Hotel Independente Comporta, una aldea moderna para dormir en los Hamptons portugueses sin arruinarse
Este nuevo alojamiento se inspira en los tradicionales pueblos alentejanos para atraer a viajeros interesados por la arquitectura, la artesanía y la gastronomía local así como por sus kilómetros de playas vírgenes
Acostumbrada a recibir a milmillonarios, de Jeff Bezos a Madonna, de Nicolas Sarkozy a ...
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Acostumbrada a recibir a milmillonarios, de Jeff Bezos a Madonna, de Nicolas Sarkozy a Philippe Starck, no es extraño que la paradisíaca región portuguesa de Comporta, a 80 minutos al sur en coche desde Lisboa, haya sido bautizada como los Hamptons portugueses, por su cercanía a la capital, como los Hamptons originales lo están de Manhattan para la clase alta neoyorquina. Más sorprendente resulta que el último hotel que ha abierto recientemente en la región, Independente Comporta, se haya inspirado en las tradicionales aldeas del Alentejo, al sur de Portugal, y aspire a democratizar el descanso en una de las zonas más exclusivas del sur de Europa.
Los 60 kilómetros de playas de arenas blancas y aguas cristalinas de Comporta, carentes prácticamente de construcciones, se enfrentan desde hace años a la tentación de convertirse en un patio de recreo exclusivo para milmillonarios. Por suerte para las 12.500 hectáreas de esta región, que forma parte de la reserva natural del Estuario del Sado, situada entre Alcácer do Sal y Grándola, en la costa del Alentejo, su preservación está garantizada. Al menos por ahora, gracias a la prohibición de construir a menos de 500 metros de la playa y a un número restringido de camas hoteleras (14.000), disponibles en todo el municipio de Grándola, que abarca la península de Tróia y las playas de Tróia, Comporta, Carvalhal, Galé, Alberta Nova y Melides.
“El número de camas disponibles sigue siendo limitado, si se tiene en cuenta la dispersión de la región. Gracias a eso, Comporta se mantiene como la extensión de playa sin apenas construcciones más larga de Europa. Es extremadamente importante que siga siendo así”, explica Duarte D´Eça Leal, uno de los cuatro hermanos que se encuentra detrás de Independente Comporta. El hotel se ubica a cinco kilómetros de la aldea de Muda, sobre 12 hectáreas de terreno. Allí se despliegan sus 40 habitaciones, dotadas de un pequeño patio, y sus 34 villas de distintos tamaños, desde estudios hasta casas de cinco habitaciones, con salón, chimenea, cocina abierta, piscina y jardín, vendidas a propietarios que pueden dedicarlas a la explotación hotelera durante el número de noches que deseen.
Toda su infraestructura reinterpreta, desde un punto de vista contemporáneo, la ordenación de las antiguas aldeas alentejanas y ha sido ejecutada respetando el curso natural de las dunas. Así, desde un espacio central a modo de plaza del pueblo, uno puede darse un baño de buena mañana en su piscina de agua salada, dar un bocado más tarde a una pizza hecha con masa madre, recién salida del horno ubicado junto a la pileta o, si dispone de más tiempo, disfrutar de algún plato local en el restaurante del hotel. A la hora de la sobremesa aguarda, para quien lo desee, uno de los mayores placeres de esta aldea moderna: la hoguera rodeada de bancos circulares, ordenados como anfiteatros, y pensada para charlar junto a otros viajeros, conocidos o extraños. Cuando el huésped desee retirarse, deberá seguir la pista de los naranjos, limoneros o higueras que marcan el camino hasta las habitaciones y villas, ubicadas entre las dunas, plagadas de pinos piñoneros y olivos propios del interior alentejano, a través de una finca carente de muros.
A 20 kilómetros de la playa de Comporta y a 14 de las de Carvalhal y Pego, este quiere ser un resort abierto, a medio camino entre el hotel boutique y las villas de lujo, en el que no sea necesario hospedarse para disfrutar de su restaurante, spa o las clases que organizan de yoga y pilates. “No buscamos al viajero que solo quiere broncearse y beber margaritas. Nos gustaría que nuestros huéspedes se animasen a pasear en bicicleta entre los campos de arroz o ayudarles a descubrir playas en las que, todavía hoy, es difícil encontrar a un ser humano a un kilómetro a la redonda. En Comporta, eso es todavía posible”, cuenta el fundador y administrador del hotel, que invita a que vecinos de los pueblos cercanos y huéspedes de otros alojamientos participen de sus eventos, que van desde conciertos de bandas locales hasta ciclos de cine clásico al aire libre, de Mastroianni a Almodóvar, mientras uno puede también tomarse una copa de vino en la enoteca o leer la prensa internacional que diariamente llega a su quiosco.
Señas de identidad
El respeto por las señas de identidad locales está presente en todos y cada uno de los detalles de este hotel de cuatro estrellas, de ambiente relajado y colores blanco, arena y tierra. Se aprecia en los objetos cerámicos del hall, en los tapices de lana típicos de la localidad de Arraiolos que decoran las habitaciones, en las lámparas de mimbre artesanas, las sillas de ratán del restaurante —cubiertas, además, por finas mantas confeccionadas por productores locales—, o las camas alentejanas, ubicadas en el exterior de cada cuarto, que invitan a sestear sin esperar necesariamente a que llegue la hora de la siesta.
Su inspiración en las aldeas se deja ver también en valores en los que priman la economía circular, la sostenibilidad (el hotel hace tratamiento de residuos y no dispone de botellas de plástico) y el apoyo a los artesanos locales, presente en el 90% de los diseños. De ahí que, por ejemplo, la propiedad haya cerrado una alianza con Manicomio, un proyecto que apoya a artistas locales que han experimentado alguna enfermedad mental y que decoran sus estancias principales, y otro con Isto, marca de tejidos 100% orgánicos que firma los uniformes de los empleados.
