Joyas para promover la diversidad y cuestionar el colonialismo
La diseñadora ghanesa Emefa Cole es la primera Conservadora de Joyería de la Diáspora del Museo Victoria and Albert de Londres, un puesto creado para que la colección de esta institución sea más representativa y, además, fomentar el debate alrededor de su pasado colonial
Emefa Cole recuerda la primera joya que compró. En el mercado nocturno de Sunyani, en el centro-oeste de Ghana, donde creció; en un conjunto caleidoscópico de puestos cubiertos por frágiles sombrillas descoloridas, entre el olor a carbón de barbacoas improvisadas. “Todavía tengo el vivo recuerdo del par de pendientes de gemas rojas”, rememora. “Fueron los primeros. Creo que posiblemente sea la razón por la que los rubíes son mi piedra favorita”, concluye la creadora de joyas.
Cuatro décadas después, Cole se embarca en un nuevo proyecto como Conservadora de Joyas de la Diáspora en el pre...
Emefa Cole recuerda la primera joya que compró. En el mercado nocturno de Sunyani, en el centro-oeste de Ghana, donde creció; en un conjunto caleidoscópico de puestos cubiertos por frágiles sombrillas descoloridas, entre el olor a carbón de barbacoas improvisadas. “Todavía tengo el vivo recuerdo del par de pendientes de gemas rojas”, rememora. “Fueron los primeros. Creo que posiblemente sea la razón por la que los rubíes son mi piedra favorita”, concluye la creadora de joyas.
Cuatro décadas después, Cole se embarca en un nuevo proyecto como Conservadora de Joyas de la Diáspora en el prestigioso Museo Victoria and Albert de Londres. Habla en su estudio de Farringdon, donde se encuentra el elitista barrio de Hatton Garden, centro de la industria joyera londinense desde hace siglos.
A pesar de ser una de las nuevas caras del Victoria and Albert, una prolífica institución de arte y diseño, confiesa ser introvertida. Hoy trabaja sola en el estudio, el lugar donde, admite, se siente más feliz. “Me gusta trabajar en soledad la mayor parte del tiempo”, afirma. “Cuando hay distracciones, mi forma de pensar se ve afectada. En cambio, cuando estoy sola, sumida en mis pensamientos, en mi mundo, puedo perderme”. De vez en cuando sí deja entrar a alguien en su estudio: al rapero Kendrick Lamar. “Le escucho mientras trabajo. Su capacidad para contar historias, la forma en que pinta un cuadro con palabras, es inspiradora. Como alguien que crea para vivir, escuchar algo súpercreativo me ayuda a transportarme a un mundo totalmente distinto”.
Cole nació en Ghana en 1979 y se mudó a Londres con 12 años, con una familia numerosa (“mis padres no eran creativos, pero mi abuelo tenía muy buen ojo para el diseño y para fabricar objetos”). Tras encontrar por casualidad un anuncio en la revista Floodlight de un curso nocturno de joyería de 10 semanas en la Universidad de Guildhall de Londres, se matriculó y eso le cambió la vida. De aquellas clases nocturnas recuerda que “no estaban tan mal”, aunque luego se inscribió a tiempo completo en un curso universitario que realizó a la vez que era madre primeriza: “No tenía miedo. Simplemente decidí que iría a por ello”.
Las joyas ocupan un lugar intrínseco en la cultura africana, y en especial en la ghanesa, explica. Sin embargo, aún era una principiante: “Hasta entonces no había hecho nada aparte de abalorios trenzados, que es algo bastante normal cuando eres una niña ghanesa”, dice. “Llevábamos mucha bisutería corporal: pulseras, tobilleras y abalorios para la cintura, que sigo llevando ahora”.
