Fabrizio Romano, el oráculo italiano del mercado de fichajes de fútbol

En el fútbol, la rumorología en torno a los traspasos de jugadores es una obsesión creciente para infinidad de hinchas. Es un género informativo en sí mismo donde reina este joven napolitano.

Fabrizio Romano, en su casa en Milán, consultándole al esférico cuáles serán los traspasos más sonados de este verano.Alessandro Grassani (Contacto)

La tramoya emocional que sujeta el fútbol suele estar hecha de aspiraciones y deseos. Pero hay una categoría menor, una filial de ese universo, basada fundamentalmente en los sueños. El calciomercato, una de las principales adicciones de los hinchas cuando se vacían las gradas en verano, surge de esa grieta entre el final de temporada y el comienzo de la siguiente. Una difusa frontera entre la imaginación y la realidad donde los clubes preguntan, hacen ofertas, intentan rearmarse con nuevos jugadores y terminan fichando lo que pueden permitirse. Lo sorprendente es que en ese tiempo los ...

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La tramoya emocional que sujeta el fútbol suele estar hecha de aspiraciones y deseos. Pero hay una categoría menor, una filial de ese universo, basada fundamentalmente en los sueños. El calciomercato, una de las principales adicciones de los hinchas cuando se vacían las gradas en verano, surge de esa grieta entre el final de temporada y el comienzo de la siguiente. Una difusa frontera entre la imaginación y la realidad donde los clubes preguntan, hacen ofertas, intentan rearmarse con nuevos jugadores y terminan fichando lo que pueden permitirse. Lo sorprendente es que en ese tiempo los aficionados están dispuestos a creer lo que haga falta, como si fueran niños. El periodismo siempre fue en esos periodos una clasificación de rumorología que colmaba el vacío interior de tantos durante los parones vacacionales. Pero hace algún tiempo, un napolitano con buenos contactos decidió poner orden convirtiéndose en la referencia mundial de este fenómeno. Si lo dice él, es cierto.

Fabrizio Romano (Nápoles, 29 años) tiene más de 8 millones de seguidores en Twitter y 7,2 millones en Instagram, cifras solo al alcance de superestrellas. Habla cinco idiomas y su voz se ha convertido en la sentencia definitiva en el vaporoso mundo de los fichajes, un género periodístico con cada vez más adeptos. “En Italia es el pan de cada día. Te paran por la calle. Y ya no te preguntan por un resultado, por un pronóstico. La gente quiere saber cuánto pagará un club a determinado jugador. Están enamorados del calciomercato porque saben que puede suceder cualquier cosa. Se van a dormir pensando que un jugador va al equipo rival y cuando se levantan ha fichado por el suyo. Está todo ligado a la dimensión de los sueños. Antes los aficionados iban al quiosco esperando encontrar al jugador que querían en la primera página del periódico. Ahora se ha pasado a la obsesión de obtener noticias diarias de ese jugador, aquella cláusula, el salario… Quieren saberlo todo, incluso asuntos que no son interesantes. Al final, son elementos que ayudan a creer en algo que quieres que suceda”, explica en una conversación telefónica desde su casa en Milán.

Romano, que conserva un cierto acento napolitano, fue un niño prodigio cuando esta profesión era capaz de aportar pocas certidumbres. A los 17 años, escribía en una pequeña web y un aspirante a agente que sobrevivía como camarero en un bar cercano a la Masía del Barça le llamó una tarde. El tipo quería que publicase una historia sobre dos perlas de la cantera azulgrana que pretendía representar: Mauro Icardi y Gerard Deulofeu. Romano cumplió e hizo su primer amigo en este mundo. Un tipo que luego le daría su primera gran exclusiva: el traspaso de Icardi a la Sampdoria y luego al Inter. Aquí comenzó su leyenda y un estilo de trabajo que han imitado luego decenas de especialistas en el mercado futbolístico. Un mundo tan adictivo que, para muchos, la temporada se convierte en ese relleno que los clubes se empeñan en colocar entre un mercato y otro. “Sí, es un problema. La situación ha enloquecido. Los tifosi han pasado de vivirlo como un sueño a una obsesión. Muchas personas me mandan mensajes para saber cuánto será la cláusula de un determinado jugador dentro de tres años. Han empezado a vivir el fútbol como si fueran parte de la directiva. A veces, cuando me preguntan por el precio final de una venta, les digo: ‘Disfruta al jugador como aficionado, que no te quite el sueño si ha costado uno o dos millones más. Habría que volver a algunos aspectos tradicionales del fútbol”. Sin embargo, el espectáculo en torno a los fichajes ha crecido tanto —véase el circo mediático en torno al supuesto fichaje de Mbappé por el Real Madrid— que lo que sucede en el terreno de juego, a veces, pasa a un segundo plano.

