8 fotos

Los rostros del estallido social en Colombia

Miles de colombianos completan un mes de manifestaciones y marchas, en una de las protestas más largas de la historia reciente del país. Estos son algunos de los protagonistas y las razones de su descontento con el Gobierno de Iván Duque

Andrés Sánchez, 28 años. Marcha y trabaja. Camina y rebusca. Protesta mientras recoge latas, cartones que lleva en un costal. En uno de esos cartones pintó su razón para manifestar: “por un país más equitativo, sin discriminación” escribió con marcador en un pedazo que recogió en la mañana. “Estoy acá para apoyar al pueblo y aprovecho la marcha para rebuscar”, dice mientras camina por la avenida séptima de Bogotá. Sánchez terminó el bachillerato y estudiaba instalación de redes en el Sena, un instituto técnico estatal, pero se “desordenó”, confiesa. Ahora recoge material reciclable que vende por 3.000 pesos el kilo (menos de un dólar) con lo que ayuda en su casa, a su mamá. “Algún día quiero estudiar zoología. Lo mío son los animales”, dice el joven que vive en Las Cruces, un barrio pobre del centro de Bogotá, donde desde hace un mes termina su marcha y su jornada de trabajo.IVÁN VALENCIA
“Marcho para acompañar a los estudiantes, por un futuro con mejor salud y educación para mis hijos”, dice Jessica Preciado, de 27 años, empleada de limpieza en un colegio. Lleva en sus brazos a Samuel, de ocho meses y acomoda una pañoleta en la cara de Nicolás, su niño de nueve. A su lado, su madre, Ana Preciado y en el carrito del bebé una docena de huevos que les acaban de regalar. En algunos puntos de las marchas les dan comida a los manifestantes. Es la primera vez que ella sale en un mes de manifestaciones pero dice que quería hacerlo antes. “Marcho también por mejores oportunidades para mí”. Es difícil: “O no dan trabajo porque uno no tiene estudio, porque no tiene experiencia o porque está muy joven. Entonces, ¿qué le toca hacer a uno? Salir a las calles a vender a hacer lo que sea”. ¿Miedo por la violencia en las marchas? “No. Las redes sociales están muy censuradas, las noticias no cuentan las cosas como son”, dice Preciado.IVÁN VALENCIA
“Dicen que estas marchas son de los jóvenes pero también son de nosotros los cuchos (viejos), son de todos”, asegura Yolanda Rico, profesora de biología en un colegio público. Cubierta con una bandera de Colombia, sombrero de colores y tapabocas, esta mujer de 52 años lleva un mes marchando. Comenzó el 28 de abril y dice que no ha parado. “A los muchachos los están masacrando, desapareciendo. Por eso estoy acá”, afirma y enumera el listado de razones que tiene escritas en un cartón de leche, a manera de lección en un tablero de clase. “No pedimos asistencialismo ni limosna, no se trata de que le den a la gente 160.000 pesos (40 dólares que entrega el Gobierno de Iván Duque a los más pobres), sino de rescatar el trabajo digno y que volvamos a tener prestaciones sociales decentes, que los muchachos no terminen el estudio y se queden en el aire, sin opciones”.IVÁN VALENCIA
“Marchamos porque buscamos la igualdad de derechos para todos. Llegamos a un punto de no retorno, estamos convencidos de que podemos cambiar el país”. La que habla es Ginis, una marioneta que se ha vuelto común en las marchas en Colombia desde 2019. Su voz se la presta Gina León, artista y fotógrafa que salió a marchar representando al colectivo AGarrapata. Lo hace junto a Richard Caro, titiritero y voz de Don Alirio, un campesino de Boyacá que protesta por los que no pueden salir o les queda imposible dejar de trabajar. “Desde el arte queremos comunicar el aburrimiento del pueblo por todas las políticas públicas y los malos manejos de este Gobierno”, dice el actor que marcha, como muchos en Colombia, en bicicleta.IVÁN VALENCIA