Cole se inspira en Ghana, “la tierra del oro”, y en su folclore para diseñar sus joyas. “Las historias de África Occidental son muy ricas en imaginación y fantasía”, dice. Los colgantes de monedas que crea nacen de antiguas historias de reyes malienses; los brazaletes sencillos de oro amarillo tienen forma de magma fundido solidificado, que gotea del brazo de quien los lleva. “Cuando llueve mucho, como ocurre en las regiones tropicales, la fuerza del agua arrastra capas de tierra y la gente encuentra pepitas de oro en el suelo”, cuenta Cole. “Recuerdo que me cautivó la idea de encontrar materiales preciosos en la tierra y el barro. De ahí surgió mi fascinación inicial por la erosión”. No sorprende saber que la otra opción profesional de Cole, si no fuera por la joyería, era la medicina forense: “Todo sucedió muy deprisa. Abandoné la idea de dedicarme a la medicina forense y fui directamente a la joyería”.
Emefa Cole llamó por primera vez la atención del Victoria and Albert en 2019, cuando el conservador de joyas del museo se topó con ella en una feria de artesanía en la que la ghanesa vendía sus diseños. La invitaron al museo y acabaron adquiriendo su anillo Vulcan, inspirado en la destrucción y la belleza de los volcanes. A partir de ahí, se enteró de un nuevo puesto que estaba creando el museo y presentó su candidatura.
Para ella, el museo para el que trabaja es “el mejor del mundo” en cuanto a arte y diseño, pero admite que durante mucho tiempo se mantuvo alejada de la sección de joyería. “No quería dejarme influenciar por otros diseñadores, quería encontrar mi propia voz, mi propio lenguaje”, explica. “Tenía miedo de crear cosas que ya se hubieran hecho”. Las galerías de esculturas son una particular fuente de inspiración para ella. “En el pasado, los escultores tenían que formarse como orfebres antes de crear obras a gran escala”, precisa. “Y por eso me fijo en la técnica de algunas de las esculturas y en cómo eso puede trasladarse a mis piezas”.
Parte de su nuevo cargo consiste en ampliar la colección del museo con el fin de que represente la voz global y no solo la europea. “Quiero que la gente, especialmente los niños y los jóvenes aspirantes a diseñadores, vayan al Victoria and Albert y vean creadores de orígenes similares a los suyos, gente que se parezca a ellos. Se trata de que entren en el museo y se sientan cómodos, no como si no pertenecieran a ese espacio. El mejor museo de arte y diseño del mundo debe representar a todo el mundo”.
Dado que la institución nació en la época victoriana, cuando el Imperio Británico se hallaba en el apogeo de su poder colonial, Cole está de acuerdo en que hay conversaciones que mantener en torno a algunos de los objetos de la colección, y valora que el museo se haya comprometido a abordar de frente las cuestiones del saqueo y la restitución. En julio de este año, devolvió una cabeza de mármol turco del dios griego Eros al Museo Arqueológico de Estambul, y Tristram Hunt, director del museo y antiguo político del Partido Laborista, expresó su deseo de devolver los objetos a sus países de origen. “Es algo que llevará tiempo. Pero esas conversaciones se están produciendo y, con suerte, al final llegaremos al lugar donde tenemos que estar”, dice Cole.
Aunque su cargo es un contrato de duración determinada, que pasará al siguiente custodio dentro de un par de años, a ella le gusta su carácter transitorio. Dice que “nadie debería estar en ningún sitio para siempre” y aspira a que su trabajo como conservadora ayude a causar impacto en varias generaciones de visitantes. “Muchos de los creadores del Victoria and Albert, ya sea en el campo de la escultura, la joyería o la pintura, ya no están con nosotros, pero aún conservamos piezas suyas. Estamos creando cosas que nos sobrevivirán durante mucho tiempo”.
Emefa Cole se prepara para seguir trabajando en su estudio londinense, sumergiéndose una vez más en un mundo mágico de su propia invención. Solo por un momento, hemos podido echar un vistazo a su interior: es vívido y rico; exactamente como sus joyas.