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Bath, el lugar para hablar de Urano, Mary Shelley y Jane Austen

Esta ciudad-balneario desde el Imperio romano, y patrimonio mundial dela Unesco desde 1987, tiene grandes alicientes en torno al arte, la literatura y la astronomía

Varias turistas vestidas de época durante el Festival Jane Austen en Bath (Reino Unido).Paul Quezada-Neiman (Alamy / CORDON PRESS)

Es 13 de marzo de 1781 y William Herschel sale al jardín trasero de su casa para, como suele hacer, contemplar las estrellas. Pero no es un día cualquiera, sino que sus observaciones lo van a llevar a descubrir Urano. Hoy, su domicilio, incluido ese jardín y todo su material astronómico y musical, pues cabe decir que junto a su hermana Caroline desarrolló una gran carrera en este arte por medio de varios instrumentos, se puede conocer en el Herschel Museum of Astronomy. Nos encontramos en la localidad de Bath, a una hora aproximadamente de Londres. Esta es una ciudad de elegante arquitectura que sirve como plató de series de época, como Los Bridgerton, ambientada a principios del siglo XIX, y que recuerda con sendas casas el paso por allí de dos referentes literarios universales como Mary Shelley y Jane Austen. “He mirado más lejos en el espacio que cualquier ser humano antes que yo”, dijo Herschel, como se recuerda al entrar en este encantador edificio en el número 19 de New King Street.

Lo más interesante de Bath está concentrado en un área por la que moverse perfectamente caminando. Si uno toma el sendero de las estrellas, por así decirlo, y se acerca al citado Museo de Astronomía, podrá admirar el telescopio que diseñó el propio Herschel y con el que descubrió el séptimo planeta del sistema solar, llamado así en honor de la divinidad griega del cielo. Es más, sus análisis contribuyeron a duplicar el tamaño conocido del sistema solar en aquel tiempo. Llegó a ser tan relevante para aquella Inglaterra que fue recompensado por el rey Jorge III. Este museo constituye un lugar de imprescindible visita para todo aficionado a dejarse sorprender por lo que esconden las galaxias, con todo tipo de asombrosos artilugios con los que elevar la mirada hacia el cielo; por algo dijo sir Patrick Moore, mecenas del museo, que Herschel fue “el primer hombre en dar una imagen razonablemente correcta de la forma de nuestro sistema estelar o galaxia, el mejor fabricante de telescopios de su tiempo y posiblemente el mayor observador que jamás haya vivido”.

En Bath se pueden encontrar otro tipo de estrellas, pero del firmamento literario; con la facilidad, además, de que las dos casas por las que pasaron dos insignes escritoras inglesas están una al lado de la otra. Por un lado, el Centro Jane Austen (Gay Street, 40), mezcla de lugar de exposiciones y festivales, con una tienda de regalos y salón de té de estilo Regencia. Aquí reciben e informan guías disfrazados de la época de la autora de Orgullo y prejuicio, e incluso quien quiera puede vestirse con una amplia colección de vestidos, sombreros o abrigos, más accesorios de todo tipo. La visita ofrece la posibilidad de sentarse a escribir con pluma y tinta, como se hacía hasta no hace tanto, o hacerse una foto con la figura de cera de la autora. Más allá de estos divertimientos, en la ciudad se celebra, durante 10 días, el Festival Jane Austen (el próximo, del 12 al 21 de septiembre de 2025), que desde 2001 atrae la atención de miles de visitantes, habida cuenta de que esta escritora ya es un icono popular, en buena parte gracias a las adaptaciones al cine de sus obras. Dicho festival es digno de ver, pues empieza con más de 900 personas vestidas con trajes de la Regencia.

Exterior del Jane Austen Centre de Bath.HENRY NICHOLLS (AFP / Getty Images)

Desde 1801, Austen vivió varios años en Bath, donde se inspiró para lo que serían sus novelas La abadía de Northanger y Persuasión, y su colega literaria Mary Shelley hizo lo propio, como se aprecia en la Casa de Frankenstein (Gay Street, 37). Es un edificio enorme de cuatro pisos convertido en un estupendo modo de conocer los intríngulis de la obra que la narradora escribió en 1816, mientras vivía en esta ciudad. La visita es didáctica, divertida, asombrosa de continuo, está muy bien documentada y es rigurosa con la trayectoria de Shelley. Recorrer esta casa es experimentar una interacción multisensorial, dado su repertorio de artefactos curiosos, sonidos siniestros, olores y efectos especiales. Como curiosidad, hay que señalar que tiene una increíble figura animatrónica de 2,5 metros de la Criatura, como siempre la llama el doctor Frankenstein, y que se hizo expresamente igual a como se la describe en la obra. Asimismo, el museo cuenta con dos salas dedicadas al personaje dentro de la cultura popular, una sala de proyección y una scape room realmente inquietante, en el sótano, en la que el susto está garantizado y donde se proporcionan juegos para resolver diversos misterios.

