15 días en Colombia: un viaje entre cultura, naturaleza y aventura

La ruta comienza en las alturas de Bogotá, cruza por las profundidades del Amazonas, se detiene en Medellín y finaliza en el hermoso y colorido río Caño Cristales. Una travesía de contrastes que va de lo tradicional a lo menos explorado del país

Mariel Galán en Río Caño Cristal, Colombia.MARIAEL GALÁN

Mientras caminaba por las calles de Medellín, un colombiano me preguntó qué me había motivado a regresar por cuarta vez a su país. Mi respuesta fue fluida: “La hospitalidad de su gente, su diversidad natural, la autenticidad de sus ciudades principales y la calidad del café”. Posiblemente, mi respuesta se suma a las razones que orillan a millones de turistas a elegir este destino anualmente. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), Colombia fue el tercer país más visitado de América Latina en el año 2023.

Bogotá, la mezcla perfecta de historia y modernidad

Mi itinerario comenzó en Bogotá, una ciudad multicultural y dinámica que pertenece a la región Andina. Antes de aterrizar, salta a la vista la abundante vegetación que abraza a la capital y que contrasta con los edificios de ladrillo que salpican las avenidas. Una buena manera de comenzar a descubrir esta metrópoli es teniendo una vista panorámica desde el cerro de Monserrate, a 3.172 metros sobre el nivel del mar. Para llegar a la cima se sube a pie por un camino de casi tres kilómetros.

La siguiente parada es en La Candelaria, un colorido barrio con calles empedradas, construcciones coloniales y fachadas plagadas de arte urbano. El encanto de la zona se extiende en sus galerías, tiendas, museos y teatros. A poca distancia está la plaza de Bolívar y la catedral primada. A espaldas de esta iglesia hay una excelente opción para comer: la Puerta de la Catedral. Este restaurante de comida típica colombiana ofrece ajiaco, una sopa típica con pollo, papa criolla, mazorca, alcaparras y crema de leche. Un caldito que es un apapacho para el alma. El Museo del Oro es otro imprescindible. Este recinto resguarda una extensa colección de piezas precolombinas bañadas en oro, legado de antiguas civilizaciones.

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Al caer la noche, necesitaba rumbear y sentir el ambiente festivo de Colombia, así que elegí un clásico: Andrés Carne de Res. Este restaurante con capacidad para 4.000 comensales es todo un ícono. En sus pisos saturados de adornos y tematizados como el cielo, el infierno, la tierra y el purgatorio, se viven diferentes ambientes. Comer platillos típicos colombianos, escuchar música en vivo, beber aguardiente y bailar salsa forman parte de la experiencia.

El segundo día visité Chapinero, una localidad situada al norte de Bogotá con ambiente hipster y artístico. Sus galerías, tiendas de diseño y cafés gourmet son una gozada. Más tarde decidí adentrarme a la vida local jugando al tejo. Este deporte prehispánico es reconocido por el Comité Olímpico Colombiano y se disfruta en las cantinas de barrios populares en donde hay canchas. Las partidas consisten en lanzar un disco metálico a una caja rellena de arcilla que tiene mechas explosivas. El juego es ruidoso, divertido e ideal para compartirlo en grupo y con cerveza en mano.

Zipaquirá, un tesoro subterráneo

A unos 45 kilómetros al norte de Bogotá se encuentra la primera maravilla de Colombia: la Catedral de Sal de Zipaquirá, construida en minas de sal a más de 180 metros de profundidad. Descender por el oscuro túnel que lleva a las entrañas de esta imponente creación arquitectónica es adentrarse en un viaje espiritual y geológico. En el recorrido se admiran bloques tallados en sal y capillas iluminadas con neones. La culminación de la caminata es la nave central, construida en un socavón y rematada por una cruz tallada en sal. Este lugar es ideal para hacer una excursión de un día por su cercanía con la capital.

Cuatro días en las profundidades del Amazonas

La ruta continúa partiendo del aeropuerto El Dorado en un vuelo con dirección a Leticia, una ciudad selvática y puerta de entrada a la majestuosa Amazonía colombiana. Esta parada es un acercamiento extremo con la naturaleza y una conexión íntima con pueblos indígenas amazónicos. A mi llegada, cumplí el sueño de navegar el río más caudaloso del mundo para después instalarme en Kurupira, un complejo de cabañas flotantes sostenidas por troncos llamados catahuas que crecen en la selva baja.

Leticia es una ciudad selvática y puerta de entrada a la majestuosa Amazonía colombiana, un acercamiento extremo con la naturaleza. MARIAEL GALÁN

Durante toda la estancia me guió Edinho Bautista, un nativo y guía especializado en la selva amazónica que me llevó a recorrer senderos en los que conocí lo fascinante que es la flora y fauna de la región. Antes de que se ocultara el sol, las expediciones consistían en navegar el río para avistar aves, visitar pueblos ribereños, aldeas indígenas y reservas naturales. Las caminatas de día y noche por la selva también se convirtieron en parte de la rutina. En el itinerario estaban incluidas las visitas a refugios de animales como Maikuchiga, una organización dedicada al resguardo y conservación de los micos.