Una de las propuestas que mejor refleja el espíritu del hotel es el mercado de proximidad que, al menos una vez al mes, invitará a los productores de la zona a instalarse frente a su entrada. Los viticultores ofrecerán allí degustaciones de vino, se podrá probar ostras de la mano de sus cultivadores o comprar directamente el trabajo de los ceramistas o tejedores de tapices locales.
“En un lugar como Comporta, conocido por su exclusividad, nos gustaría que nuestros huéspedes disfrutaran también de experiencias en convivencia con otros viajeros. No pretendemos que pasen todo el día en el hotel, pero sí recuperar la sensación de vivir en una aldea y el disfrute de su estilo de vida”, comenta D´Eça Leal que, para reclutar a su personal, puso en marcha un peculiar proceso de selección. Solicitó un “curriculum vacacional”, en el que los aspirantes tuvieron que describir sus vacaciones soñadas, para atraer así a aquellos cuyas aspiraciones mejor reflejasen el espíritu Independente. Pensando en ellos, los promotores reformaron una antigua residencia de la tercera edad para alojar a sus empleados, el 50% de ellos locales, con la intención de que ayuden a los huéspedes “a descubrir las pequeñas joyas de la zona”. “No hay un solo hotel en la zona que no se preocupe porque su personal tenga un lugar donde dormir. La alta demanda de personal ha hecho también que mejoren los salarios y condiciones de los equipos”, explica el promotor sobre su política de contratación.
Con la vista puesta en los próximos cinco años, Independente tiene prevista una segunda fase de ampliación, con la puesta a punto de 30 nuevas villas, de una hectárea de terreno cada una, además de una pista de tenis y otra de pádel comunitarias, una huerta biológica de dos hectáreas y un terreno reservado para los viñedos. Aunque pocas atracciones podrán competir con la belleza de un simple paseo, a pie o a caballo, por una playa virgen del litoral atlántico europeo, mientras se divisan delfines a lo lejos o se contempla el vuelo de garzas y flamencos.
“¿Me preocupa que Comporta se convierta en un destino exclusivo y de difícil acceso?”, se pregunta este hotelero que dedicó su verano de los 19 años a fotografiar las aldeas alentejanas que inspiraron Costa Terra Club, la urbanización que desarrolló su padre en la región a finales de los años ochenta, ahora en manos de Discovery Land, una promotora estadounidense. “Quizá sea exagerado decir que Independente quiere democratizar el turismo en Comporta, pero sí nos gustaría abordarlo desde una perspectiva más inclusiva”, responde sobre un proyecto cuyas estancias se alquilan en temporada baja por entre 180 y 300 euros (de 300 a 550 en temporada alta) y las villas por entre 500 y 1.800 euros.
En una región en la que la alta demanda se enfrenta a una oferta escasa, y a menudo disparada de precio, esta aldea del siglo XXI le gustará al viajero que, sin necesidad de ser millonario, aprecie el lujo de lo sencillo. A quien busque la exclusividad sin convertirse en un ermitaño durante su tiempo de descanso. Y al que sepa apreciar la cultura local y lo que la contemporaneidad puede aportar a la idea misma de lo que deberían ser unas buenas vacaciones.
Comporta en un bocado
Con productos tan frescos como los que ofrece el mar, es fácil acertar en la elección de un buen restaurante en Comporta. Siempre que uno sepa esquivar los elevados precios de algunos de sus chiringuitos de moda. Por eso aconsejamos buscar la mejor cocina regional en estos cinco restaurantes.
- En Maroto, el restaurante de Independente Comporta, se reinterpretan algunos de los mejores platos de la cocina del Alentejo. Desde una sabrosísima sopa de cazón hasta una açorda alentejana, una humilde sopa de la cocina portuguesa a base de pan duro, hierbas aromáticas y bacalao, que sirven para adentrarse en la gastronomía de la región. El rodaballo a la parrilla o el conejo ahumado y la presa de cerdo negro alentejano, presentes en una carta para todos los bolsillos, son un buen segundo plato.
- La cocina local puede degustarse también en el clásico Dona Bia o en Ilha do arroz, la terraza con vistas al Atlántico en la que, además de unas impresionantes puestas de sol, se pueden disfrutar algunos de los mejores pescados y arroces de la zona. Su dueña, Isabel Carvalho, nos cuenta que pasó de trabajar de programadora en Atelier de construcions électriques de Charleroi, la compañía que Hergé visitó para inspirarse para Tintín, Objetivo: la luna, a servir aquí magníficos arroces caldosos con rape, carabineros o navajas o los pescados del día más frescos. Tiempo después llamó la atención de Carvalho la cantina abandonada de una fábrica para el tratamiento de arroz. Allí abrió el Museo do Arroz que, desde 1996, ofrece el tradicional arroz de tamboril, guiso de cataplana, a base de pescado y marisco o almejas ao bulhão pato, que aconsejamos comer en la misma terraza en la que Claudia Schiffer o Christian Louboutin, algunos de sus clientes habituales, han disfrutado de unas impresionantes vistas sobre los arrozales. Junto al restaurante se encuentra , además, un museo (abierto de junio a septiembre) que permite conocer los tradicionales métodos de producción arrocera.
- A la espera de la reapertura en 2024 del Museo do Arroz, el viajero que quiera conocer por dónde se mueve ahora la nueva cocina portuguesa puede acercarse a Mesa. Este acogedor y cosmopolita restaurante, abierto el pasado verano, está pensado para quienes busquen sorprenderse con platos como el ceviche con pescados de la zona, ostras gratinadas o una magnífica selección de vinos de algunos de los productores portugueses más innovadores.
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