Abadía y termas

Hemos mencionado una novela de Austen sobre una abadía, así que es un buen pretexto para hablar de la abadía anglicana de Bath, una edificación originaria del siglo VII, y que en el siglo XII fue convertida en una catedral. Se pueden conocer los entresijos de tamaña construcción gracias a una exposición permanente, de gran gusto estético y muy didáctica para adultos y niños, en el piso inferior. El visitante podrá admirar unos 1.500 monumentos conmemorativos en las paredes y en el suelo, en forma de lápidas (un total de 891) de personajes sobre todo de los siglos XVIII y XIX, de los que se informa en paneles informativos.

Vista de la abadía de Bath, ciudad que es patrimonio mundial de la Unesco.Muhammed Behesti Birtane (Anadolu / Getty Images)

Ventanales artísticos donde se cuentan historias de la Biblia, capillas, techos abovedados… Como lugar espiritual y arquitectónico, la abadía es algo formidable, más si cabe al incorporar muy hábilmente al público infantil con una serie de iniciativas ingeniosas y entretenidas. Junto a esta imponente construcción, además, está el sitio que da nombre a la ciudad; y es que esto no da para equívocos: Bath —ciudad patrimonio mundial de la Unesco desde 1987— alberga las únicas aguas termales naturales de Gran Bretaña y antiguos baños romanos. Durante el recorrido, siempre repleto de turistas —señal de que constituye un gran aliciente histórico—, se ven fotografías e ilustraciones históricas de los baños romanos y se pueden manipular réplicas de equipos de baño, como un estrígil que los bañistas romanos usaban para raspar y limpiar su piel. La visita no solo significa ver unas ruinas romanas, sino conocer con gran meticulosidad cómo acudían los antiguos ciudadanos del Imperio romano a darse un baño caliente a modo de los actuales spas. De hecho, hoy, diversos lugares en Bath proporcionan al visitante relax por medio de tratamientos que incluyen aromaterapia, masajes con piedras calientes y terapia corporal acuática; así, muchos hoteles locales tienen sus propias instalaciones de spa.

Las termas romanas de Bath.Barbara Ash (Alamy / CORDON PRESSS)

Frente al río Avon

Hay un museo algo apartado del centro que bien merece la pena tener en la agenda: el Museo Holburne, que alberga una colección de bellas artes y artes decorativas junto con exposiciones temporales. La colección la formó sir Thomas William Holburne (1793-1874), que se movió en el ámbito naval, y su hermana, Mary Anne, la legó a la ciudad: más de 4.000 objetos que componen un gran muestrario de retratos en miniatura, porcelana, bordados y retratos de algunos de los artistas más destacados del siglo XVIII.

Un barco en el río Avon, a su paso por el Pulteney Bridge, en el centro de Bath.Nigel Jarvis (GETTY IMAGES)

La elegancia y la opulencia caracterizan un lugar rodeado de parques y el río Avon (también se ve Bath muy bien en recorridos que se organizan en barco), que puede recorrerse a pie con agrado, como decimos, para seguir gozando de otros museos como la Victoria Art Gallery, que alberga una colección de pinturas, esculturas y artes decorativas preciosa. La galería recibió este nombre para celebrar los 60 años de la reina Victoria en el trono y guarda más de 1.500 tesoros artísticos.

Cerca del río y la estación de tren, a un paso de la abadía y las termas, en el mejor lugar para emprender el primer paso y descubrir Bath, está el Abbey Hotel Bath, a Tribute Portfolio Hotel, donde hospedarse es una experiencia encantadora. Es un establecimiento de trato familiar, de estética que mezcla lo moderno con lo tradicional en cada una de sus habitaciones, y que acepta mascotas. Uno puede elegir tomar algo en su terraza a pie de calle, o en la sala donde se ofrece el té de la tarde o el desayuno, el llamado Abbey Tea Bar, el cual sirve una combinación de clásicos ingleses —con bollos recién horneados o nutridos sándwiches—, o en el Lanson Champagne Lounge, que tiene una atractiva carta de cócteles. Entre estos, encontramos unos sobradamente conocidos, pero también hay otras creaciones personalizadas, como el South West 75, un cóctel inspirado en ingredientes locales del área de Somerset.

Para descansar y relajarse, y comer de maravilla, en un ambiente desenfadado y elegante a la vez, vayan a conocer la sabrosa cocina del Abbey Hotel Bath, con una gran influencia india, pues, no en vano, el Imperio británico alcanzó un poderío mayúsculo a lo largo y ancho del planeta que, eso sí, tuvo un fin: todo lo contrario al carácter astronómico y literario que pervivirá para siempre en Bath.


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