El clima del Amazonas es cálido y presenta mucha humedad la mayor parte del año. De julio a octubre hay pocas precipitaciones y para muchos turistas resulta ser la mejor temporada.

Medellín, la ciudad de la eterna primavera

Basta caminar un par de cuadras para notar el peculiar ritmo urbano de Medellín. Los locales navegan sus calles como si fuesen siguiendo una coreografía en la que no existen pausas entre el comercio callejero, el arte y el reguetón. La plaza Botero es el lugar perfecto para apreciar esta sinergia y admirar las 23 esculturas monumentales de bronce donadas por el maestro antioqueño Fernando Botero.

A 15 minutos del centro se encuentra el Pueblito Paisa, una recreación de un pueblo tradicional antioqueño. Su colorida arquitectura y las vistas al valle de Aburrá merecen la visita. En los puestos ambulantes preparan salpicón, fruta picada con hielo y leche condensada que es toda una fiesta de sabores.

A la hora de la comida, el Mercado del Río es una gran elección para probar platillos tradicionales a buen precio. Es más que recomendable la picada colombiana, que trae empanadas, patacones, chorizo, carne y cerdo. También la lechona: cerdo relleno acompañado con arepa. ¡En Colombia se come exquisito!

Esta dinámica metrópoli se caracteriza por sus parques y espacios recreativos. Uno de mis favoritos es el parque de los Pies Descalzos, un refugio del asfalto en el que la gente se descalza para meter los pies en las fuentes, caminar por un pequeño bosque de bambú o sobre superficies con arena.

Medellín es una metrópoli que se caracteriza por sus parques y espacios recreativos. MARIAEL GALÁN

Mi segundo día lo dediqué a la que alguna vez fue llamada “la cuna de Pablo Escobar”. La Comuna 13 fue uno de los sitios más peligrosos del país, pero hoy es el corazón artístico de Medellín. Su transformación cuenta una historia de resiliencia y reivindicación que puede leerse entre líneas de grafitis y versos de rap. En sus abarrotadas calles repletas de turistas se respira un aroma de orgullo latino, de lucha y superación. Entrar a sus galerías, subir sus particulares escaleras eléctricas y ver representaciones musicales de sus vecinos es toda una experiencia. Para hacer mi visita contraté un tour con guías locales.

Guatapé y la Piedra del Peñol

La décima jornada del viaje fue el momento de Guatapé, una población de Antioquia a 75 kilómetros de Medellín que deslumbra por sus casas pintadas con múltiples colores. El pueblo se recorre en un máximo de tres horas y el trayecto concluye en la Piedra del Peñol, un monolito de 220 metros de altura considerado una de las maravillas naturales más preciadas de Colombia. Subir sus 702 escalones es todo un reto, pero merece la pena llegar a la cima para tener una panorámica de un hermoso embalse.

El río más hermoso del mundo

Los últimos tres días concluyeron en uno de los lugares más fascinantes de Colombia: Caño Cristales. Este tesoro se localiza en la sierra de La Macarena y es conocido como “el río de los cinco colores” o “el río más hermoso del mundo”. Sobrenombres justificados cuando se aprecian sus tonalidades rosas, amarillas, verdes, rojas y negras en sus aguas.

Río Caño Cristal es conocido como “el río de los cinco colores” o “el río más hermoso del mundo”.MARIEL GALÁN

La exploración de esta maravilla natural comienza subiendo a una lancha rápida para navegar el río Guayabero y acercarse al parque natural Sierra la Macarena, donde se encuentra Caño Cristales. Para permanecer en sus alrededores me hospedé en La Manigua Lodge, cabañas inmersas en el bosque tropical.

El parque es extenso y sus senderos ecoturísticos (unos más largos que otros) abren diferentes accesos para llegar a Caño Cristales. Las caminatas diarias consisten en cruzar por la selva para adentrarse por valles rocosos, cascadas y pozas. Según mi guía, “Caño Cristales debe su magia a la planta acuática macarenia clavigera, que al entrar en contacto con los rayos del sol pinta de colores el agua, siendo el fucsia o rosa intenso el color principal”. Es asombroso ser testigo de este regalo de la naturaleza que se asemeja a una enorme alfombra extendida sobre el río. De agosto a noviembre se hace más presente esta planta endémica, por lo que es el mejor momento de visitar Caño Cristales. Para llegar hasta la Macarena hay vuelos comerciales desde Bogotá, Medellín o Villavicencio, y vuelos privados con compañías como Flapz.

Esta ruta por Colombia la puedes organizar por tu cuenta o hacerla por medio de una agencia. En mi caso, contraté la agencia local Siempre Colombia Travel, que incluye todos los destinos antes mencionados, alojamiento, algunos alimentos, traslados locales y excursiones por un aproximado de 2.865 dólares (2.654 euros) en ocupación doble.

Mientras sobrevolaba de vuelta a casa, retrocedí mentalmente a todo lo vivido. En pocos días me deleité con una diversidad natural impresionante, descubrí que soy mejor de lo que pensaba bailando salsa y me sentí exploradora en el bosque tropical más extenso del planeta. Colombia no solo cumple, supera las expectativas de cualquier viajero.

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