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De Cuelgamuros a Granada: seis paisajes donde aún resuena el eco espantoso de la Guerra Civil

Rutas de senderismo por montañas donde aún resuena el eco espantoso de la Guerra Civil española. Excursiones donde trincheras, memoriales, centros de interpretación o Orwell y Lorca son protagonistas

CUERDA DE CUELGAMUROS (Madrid, Segovia y Ávila). Hay pocos paisajes en España más cargados de recuerdos que los que se ven caminando desde el alto del León hasta San Lorenzo de El Escorial por el cordal montañoso que domina el valle de Cuelgamuros, antes de los Caídos. El Alto del León era la llave que abría la sierra de Guadarrama, la puerta de Madrid. Por eso lo tomaron enseguida los sublevados y por eso los leales no les dejaron avanzar mucho más. Siguiendo las marcas rojas y blancas del sendero GR-10, en una hora y media se corona Cabeza Líjar, donde los primeros tuvieron su posición más avanzada. Justo enfrente, en el cerro de La Salamanca, los otros tenían la suya. A tres horas largas del inicio de la caminata, se descubren el ruinoso refugio de La Naranjera y el vecino mirador de Cuelgamuros, desde donde se ve con un escalofrío la cruz más alta del mundo —150 metros—. Tres horas más se tarda en alcanzar el monte Abantos y bajar a San Lorenzo, completando una ruta de 18 kilómetros (solo ida), difícil de hacer si no se cuenta con alguien que nos lleve al principio y nos recoja al final. Mucho más fácil es acercarse al mirador desde la Fuente de las Negras, en Peguerinos (Ávila). Es un paseo de 900 metros: unos 20 minutos de excursión.Architect´s Eye (Alamy Stock Photo)
MONTE NARANCO. (Asturias). Joyas del prerrománico, pozos de nieve, antiguas minas de hierro y carbón, la piedra caliza de la que está hecha Oviedo y el agua que se bebe en la ciudad… Además de todo esto, que ya es mucho, el monte Naranco ha servido para defender a la capital asturiana del viento norte. Pero no de los vientos de la guerra, que en estas alturas soplaron con violencia en 1936 insuflados por ambos bandos, uno para defender la ciudad sublevada y el otro para tratar de recuperarla. Todo lo que allí se puede ver y recordar del Sitio de Oviedo se cuenta en descubreelnaranco.com. También se describe con detalle la senda de Cama’l Moro —o de la Campa del Moro—, un recorrido circular, de tres horas de duración, que además de nidos de ametralladoras y trincheras permite contemplar neveros, fuentes, manantiales, lagunas y la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo.Alberto Paredes (Alamy Stock Photo)
MONTE ARTXANDA (Bizkaia). Gernika, arrasada por la Legión Cóndor alemana, aún humeaba. Bilbao temblaba como una hoja, a punto de caer. El Cinturón de Hierro que debía defenderla del ejército sublevado resultó ser de papel. Para ganar tiempo, porque había que evacuar a miles de personas, el 16 de junio de 1937 varios batallones vascos subieron a Artxanda, el monte que domina Bilbao, cantando el Eusko Gudariak y allí libraron la última batalla, retrasando dos días lo inevitable. Para recordarlo, existe el Itinerario de la Memoria de Artxanda, una ruta de menos de dos kilómetros que va desde la estación superior del funicular hasta la ermita de San Roque. Se pasa por el mejor mirador de la ciudad y su ría, donde se alza la escultura ‘Aterpe 1936′, en recuerdo de los combatientes por la memoria y la libertad. Y también por una de las trincheras donde gudaris y milicianos soportaron aquellos días ¡12.700 kilos de bombas! Más información, en la web de Gogora, Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos.Juanma Aparicio (Alamy Stock Photo)
SIERRA DE HUÉTOR (Granada). En la sierra de Huétor, a solo 10 kilómetros al noreste de la ciudad de Granada, hay dos parajes que ponen los pelos de punta. Uno es el barranco de Víznar, donde recientes excavaciones han permitido exhumar 124 cadáveres de víctimas de la represión franquista y un monolito recuerda: “Lorca eran todos”. Porque Lorca, donde quiera que esté, fue el más famoso represaliado. Otro lugar de memoria turbulenta son las trincheras del cerro del Maúllo, una de las últimas posiciones defensivas de la Granada sublevada. En 20 minutos, paseando desde el Centro de Visitantes de Puerto Lobo por un camino bien señalizado, se llega a esta fortificación de 150 metros de circunferencia, con galerías, casamatas y parapetos almenados desde los que se ve Sierra Nevada entera y de frente, como en un cuadro. Dicen que el cerro se llama así por los maullidos de los gatos monteses, que los soldados imitaban para comunicarse a distancia. Oirían también los gritos de las rapaces sobre los picachos. Y los del cercano barranco de Víznar, claro. Más información, en universolorca.com y ayuntamientodeviznar.esClassic Image (Alamy Stock Photo
RUTA ORWELL (Huesca y Zaragoza). “Hacía demasiado frío para que hubiera piojos”. Tampoco había mucha acción en la sierra de Alcubierre, recordaba George Orwell en Homenaje a Cataluña (1938), donde ambos bandos estaban parapetados a principios de 1937, a caballo entre Huesca y Zaragoza. Solo niños apuntando a niños: “La edad promedio debe de haber estado muy por debajo de 20″. A su lado, Orwell era un señor escritor de 33 años, un inglés alto y educado que había venido a España “a matar fascistas porque alguien debía hacerlo” y veía cómo la guerra se hacía con megáfonos: “Aquí estamos sentados”, gritaban desde su lado, “comiendo tostadas con mantequilla. ¡Deliciosas tostadas con mantequilla!”. Una mentira digna del Ministerio de la Verdad de ‘1984′. Las trincheras de Orwell y las de los fascistas, reconstruidas con todo detalle, se pueden visitar desde 2006, así como el Centro de Interpretación de la Guerra Civil, en Robres. Turismo de Los Monegros (turismolosmonegros.org) informa de todo esto y organiza recorridos guiados para grupos. Son en coche, pero en la web de Wikiloc se describen diversos senderos por estas trincheras. Cada dos años viene el hijo de Orwell a visitarlas, a hacer memoria.Andrés Campos
TERRA ALTA (Tarragona). 115 días de 1938 duró la Batalla del Ebro, la más larga, multitudinaria y mortífera (¡30.000 caídos!) de la Guerra Civil. Y de las más difíciles de olvidar: solo en la comarca de la Terra Alta (terra-alta.org), en el suroeste de Tarragona, hay cinco centros de interpretación, dos memoriales y una veintena de espacios históricos relacionados, ninguno tan impactante como Corbera d’Ebre, pueblo que se encontraba en primera línea del frente republicano y que las bombas de la Legión Cóndor y la artillería franquista dejaron como un cuadro cubista, otro ‘Guernica’. Arriba, en el Poble Vell, las ruinas conviven con obras de arte alegóricas. Abajo, en el pueblo nuevo, se explica todo en el Centro de Interpretación 115 días, cuyo nombre es lo único que no necesita explicación. En Gandesa, la capital de la comarca, hay otro centro imprescindible: el Museo Memorial de la Batalla del Ebro. Allí también espera una senda ideal para hacer ejercicio y memoria: la que asciende al Pico de la Muerte, que fue objeto de sangrientos enfrentamientos entre brigadistas británicos y legionarios. Si se recorre con un guía de Terra Enllà (terraenlla.com), mucho mejor.nito (Alamy Stock Photo)