Romano, en su oficina, desde donde informa por redes sociales a millones de seguidores y hace sus directos.Alessandro Grassani (Contacto)

El mercato es emoción y también adrenalina, se juega hasta el último segundo. El agente de Diego Milito —hoy es el de Lukaku— lanzó su contrato con el Inter de Milan por encima de la puerta de la oficina en 2008 cuando quedaban dos segundos para el cierre. En España sucedió también lo del fax del portero David de Gea y su frustrado fichaje por el Real Madrid cuando sonaba ya la campana. O lo de Rivaldo con el Barça, en el último suspiro del 31 de agosto.

El fenómeno nació en los años cincuenta. Futbolistas como Gigi Riva, que nunca abandonó el Cagliari pese al interés de los grandes clubes italianos, fueron objeto de especulación cada verano. La negociación de Maradona, años más tarde, fue ya retransmitida por la prensa, y el pase de Roberto Baggio a la Juve en 1990 provocó disturbios en Florencia. Pero formalmente podría decirse que este espectáculo se lo inventó un señor al que le gustaban mucho las señoras y los coches rápidos. Se llamaba Raimondo Lanza di Trabia, fue un noble bastardo y presidente del Palermo. Solía encontrarse en el lujoso hotel Gallia de Milán con otros directivos. Y el vestíbulo se convirtió en sede de todo tipo de transacciones de jugadores e instauró la tradición de cerrar estas operaciones en los lobbies de la capital lombarda. Siempre cerca de la estación central, de plaza de la República o de la zona de Monte Napoleone. Seis o siete hoteles donde es fácil encontrar todavía a directores deportivos tomando café con un agente. Firmar y coger el siguiente tren. Y en ese lugar forjó también su leyenda Romano.

Nápoles, claro, no era el mejor sitio para desarrollar su profesión. Así que a los 18 años tuvo que mudarse solo a la capital lombarda para recorrerse los bares, coctelerías y lobbies donde los agentes reparten el pescado futbolístico con directivos de clubes. Sucede desde el 1 de junio hasta el 31 de agosto, tiempo en el que se cuece el principal mercado. Él era entonces casi un niño, así que todos se fijaron en él. “En el calciomercato todo está ligado a las relaciones personales con agentes, jugadores, intermediarios y directivos. Intento tener una relación muy humana con esas personas. Que no sea solo una relación para pedir cosas. Cuando cierra el mercado, viajo a los partidos de Champions League. El día 23 de diciembre dedico la tarde a llamar a todo el mundo para felicitar la Navidad. Es importante tener una relación de confianza”.

Una camiseta que le regaló el futbolista Zlatan Ibrahimovic.Alessandro Grassani (Contacto)

El equilibrio y la promiscuidad con las fuentes siempre son complicados. Porque tantos fichajes dependen, justamente, del secreto en el que se desenvuelva la negociación. Romano ha logrado convertirse en un elemento más del proceso y no ser visto como un cuerpo extraño que pueda mandar al garete un fichaje de decenas de millones de euros. Porque, más allá de la idea de los sueños, detrás de cada contratación hay una planificación deportiva que puede comprometer el éxito del club. Ahí están este año los fichajes de Haaland por el Mánchester City o la renovación de ­Mbappé con el PSG. “Saben que conmigo serán respetados. Prefiero no llegar primero a una noticia que arruinar la relación con una fuente o perder el respeto de un club o un agente. Y lo han entendido todos. Y eso ayuda mucho, porque se fían de ti y te cuentan las cosas con antelación”.

Romano, sin embargo, también defiende el negocio, crecido en los últimos años al calor de las descomunales comisiones que están convirtiendo el fútbol en una burbuja autodestructiva para los clubes (las cifras de los contratos de Haaland o ­Mbappé hablan por sí solas). El poder que han adquirido agentes como el fallecido Mino Raiola o Jorge Mendes es tremendo. Pero más preocupante parece la irrupción de comisionistas de todo pelaje. “Es fácil decir que los agentes son el diablo y que los hinchas les ataquen porque son terceras partes del juego. Y sí, puede haber un problema de reglamentación, que tengan mucho poder. Pero muchas veces estas historias llegan de los clubes, que esconden que casi siempre son ellos quienes necesitan a los agentes y les pagan esas comisiones altísimas porque quieren traer a toda costa a un jugador y no saben cómo hacerlo”.

El mundo de Fabrizio Romano es una mezcla de medios tradicionales y redes sociales. A los 19 años, empezó a trabajar en la cadena Sky y escribe para cabeceras internacionales como The Guardian. Luego comenzó a explotar su magnetismo en redes para dar sus noticias y monetizar la publicidad de sus transmisiones. Cada vez que debajo de un post escribe “Here we go” [allá vamos], significa que el acuerdo de turno está cerrado. ¿El dinero? “Mantengo las noticias gratis. Para mí es sagrado. Aunque tenga 300 millones de followers. Cuando se paga por algo, debes tener el 100% de garantías de que es bueno, aunque sea un café. Y en el calciomercato no puedes tenerla. Un jugador puede cambiar de idea en un segundo. Y hacer pagar por eso será siempre equivocado”. Visto así, puede que su información sea lo único gratuito en el calciomercato.

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