Estrenos

La película en cuestión me pareció flojilla, al menos las partes que entendí, pero al final de la proyección, como si tuviera un muelle, me levanté y aplaudí a rabiar

Alfombra roja previa al estreno de una película. Getty Images

Cuando recibo una invitación para asistir al estreno de una película española me invade una sensación parecida a cuando transito con el coche por un cambio de rasante: vértigo —-del bueno se entiende—. ¿De qué irá la película? ¿Será una historia sobre la guerra civil, se explotará con humor los conflictos de pareja, sacarán punta a las diferencias idiosincráticas regionales…? El cine español es tan rico y variado.

No suelo acudir a los estreno...

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Cuando recibo una invitación para asistir al estreno de una película española me invade una sensación parecida a cuando transito con el coche por un cambio de rasante: vértigo —-del bueno se entiende—. ¿De qué irá la película? ¿Será una historia sobre la guerra civil, se explotará con humor los conflictos de pareja, sacarán punta a las diferencias idiosincráticas regionales…? El cine español es tan rico y variado.

No suelo acudir a los estrenos, muy a mi pesar, mi apretada agenda no me lo permite: que si las inglés brasileñas, que si la declaración del IVA, que si mirar un punto fijo en la pared… —mi vida es un no parar— pero ayer me dejé caer por uno después de mucho tiempo sin asomar la gaita.

(A continuación mi pequeña crónica)

La película en cuestión me pareció flojilla, al menos las partes que entendí, pero al final de la proyección, como si tuviera un muelle, me levanté y aplaudí a rabiar, mientras miraba a la gente que me rodeaba. Ellos a su vez también se miraban entre sí y me miraban y aplaudían, claro. En un momento dado, el director y el elenco de actores se levantaron y entonces les miramos a ellos, mientras no parábamos de aplaudir. Así un rato.

Después fuimos a una disco pub y entonces empezó la fiesta. No miento si digo que me dio la sensación de que mucha de la gente que había acudido a la proyección esperaba con ansia indisimulada ese momento. Yo brillaba con luz propia y no pocos actores jóvenes vinieron a abrazarme. Los hay de dos categorías:

Con pelaje brillante, buena dentada e inmejorable dicción (suelen ser de origen catalán).

Con pelaje brillante, buena dentada pero a los que se les entiende regular (este grupo es el más nutrido).

Me ofrecieron kikos gordos, aceitunas rellenas y altramuces y a todo dije sí, conclusión: No lo pasé mal.

Nota: ¿Alguien puede decirme por qué he amanecido con el logotipo de Telepizza en la nalga izquierda?

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