líder de Vox, Santiago Abascal, pidió que los arrestaran. “Habrá que detenerlos a los dos. Y suspender esas autonomías por completo”, señaló en Twitter.

Y la crisis acaba de empezar.


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