Esta pariente cercana de la naranja —ambas pertenecen a la familia botánica Citrus— procede del sudeste asiático. De allí pasó, ya en el siglo XIX, a Inglaterra y al huerto de un orfanato religioso en Argelia, regentado por el padre Clément Rodier. El apellido del clérigo sirve para rebautizar esas dulces frutas como mandarina clementina. Un siglo después, en 1953, un mandarino clementino del pueblo de Nules (Castellón) sufre una mutación espontánea, dando lugar a una mandarina de mayor tamaño, color naranja intenso, muy sabrosa, sin pepitas y que se pela con facilidad. Se rebautiza como clementina de Nules o clemenules. Actualmente, la mitad de las mandarinas que se producen en España son clemenules. Otras variedades son las clemenvillas, híbridos y satsumas (originarias del Japón).
La temporada de la mandarina va desde comienzos de otoño hasta marzo. La regla de oro para dar con una mandarina jugosa es poner en marcha el tacto, el olfato y la vista. "Conviene seleccionar las de mayor densidad, es decir, las que veamos que más pesan a pesar de que nos parezcan pequeñas", asegura Pablo Barcina, dietista-nutricionista en Tecnutrition. Luego acércatela a la nariz: un intenso aroma cítrico augura una fruta madura y jugosa. La textura de la cáscara también aporta pistas. "Las naranjas y mandarinas con la cáscara más fina tienden a ser más jugosas que las que la tienen más gruesa", explica Barcina. No te dejes guiar por el color: existen naranjas maduras con la cáscara verde.
Se consume fundamentalmente como fruta en fresco, pero también pueden encontrarse gajos de mandarina en conserva. Se usan, sobre todo, en ensalada por su sabor dulce y cítrico. Confitada y en almíbar es un recurso muy apreciado en repostería.
Menos vitamina C y más A
El 88,3% de una mandarina es agua. Por cada 100 gramos aporta 9 gramos de carbohidratos y 1,9 gramos de fibra, localizada sobre todo en la parte blanca entre la pulpa y la cáscara. Se generoso a la hora de pelarla y no retires toda la parte blanca. Tu tránsito intestinal te lo agradecerá.
Donde realmente marca distancias con su prima mayor es en el aporte vitamínico: aporta un 30% menos de vitamina C que la naranja (35 mg vs 50mg), pero más del doble de vitamina A (106 mcg vs 46 microgramos). No obstante, aunque ambas son ricas en vitamina C, ninguna alcanza los 120 mcg mínimos para poder decir que son fuente de vitamina A. Tampoco nos rasguemos las vestiduras: como en todo en una dieta saludable, se suma para completar.
Pese a que se suele creer que la vitamina C de los cítricos previene los resfriados, la ciencia ha demostrado que no es así. Sí parece probado que atenúan su intensidad o duración. Y, desde luego, interviene en la formación normal de colágeno, la asimilación del hierro y en el mantenimiento normal del sistema inmunológico.
La mandarina también aporta pequeñas cantidades de potasio (160 mg) y magnesio (11 mg), pero no la suficiente como para afirmar que sean una fuente de estos minerales. ¿Decepcionado? Para nada. Al igual que con la vitamina A, todo suma.
Cambia el cigarrillo por una mandarina
Si eres fumador, busca ayuda para abandonar el hábito. Las mandarinas podrían ponerte en el camino. Un estudio de la Universidad de Búfalo (EE UU) concluye que los fumadores con una ingesta superior de frutas y verduras fuman menos cigarrillos al día, esperan más tiempo a fumar su primer cigarrillo de la jornada y muestran una dependencia menor a la nicotina. El director del estudio, el profesor Jeffrey P. Haibach, concluye que los fumadores que incorporan más frutas y verduras a la dieta tienen tres veces más posibilidades de dejar de fumar que los que no. Estudios anteriores ya habían demostrado el consumo de frutas y verduras se incrementa como consecuencia de dejar de fumar.
Otro estudio anterior, también publicado en el Journal Nicotine & Tobacco Research, sugería que las frutas podrían formar parte de una dieta para dejar de fumar por hacer menos apetecibles los cigarrillos. "Según se pudo comprobar en un estudio realizado por investigadores de la Universidad Duke de Carolina del Norte (EE UU), algunos alimentos empeoran el sabor del cigarrillo, entre ellos las frutas, las hortalizas y los productos lácteos", explica la endocrinóloga Julia Álvarez, jefa de la sección de Endocrinología y Nutrición en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares.
Aprovecha hasta la cáscara
A la mandarina le va la marcha. Hace buenas migas con los cítricos más ácidos, como la lima o el pomelo. También con las bayas de enebro, por lo que, si eres amigo de echarle frutas al gintonic, esta es una buena elección. En cuanto a las especias, combina bien con el cilantro fresco, el estragón, el romero y la albahaca.
La cáscara de la mandarina acumula polifenoles antioxidantes y fibra. En vez de tirarla al cubo de la basura, prueba a usarla en infusiones. O rállela y añádala como condimento aromático a su ensalada o postres.
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