Madrid para melómanos

Tiendas especializadas, centros culturales o un bar donde siempre suenan piezas barrocas. Pistas para los amantes de la música clásica

Entrada de la Fundación Juan March, en Madrid.samuel sánchez

Los amantes de la música clásica enseguida pensarán en Viena o Berlín como ciudades europeas de referencia para su afición. Pero si a cualquier melómano la vida le lleva a Madrid, descubrirá que la capital española es capaz de saciar su sed musical por completo, y así lo evidencian tiendas especializadas, espacios culturales o, simplemente, los paseos por algunas de las calles de la...

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Los amantes de la música clásica enseguida pensarán en Viena o Berlín como ciudades europeas de referencia para su afición. Pero si a cualquier melómano la vida le lleva a Madrid, descubrirá que la capital española es capaz de saciar su sed musical por completo, y así lo evidencian tiendas especializadas, espacios culturales o, simplemente, los paseos por algunas de las calles de la ciudad.

cova fernández

De hecho, en cualquier caminata por el centro es fácil toparse con placas conmemorativas que reactivan la memoria musical de Madrid. Dos de ellas señalan dónde vivió el compositor italiano Luigi Boccherini: una en el número 26 de la calle de la Madera, en Malasaña, y otra en el número 5 de la calle de Jesús y María. En 1770, Boccherini fue nombrado compositor de la capilla real del infante Luis de Borbón y Farnesio, hermano de Carlos III, y hoy se siguen tarareando muchas piezas suyas como el célebre Minuetto o su Música nocturna de las calles de Madrid. A pocos pasos de la Puerta del Sol, en la calle de la Paz, 13, una placa da fe de la primera visita del compositor húngaro Béla Bartók, quien vivió en este edificio en 1906. Isaac Albéniz, por su parte, lo hizo en la calle de San Onofre, 4, mientras estudiaba en el Conservatorio de Madrid. Junto a su casa hoy se sienten los efluvios apetitosos de los pasteles del Horno San Onofre.

Quienes necesiten bibliografía y discografía especializada en música clásica han de acudir a la librería La Quinta de Mahler, donde además se celebran actos vinculados con la música. En el mismo barrio de Chamberí se encuentra El Argonauta, otra librería con un selecto catálogo de títulos. Y si a alguien le surge el impulso de comprar un instrumento de arco, o de alquilarlo para comenzar a estudiar, puede acudir a Violines de Luthier o al local de Luthier Vidal, ambos en el barrio de las Letras. En la cercana zona de Ópera, junto al Teatro Real, se encuentran también varias tiendas donde hallar todo lo relacionado con la práctica de la música. Una de ellas, Ars Antiqva, está especializada en instrumentos, cuerdas y partituras para interpretar melodías renacentistas y barrocas.

Uno de los secretos mejor guardados de Madrid es la posibilidad de tomar prestados instrumentos de la Biblioteca Musical Víctor Espinós. Situada en el Centro Conde Duque, esta tiene un gran fondo de partituras y, cuando las medidas sanitarias lo vuelvan a permitir, también cede sus cabinas de estudio a quienes las soliciten.

Uno de los violines que forma parte de los Stradivarius Palatinos en el Palacio Real.patrimonio nacional

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Violines del pasado

Aunque no seamos estudiantes de los cursos más avanzados de música, hay motivos de sobra para franquear las puertas del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (RCSMM). Allí, previa cita, pronto se podrá volver a visitar junto a un guía su pequeño, pero completo, museo de instrumentos, que nos cuenta historias del pasado. En una de sus salas se encuentra el violín de Pablo Sarasate, un Stradivarius que solo sale en contadas ocasiones y con motivo de algún recital. Lo mismo ocurre con los Stradivarius Palatinos: los cuatro instrumentos decorados (dos violines, una viola y un violonchelo) que todo aquel que visite el Palacio Real podrá admirar, pero también escuchar ocasionalmente en algún concierto.

Lo que es un secreto para muy pocos es que las dos salas del Auditorio Nacional de Música son los espacios de referencia para los melómanos de Madrid. Allí no solo toca la Orquesta Nacional de España en su ciclo anual, sino un elenco de músicos internacionales en un sinfín de programas. El ciclo Bach Vermut, en el que suena el impresionante órgano de la sala sinfónica, es uno de los más populares, y se celebra un sábado al mes a las doce y media de la mañana. Por su parte, el teatro Monumental de calle de Atocha es la casa de la Orquesta de RTVE, y por las noches, también la de algunos grupos de cámara y de jazz.

Muchas otras instituciones ofrecen conciertos desde hace décadas: una de ellas es la Fundación Juan March, que por el momento, debido a la crisis de la covid-19, ofrece su programación por vía digital. La Escuela Superior de Música Reina Sofía, en cambio, ha vuelto a lucir con orgullo el virtuosismo de sus alumnos en los recitales del Auditorio Sony de su propia sede. Otro faro musical madrileño es la Residencia de Estudiantes, visitada por músicos como Stravinski o la clavecinista Wanda Landowska a principios del siglo XX. En su programación abundan los conciertos de música de cámara y en su salón de actos sigue residiendo un huésped de honor: el piano de cola Bechstein de 1912 sobre el que pusieron sus manos Falla, Ravel, Poulenc y, por supuesto, Lorca.

Transbaroque, un nuevo local de música barroca en el barrio de Las Letras.

El último en incorporarse a la lista de espacios musicales es Transbaroque, de nuevo en el barrio de las Letras. En este lugar inclasificable se pueden tomar cócteles que llevan nombres de compositoras barrocas como Barbara Strozzi o Madame de Montespan, siempre con música barroca de fondo. Para abrir boca están ofreciendo microconciertos en directo de 10 minutos, mientras preparan espectáculos más largos y sorprendentes, acompañados de proyecciones en video mapping que nos transportarán a la Francia del XVII.

Y una parada más. Para descubrir los entresijos de un teatro de ópera y así apreciar aún más este género en el que participan cientos de personas, entre músicos, técnicos, maquilladores y especialistas en vestuario, lo más acertado es apuntarse a las visitas del Teatro Real, que, cuando se reanuden, nos permitirán acceder a los camerinos, los talleres, el escenario o ver de cerca el montaje de una escenografía.

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