Para Omar Rodríguez el paro nacional encarna una paradoja: le da trabajo. El empleo que le ha sido esquivo como actor de teatro durante la pandemia del coronavirus se le presenta en las marchas. Representa a un obrero para una comparsa de la Central Unitaria de Trabajadores. “Actúo como obrero citadino y a través de él denuncio que los trabajadores tienen horarios muy estrictos y malos salarios; pero al mismo tiempo estoy como actor denunciando que los artistas no hemos tenido apoyo del Gobierno”, dice. De 30 años, Rodríguez lleva media vida en el mundo de la danza y las artes escénicas en las calles. “Muchos grupos locales de danza o teatro han decaído o han fracasado por falta de gestión de los entes culturales. Estamos acá para reivindicar el trabajo digno”, dice.IVÁN VALENCIA
“Creemos que la salud no es un negocio”, asegura con firmeza Marleny Muñoz, enfermera de un hospital en el noroccidente de Bogotá, mientras marcha junto al sindicato de trabajadores sanitarios al que pertenece. Esa es su principal motivación para echarse a la calle en plena tercera ola de la pandemia en Colombia, un país que ha reportado más de 400 muertos diarios por la covid-19 durante las últimas semanas. El momento nunca va a ser ideal para manifestarse, razona Marleny, pero “si todos no ponemos un granito de arena no estamos en nada”. A sus 40 años tiene dos hijas y ya es abuela, pues la mayor, una universitaria de 21, también es mamá. “Es un buen ejemplo para ellas, la mayor no ha podido salir debido a que estudia y trabaja, pero yo la represento”, asegura. Muñoz ha estado sostenidamente en la calle este mes porque no se fía de este Gobierno, ni cree que haya desistido realmente de las reformas tributaria y a la salud que las protestas le han llevado a retirar. Solo sale de día y con las organizaciones sociales, explica. Censura los episodios de vandalismo que se suelen producir en las noches, aunque los atribuye a la agresividad de las fuerzas de seguridad. “Si el Esmad o la policía no atacan, los jóvenes funcionan bien”, sostiene.IVÁN VALENCIA
“Estoy en esta manifestación porque me nace, me gusta, soy feliz. Y también para que los jóvenes tengan un mejor futuro”, proclama Luz Nelly Vargas junto a la Plaza de Bolívar, el corazón de Bogotá. A sus 75 años salta y entona a todo pulmón el popular “a parar para avanzar”, el cántico que sale de los parlantes de los grupos de comparsas organizados por las centrales obreras. Usa tapabocas. Todavía no se ha vacunado, pero no le teme al contagio: “hace un mes estoy marchando, no me da pereza, y gracias a dios, nada”. Trabajó muchos años en una fábrica de licores, pero ahora se dedica a labores domésticas. Marcha casi a diario junto a su hijo René, de 52 años, “dándoles ánimos a los jóvenes”. Vienen de Soacha, un municipio aledaño a la capital que ha sido escenario de protestas, disturbios y la quema de un bus articulado esta semana. “Gústeles o no les guste, el paro no va a parar”, asegura.IVÁN VALENCIA
Detrás de una máscara escarlata de lucha libre mexicana, Juan Manuel Cristancho, un profesor de teatro de 41 años, explica con elocuencia que la usa como una manera de construir un símbolo. “Significa la lucha. La Educación es una lucha contra los diferentes tipos de pobreza: espiritual, económica, social. Soy hijo de la Educación, no de la herencia, y eso me ha permitido viajar a diferentes lugares del mundo, creo que acceder a eso es un derecho fundamental”. Trabaja en un colegio del sur de Bogotá, pero no pertenece a los sindicatos de maestros. “No marcho solo por una causa, me vinculo a las múltiples causas que en este momento se hacen visibles”, apunta. “No es una lucha obrera solamente. Es una lucha de comunidades LGBT, campesinas, de los camioneros, de jóvenes, de feministas. Al no ser una marcha de un solo gremio esto requiere de una Torre de Babel en la cual se escuchen a todas esas lenguas que están hablando. La solución es escucharse”.IVÁN VALENCIA