Al encuentro de ‘El Abuelo’ en Chavín, el árbol más grande de España

Este ejemplar de casi 62 metros de alto preside el eucaliptal del Souto da Retorta (Lugo). A pocos kilómetros esperan la ría de Viveiro, la legendaria cueva de la Doncella y la fotogénica punta de Fuciño do Porco

Vista panorámica del eucaliptal del Souto da Retorta (Lugo).Andrés Campos

Cerca de Viveiro (Lugo), en uno de los bosques más septentrionales de la península Ibérica, se yergue O Avó, El Abuelo, un eucalipto plantado en 1880 que es considerado el árbol más grande de España. Nueve hombres hacen falta para abrazar su tronco de 10,5 metros de perímetro. Tiene una altura de 61,78 metros, como un edificio de 20 plantas, y un volumen de 75,2 metros cúbicos. Esto, por si alguien no se lo imagina, es muchísima madera, suficiente para forrar de tablas la Praza Maior de Viveiro. Dos veces.

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Cerca de Viveiro (Lugo), en uno de los bosques más septentrionales de la península Ibérica, se yergue O Avó, El Abuelo, un eucalipto plantado en 1880 que es considerado el árbol más grande de España. Nueve hombres hacen falta para abrazar su tronco de 10,5 metros de perímetro. Tiene una altura de 61,78 metros, como un edificio de 20 plantas, y un volumen de 75,2 metros cúbicos. Esto, por si alguien no se lo imagina, es muchísima madera, suficiente para forrar de tablas la Praza Maior de Viveiro. Dos veces.

Para visitar a El Abuelo hay que acercarse al Souto da Retorta, que así se llama el bosque en cuestión, el cual está bien señalizado a 6,5 kilómetros de Viveiro, en el lugar de Calvoso (parroquia de Chavín). También está bien indicado, con un panel al principio, el sendero que recorre esta magnífica espesura: es muy sencillo, de solo dos kilómetros (una hora, ida y vuelta), llano y sin extravío posible, pues discurre en todo momento entre el río Landro y el canal de desagüe de una central hidroeléctrica.

Aprovechando que no hay pérdida, recordaremos que los eucaliptos llegaron a Europa en el siglo XIX, cuando el misionero gallego Rosendo Salvado llevó a Australia la palabra de Dios (“Noso Pai, que estas no Ceo. / Santificado sexa o teu Nome...”) y se trajo a cambio unas semillas de Eucalyptus globulus. Y que todos los que se ven en el Souto da Retorta fueron plantados entre 1880 y 1912 para ayudar a drenar los terrenos bajos encharcados por los afluentes del Landro. A medio camino, en una cerrada curva del río, se encuentra El Abuelo —declarado Monumento Natural, junto con otros 600 ejemplares del Souto da Retorta— y, próximo a este coloso, un eucalipto de 68 metros, el más alto de Europa (aunque, por volumen, es algo menos grande que el primero). Al llegar a la central hidroeléctrica, el sendero acaba y toca volver por el mismo camino, admirando la bóveda vegetal que forman, junto con los altísimos eucaliptos, castaños, robles, alisos, fresnos y arces. El sol no nos quemará, eso seguro, pero de tanto pegar el occipucio a la espalda, la tortícolis puede ser mortal.

'O Avó, El Abuelo', un eucalipto plantado en 1880 en Lugo que es considerado el árbol más grande de España.Andrés Campos

Como la excursión es cortita, podemos hacer doblete de senderos en una sola jornada visitando el Pozo da Ferida, una poza donde el río Loureiro, afluente del Landro, se remansa después de pegar un salto de 30 metros de altura. Es otra ruta circular sencilla, de menos de una hora. En Google Maps aparece bien indicado el punto de partida, en Xove, a cinco kilómetros del Souto da Retorta. Y en Wikiloc se puede descargar el track de la ruta. ¿Y si no tenemos navegador, ni forma de acceder a internet? Pues se puede encontrar el lugar a la antigua usanza, preguntando a los paisanos.

