La última Transición

En julio de 1936, mi abuelo Jaime todavía no había cumplido 20 años. El estallido de la Guerra Civil lo vivió siendo apenas un chaval. De su rosario personal de detenciones y deserciones, la más dramática fue la que le obligó a desertar para evitar la posibilidad de fusilar a su propio padre. Me gustaría preguntarle a mi abuelo qué opina de la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos. Imagino su respuesta: “Han pasado demasiados años, pero hay muertos que todavía no han descansado”. No se trata de revivir odios ni ejecutar venganzas, pero si Franco siguiese en el Valle, ese l...

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En julio de 1936, mi abuelo Jaime todavía no había cumplido 20 años. El estallido de la Guerra Civil lo vivió siendo apenas un chaval. De su rosario personal de detenciones y deserciones, la más dramática fue la que le obligó a desertar para evitar la posibilidad de fusilar a su propio padre. Me gustaría preguntarle a mi abuelo qué opina de la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos. Imagino su respuesta: “Han pasado demasiados años, pero hay muertos que todavía no han descansado”. No se trata de revivir odios ni ejecutar venganzas, pero si Franco siguiese en el Valle, ese lugar seguiría siendo un símbolo del régimen franquista y en ningún caso un monumento que simbolice la reconciliación y la reparación para todas las víctimas.— Arantxa Ferrández Vidal. La Nucía (Alicante).

Mi abuelo Eliseo, diputado de la Izquierda Republicana de Manuel Azaña, fue fusilado la madrugada del 5 de mayo de 1939. Toda mi vida he sabido que fue así y solo con el tiempo pude informarme y entender qué pasó y por qué. Fue juzgado y condenado —había apoyado a la República contra el llamado alzamiento nacional— como se consideró que debía; era un enemigo a batir, como tantos otros.

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No quiero que anulen esa sentencia. Es pública y se sabe quiénes la firmaron y cuáles fueron sus razones. Carezco de rencor, simplemente creo que fue condenado a muerte por los vencedores y eso no se puede ni se debe modificar; y honrarlo —a él y a tantos otros— es que nos sirva de memoria y lección. Y que nuestras diferencias en relación con aquella guerra horrible acaben para paz y tranquilidad de todos, porque nuestro futuro es común. Por lo que sé, él hubiera estado de acuerdo.— Eliseo Pascual Gómez. Alicante.

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