Columna

Asesores en serie

Hemos reemplazado el viejo partido por un postpartido con estructuras virtuales y todo el poder concentrado en el hiperlíder

Pablo Casado, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Albert Rivera durante el debate electoral celebrado en Atresmedia el pasado 23 de abril.ULY MARTÍN

Los asesores son los mayordomos de esta película de suspense que es la política. Todo el mundo sospecha que ellos son los responsables de la ingobernabilidad. Desde las mazmorras de palacio leen los huesos de las encuestas y, mezclando mieles y venenos, preparan brebajes en forma de eslóganes con los que encantar al pueblo. Y a fe que aciertan, para regocijo de sus jefes, y desesperación del sistema democrático en su conjunto.

Nuestra inestabilidad política no se debe a la sustitución del bipartidismo por el multipartidismo. Hemos pasado de dos a cinco, ...

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Los asesores son los mayordomos de esta película de suspense que es la política. Todo el mundo sospecha que ellos son los responsables de la ingobernabilidad. Desde las mazmorras de palacio leen los huesos de las encuestas y, mezclando mieles y venenos, preparan brebajes en forma de eslóganes con los que encantar al pueblo. Y a fe que aciertan, para regocijo de sus jefes, y desesperación del sistema democrático en su conjunto.

Nuestra inestabilidad política no se debe a la sustitución del bipartidismo por el multipartidismo. Hemos pasado de dos a cinco, quizás seis tras el 10-N, formaciones relevantes. Pero el problema no es la cantidad de partidos, sino su calidad. Hemos reemplazado el viejo partido, con sus extensos andamiajes, contrafuertes y arbotantes, por un nuevo tipo de organización posmoderna; un pospartido con estructuras virtuales y todo el poder concentrado en el hiperlíder. Y en su exquisita corte de consejeros áulicos.

Se ha roto la tradición de prestar atención a los barones y a los nobles curtidos en mil batallas. La dilatada experiencia en política ya no es un grado, sino un lastre, porque el veterano, que las ha visto de todos los colores, tiene la manía de pensar con las luces largas. Y, hoy, solo importan los expertos en inflar la popularidad del político en las encuestas de la mañana siguiente.

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Los políticos confían en los asesores porque, y ahí subyace la trampa, sus resultados son visibles. Los asesores rinden cuentas numéricas de sus logros y fracasos: las flechas hacia arriba o hacia abajo en la intención de voto. Por consiguiente, no guardan balas en la recámara. Como aquel entrenador del Real Madrid que, pendiente de la aprobación del palco cada semana, alineaba en todos los encuentros a todos los galácticos. Maximizaba las opciones de ganar cada domingo, pero a costa del rendimiento en el conjunto de la temporada.

Los asesores se juegan todas las cartas que tienen. Hoy llaman “banda” a los adversarios; mañana, “enemigos de España”, y pasado, “usurpadores de votos”. Y cada día presentan un saldo positivo: con mensajes agresivos arañan siempre unos votos. Pero, abusando de la frase fácil, los líderes van perdiendo, a los ojos de los electores, credibilidad, solvencia y estatura moral. Así es como los asesores van llevando a nuestros políticos de victoria en victoria hasta la derrota final. @VictorLapuente

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