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La muerte lenta de Ignalina

Lituania entró en la UE en 2004, pero con la condición de desmantelar la central nuclear que garantizaba su independencia energética de Moscú

Los dos reactores de la central nuclear de Ignalina aún tienen que ser desmantelados. El calendario estipula que esta zona estará libre de contaminación en 2038.Carlos Rosillo
Ina Daukšienė lleva 25 años haciendo visitas para revisar la central de Ignalina.Carlos Rosillo
Operarios caminan por los largos pasillos de la planta nuclear soviética de Ignalina (en Lituania).Carlos Rosillo
Audrius Kamienas, director general de la central nuclear de Ignalina.Carlos Rosillo
Uno de los dos reactores nucleares de Ignalina. La UE considera que ambos reactores son más peligrosos que el que estalló en Chernóbil (Ucrania) en 1986.Carlos Rosillo
Detalle de una de las señales escritas en ruso de la central nuclear, de la época de la URSS, en Ignalina, Lituania.Carlos Rosillo
Alexander Jegorov, en la sala de control de la central nuclear de Ignalina (Lituania).Carlos Rosillo
Vista desde el interior de uno de los pasillos de la central nuclear de Ignalina que Lituania está desmantelando con fondos europeos.Carlos Rosillo
Una mujer pasa uno de los muchos controles que aseguran que no sale radiactividad de la planta nuclear de Ignalina, en Lituania.Carlos Rosillo
Uno de los paneles de la sala de control de la planta nuclear de Ignalina, en Ucrania.Carlos Rosillo
Zenobija Mikelevič, de 50 años, y su esposo, Antanas Mikelevičius, ingeniero hidráulico de 57 viven en la frontera con Bielorrusia, donde se está levantando una central nuclear que no cumple con los estándares europeos y que representa una amenaza para Lituania y la región del Báltico.Carlos Rosillo
Vista del desmantelamiento y descontaminación de la central nuclear de Ignalina, en Lituania.Carlos Rosillo
Parte del panel de control de la central nuclear de Ignalina, en Lituania, donde los mandos están escritos en ruso. La planta fue construida en los ochenta, cuando Lituania formaba parte aún de la URSS.Carlos Rosillo
Alexander Jegorov, de 60 años, dice que está triste por el desmantelamiento de lo que ha sido su vida durante los últimos 30 años.Carlos Rosillo
Almacén de residuos nucleares en la central de Ignalina, en Lituania.Carlos Rosillo
Una trabajadora deja su ficha al salir de la central. Los huecos vacíos son el espacio de los empleados que aún están en sus puestos de trabajo o de los más de 3.500 que dimitieron por el rumbo que tuvo que llevar la central: su cierre.Carlos Rosillo
Vista de una de las avenidas principales de Visaginas, la ciudad más cercana a la central nuclear, que está perdiendo población desde que se decidió el desmantelamiento de la planta al entrar Lituania en la UE.Carlos Rosillo
Žygimantas Vaičiūnas, ministro de Energía de Lituania, en su despacho en Vilnius, la capital del país de poco más de tres millones de habitantes.Carlos Rosillo
Entrada principal de Ignalina, la central nuclear soviética en Lituania.Carlos Rosillo