En mayo se vio a ‘Kimye’ en el campo, alrededor de una fogata, vestidos con camisetas neojipis.

Vuelve lo introspectivo: los ‘skaters’ han empezado a ir a yoga

El pasado mayo Kanye West presentó Ye, uno de los cuatro discos que ha producido en las montañas de Wyoming y, por si recluirse en una cordillera para grabar cuatro discos no fuera una idea suficientemente alucinógena, lo hizo alrededor de una hoguera, en comunidad (aunque por invitación), y aprovechando la puesta de sol y las montañas de fondo. O sea, como en un festival de música cuando los festivales de música no eran como la planta de vaqueros de unos grandes almacenes.

O cuando l...

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El pasado mayo Kanye West presentó Ye, uno de los cuatro discos que ha producido en las montañas de Wyoming y, por si recluirse en una cordillera para grabar cuatro discos no fuera una idea suficientemente alucinógena, lo hizo alrededor de una hoguera, en comunidad (aunque por invitación), y aprovechando la puesta de sol y las montañas de fondo. O sea, como en un festival de música cuando los festivales de música no eran como la planta de vaqueros de unos grandes almacenes.

Alex Mullins convierte el ‘tie-dye’ en algo un poco más sexi.

O cuando los festivales de música eran la ocasión para reunirse, tomar ayahuasca, expandir los límites de la mente y descubrirse a uno mismo, o eso dicen. El caso es que West convirtió en performance la última tendencia que planea sobre nosotros: lo espiritual, lo psicodélico, viajar hacia dentro, la contracultura.

Esto también llega a la moda. El belga Dries Van Noten ha colaborado esta temporada con el portadista Robert Beatty en camisetas que plasman dibujos surrealistas y en otros diseños con un ojo místico. Las camisas tie-dye del inglés Alex Mullins serían perfectas para ir a un concierto de Grateful Dead si no fuera por un corte limpio que deja el torso al aire (la precisión es imposible en un viaje interior).

El camino de baldosas amarillas, según la colección de verano de Louis Vuitton.

Otro británico, Spencer Phipps, tiene camisetas que muestran a Atlas sosteniendo el mundo: una imagen entre Led Zeppelin y perroflauta, dicho esto sin acritud. Virgil Abloh, íntimo de West, ha introducido estampados tie-dye y referencias a Pink Floyd y El mago de Oz –que directamente trata de un trip– en su colección del próximo verano para Louis Vuitton. Y las propias sudaderas pintadas a mano del merchandising de la reunión de Kanye en Wyoming parecen un recuerdo de Woodstock.

Pero no solo se trata de comprarse una camiseta de colores. “Está en el aire. Los skaters han empezado a ir a yoga. Artistas de hip hop samplean discos de ambient”, explica Ferran Pla, director de arte de la discográfica independiente El Volcán. Trip, el último libro de Tao Lin, promete responder grandes cuestiones existenciales a través de su experiencia con el DMT, el cannabis y otras sustancias.

Los admiradores de Grateful Dead llevan cinco décadas agotando las reservas internacionales de ropa ‘tie-dye’.

Este verano, la revista de arquitectura PIN-UP tenía como eslogan de portada The mental issue (El número mental). E incluso el último ICON DESIGN, que publica esta casa, se titula Mobiliario mental. Ahora que nuestras vidas están monitorizadas a un nivel que incluso Orwell habría encontrado ridículo, en el aire está, claro, la conquista del espacio interior. La pregunta es si la moda, siempre sospechosa de convertir revoluciones en tendencias, puede ser bienvenida a este presunto giro cultural. ¿Puede el capitalismo ser lícitamente psicotrópico? Tómese un chupito de su droga alucinógena favorita y viaje por sus tiendas de moda online preferidas. Ahí puede estar la respuesta. Incluso puede que la respuesta a todo.

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