Neutralizar los bulos

Los medios europeos de calidad se enfrentan al reto de las ‘fake news’

Debate sobre las 'fake news' celebrado el martes en Madrid.EL PAÍS

No son un fenómeno nuevo, pero la potencia de las modernas tecnologías de la comunicación favorece como nunca la circulación de noticias falsas, de historias fabricadas o de propaganda disfrazada de información. Consciente del impacto que en el debate público, y en la propia democracia, tienen los contenidos basura, la UE está inmersa en una frenética discusión sobre la manera de afrontar la desinformación interesada. Las elecciones al Parlamento Europeo de 2019 son vistas como una prueba de fuego. Los Estados temen que esta cita ante las urnas se vea emponzoñada por las llamadas ...

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No son un fenómeno nuevo, pero la potencia de las modernas tecnologías de la comunicación favorece como nunca la circulación de noticias falsas, de historias fabricadas o de propaganda disfrazada de información. Consciente del impacto que en el debate público, y en la propia democracia, tienen los contenidos basura, la UE está inmersa en una frenética discusión sobre la manera de afrontar la desinformación interesada. Las elecciones al Parlamento Europeo de 2019 son vistas como una prueba de fuego. Los Estados temen que esta cita ante las urnas se vea emponzoñada por las llamadas fake news, como ha ocurrido con el Brexit, las elecciones francesas e italianas o la crisis independentista catalana.

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Contar con una legislación comunitaria —con sus correspondientes sanciones— capaz de neutralizar los bulos y combatir los discursos populistas que alimentan el odio no parece un objetivo cercano. Mientras tanto, la autorregulación se presenta como la medida más fácil de aplicar para contrarrestar la propaganda hostil y las informaciones encaminadas a distorsionar la verdad. Es preocupante, según los datos que manejan las autoridades comunitarias, que dos de cada tres ciudadanos se topen cada día con una noticia falsa o que el 80% de los europeos considere que las fake news son un problema para la democracia.

En este contexto, los medios de comunicación de calidad tienen ante sí un enorme reto, como ayer pusieron de manifiesto los directores de los periódicos que forman parte de la alianza LENA, entre los que figura EL PAÍS. No se trata solo de articular un frente común contra las noticias contaminadas sino de saber quién está detrás de su elaboración y distribución. Los medios de calidad, que utilizan datos fiables y contrastados, anteponen la verdad periodística, se apoyan en hechos y verifican las noticias, son la mejor garantía para salvaguardar el derecho de los ciudadanos a estar informados.

Evitar que los mensajes antieuropeos calen hace necesaria también la colaboración de las grandes corporaciones tecnológicas, como Google y Facebook. Un primer paso, aunque insuficiente, es el cambio en los algoritmos de estas compañías para rebajar la calificación de las informaciones dañinas, de manera que sea más difícil encontrarlas en la Red, y al mismo tiempo, dar mayor visibilidad a los contenidos de calidad. También se hace preciso mejorar los conocimientos de los ciudadanos para fomentar una conciencia cívica y crítica capaz de desenmascarar imposturas.

Solo si estas medidas se adoptan desde una perspectiva global, en la que se sientan involucrados todos los Estados, la UE podrá afrontar con éxito los desafíos de la desinformación.

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