Explorando la ría de Viveiro

Otro día (o el mismo, si lo aprovechamos a tope), nos acercaremos al mirador de San Roque, a cuatro kilómetros de Viveiro. Desde allí veremos cómo el río Landro, el mismo que da de beber a El Abuelo y sus gigantescos hermanos, saca pecho y desagua en el Atlántico formando una amplia ensenada, la ría de Viveiro, limitada a naciente por el monte Faro y a poniente por la punta de Fuciño do Porco. A la derecha de Viveiro, se ve hormiguear los palangreros en el puerto de Celeiro, el más importante de merluza de pincho en España y el tercero en volumen de capturas de Galicia. A la izquierda, se observará cómo extiende su sábana de kilómetro y medio la playa de Covas y cómo, poco más allá, se esconde la más chica y salvaje de Sacido.

Las que no se ven desde el mirador de San Roque y habrá que acercarse para hacerlo son la playa Abrela y la cercana cueva de la Doncella. Según la leyenda, en esta gruta vive una hermosa doncella de rubia cabellera y blancas vestiduras que, al romper el alba en la mañana de San Juan, baja del acantilado para bañarse y desenredar sus abundantes y sedosos cabellos con un peine de oro y brillantes. También se dice que fueron los narcotraficantes los que usaron esta gruta para ocultar sus alijos y los que inventaron el cuento para alejar a los curiosos. Como mínimo, se ha de tener precaución, porque hay que gatear 15 metros por un túnel y luego asomarse a un balcón que quita el hipo, desde donde se contempla cómo el Cantábrico acaricia o golpea, según el día que tenga, los acantilados entre la punta del Caballo y la playa. Barandillas no hay, claro.

El río Landro discurre por todo el eucaliptal de Souto da Retorta (Lugo).Andrés Campos

Continuaremos el recorrido por la margen occidental de la ría hasta la punta de Fuciño do Porco (Hocico del cerdo, en gallego), un lugar del que pocos habían oído hablar hasta hace unos años, cuando los únicos que se acercaban a este afilado cabo eran los técnicos que reparaban y mantenían la radiobaliza allí instalada. Ahora atrae a tanta gente que incluso hay que reservar plaza si se quiere visitar en verano. Una senda escalonada que sube y baja por la crestería del promontorio, vertiginosa y fotogénica a más no poder, es la culpable de tanta fama. Para evitar una excesiva afluencia de público en ciertos momentos, que haría peligroso transitar por estos despeñaderos, solo se puede permanecer en el paraje 45 minutos. Aquí sí que hay barandillas.

El saliente costero llamado Punta Socastro o Fuciño do Porco.getty images

En algún momento habremos de recalar en Viveiro, que es un buen lugar para hincarle el diente a los pescados y mariscos que arriban cada día a la lonja de Celeiro. Después de andar de acá para allá viendo cosas altísimas (árboles, cascadas, acantilados…), merece la pena hacer un último esfuerzo y levantar la mirada para contemplar, en la Puerta de Carlos V, el escudo y el busto del emperador, al que los vecinos estaban tan agradecidos por haberles eximido de impuestos tras el incendio de 1540 que le dedicaron este arco triunfal. ¡Ay, el cuello!

Guía

  • Comer. A Fonte, en Viveiro (982 56 02 00). Restaurante familiar cerca del casco histórico, muy concurrido. No reservan y, a veces, toca esperar un poco. Raciones abundantes de pulpo, calamares, zamburiñas, almejas... Menú del día interesante. O Filón, en Viveiro (982 55 00 60). Típica churrasquería para comer bien, barato y variado, sobre todo si se eligen medias raciones.
  • Dormir. Las Sirenas; se encuentra sobre los acantilados de la playa de Sacido. Cuenta con centro de talasoterapia y restaurante panorámico. Pazo da Trave, en Galdo. Es un hotel rural con encanto en un histórico pazo con 8.000 metros cuadrados de jardín y piscina de temporada, a medio camino entre Viveiro y el eucaliptal de Chavín. 

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