Análisis

Un máster con demasiados suspensos

La deshonrosa salida de la ministra ha situado a Casado al pie del precipicio, su caso es políticamente más obvio que el de Montón

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, en el Congreso de los Diputados.Victor J Blanco (GTRES)

En marzo se difundieron las primeras noticias sobre el máster que la Universidad Rey Juan Carlos regaló a Cristina Cifuentes. Todo parecía indicar que esa inmoralidad afectaba en solitario a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Solo seis meses después, sin embargo, ese foco universitario de corruptelas emponzoña la vida pública, condiciona las estrategias de los principales partidos y hace perder los nervios incluso al presidente del Gobierno.

Los protagonistas han sido los primeros en no percatarse —voluntaria o involuntariamente— de la dimensión del problema. Solo así puede entend...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En marzo se difundieron las primeras noticias sobre el máster que la Universidad Rey Juan Carlos regaló a Cristina Cifuentes. Todo parecía indicar que esa inmoralidad afectaba en solitario a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Solo seis meses después, sin embargo, ese foco universitario de corruptelas emponzoña la vida pública, condiciona las estrategias de los principales partidos y hace perder los nervios incluso al presidente del Gobierno.

Los protagonistas han sido los primeros en no percatarse —voluntaria o involuntariamente— de la dimensión del problema. Solo así puede entenderse que la ya exministra Carmen Montón aceptara el cargo en junio cuando había sospechas sobre su máster. De hecho, solo un mes antes había respondido así a una pregunta sobre ese título en el Parlamento valenciano: “Se cumplieron los requisitos establecidos por la Universidad Rey Juan Carlos”.

¿Informó Montón de su techo de cristal a Pedro Sánchez antes de aceptar ser ministra? Si no lo hizo, dejó en La Moncloa una bomba programada que iba a contribuir, como así ha sido, a amplificar el escándalo de los másteres y ensuciar la vida pública. Al aceptar ser ministra, no eligió el camino de la “ejemplaridad y la responsabilidad” que ahora le adjudica el jefe del Gobierno, empeñado hasta el último momento en respaldarla.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La deshonrosa salida de la ministra ha situado a Pablo Casado al pie del precipicio, porque su caso es políticamente más obvio que el de Montón. El líder del PP está siendo investigado por la justicia a raíz de un máster en el que no solo le convalidaron 18 de las 22 asignaturas, sino que jamás asistió a clase.

En contra de toda lógica, sin embargo, Albert Rivera ha entrado en tromba en esta guerra para desviar el tiro, proteger a su supuesto rival electoral en el centroderecha y disparar directamente a La Moncloa. Es lo que ha hecho al exigir que Pedro Sánchez haga pública su tesis doctoral.

Las secuelas del escándalo, por tanto, ya han llegado al palacio presidencial para consuelo de Casado, que dispone de una tregua, y para insomnio del jefe del Gobierno, que difícilmente podrá mantener bajo llave su tesis, a la que solo puede accederse bajo la atenta mirada de un vigilante que impide fotografiarla o fotocopiarla.

Así que el mismo día que en Europa se produce la primera e histórica condena al xenófobo Viktor Orbán, en España son los másteres regalados y una tesis bajo llave lo que envenena la convivencia por encima, incluso, de las amenazas secesionistas. Y esto no ha hecho más que empezar. Porque la universidad, origen del problema por su ausencia de controles, anuncia la publicación de nuevos casos de políticos agraciados. ¿No debieran dimitir antes los afortunados para que el país funcione sin distraerse con más basura?

Sobre la firma

Archivado En