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El aire, el agua y el oído, víctimas del país más polucionado del planeta

Un recorrido por las calles, fábricas y ríos de Bangladesh muestra la terrible situación a la que se enfrentan sus habitantes

Bangladés es buen ejemplo de todo lo que no se debería hacer: su atmósfera y sus ríos son tóxicos. Incluso es un peligro para los oídos. Según el estudio La Calidad del Aire Mundial de la suiza IQAir, Bangladés es el país más contaminado del mundo.
El desarrollo económico también se ha traducido en un gran aumento del número de vehículos de motor, que son una creciente fuente de contaminantes a la atmósfera.
Bangladés es un país lleno de ríos, pero la gran mayoría están sobreexplotados y contaminados. Parte del caudal del río Buriganga se ha secado y es ahora un gran vertedero al aire libre, lleno de plástico y de basura.
Un bangladesí con dos muestras de agua recogidas en dos puntos del Buriganga.
Este es uno de los puntos en los que las depuradoras vierten el agua del río Daleshwar. Son gigantescas tuberías que discurren semienterradas de forma perpendicular a la orilla del río. Es fácil dar con sus bocas. Solo hay que buscar el punto en el que el caudal cambia de color.
Interior de una de las tenerías, en las que se trabaja sin apenas medidas de seguridad.
En las fábricas se utilizan multitud de químicos peligrosos que terminan en los ríos sin depurar.
Un grupo de hombres lava plástico para su reciclaje en el Buriganga.
Bangladés es el país más contaminado del mundo y Dacca la segunda capital con la mayor concentración de partículas en suspensión. La fuente de la que mana gran parte de estas partículas nocivas también se aprecia claramente desde el aire: las fábricas de ladrillos dibujan un cinturón de chimeneas humeantes que ahogan a Dacca.
Más de 7.000 fábricas producen unos 23.000 millones de ladrillos al año. Cada una emite unas 53 toneladas de CO2 por temporada.
También se estima que las ladrilleras son la fuente del 60% de la contaminación atmosférica de la capital. Y no cuesta entender por qué. El barro con el que se producen los ladrillos se extrae de las márgenes del río, y, después de ser mezclado con agua, amasado, y secado, es transportado hasta el gigantesco horno con una chimenea en el centro.
Por si fuese poco, existe una tercera polución, invisible, a la que pocos prestan atención, pero que también tiene consecuencias graves: la acústica. Bastan unos minutos en las calles de Dacca para sentir que los oídos sufren una agresión constante.
Un limpiador de oídos con un cliente. Muchos creen que tienen cera pero, en realidad, sufren sordera.
Medición de 83 decibelios en una calle normal y corriente de la capital, Dacca. Por encima de los 60, el ruido es poco saludable.
La contaminación acústica procede de todo tipo de fuentes. Los megáfonos de triciclos y comerciantes es una de ellas.