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Los hombres tigre que pelean por la lluvia en la montaña de Guerrero

En la región montañosa de Guerrero uno de los estados más violentos de México año con año los indígenas Xochimilcas participan en un ritual de peleas en el que ofrendan su sangre a los dioses prehispánicos para tener un buen temporal de lluvias sobre sus tierras de cultivo

Año con año los grupos de indígenas de la montaña de Guerrero se preparan para un ritual de violencia y sangre. Hector Guerrero (El País)
La sangre que derraman durante las peleas es ofrendada a los dioses prehispánicos. Hector Guerrero (El País)
La cuerda con la que se atacan unos a otros representa la cola de tigre y el fuerte estruendo que hace al golpear el suelo representa el viento y el trueno que auguran tormentas de abundante agua en la montaña. Hector Guerrero (El País)
La imagen del Tigre es utilizada porque representa la fuerza y la virilidad del hombre sobre demonios que aquejaban a las comunidades, este animal que representa al Jaguar pero que los conquistadores llamaron tigre es un animal sagrado en la cosmovisión de los indígenas. Hector Guerrero (El País)
Los tigres recorren todo el pueblo previo a la pelea en la plaza principal de ZitlalaHector Guerrero (El País)
Los disfraces son de distintos colores y cada color tienen un significado Hector Guerrero (El País)
Los tigres negros simbolizan la noche Hector Guerrero (El País)
Los tigres verdes simbolizan la buena cosecha Hector Guerrero (El País)
El color amarillo representa al jaguar y al sol Hector Guerrero (El País)
Este ritual tiene como finalidad la petición de un buen temporal de agua. Hector Guerrero (El País)
Los indígenas de la montaña bajan desde sus diferentes comunidades a participar en las peleas y pedir para que el agua sea abundante sobre sus parcelas de cultivo. Hector Guerrero (El País)
La montaña del estado de Guerrero es una zona árida por ello es tan importante la temporada de lluvia. Hector Guerrero (El País)
Zitlala tiene su origen en la lengua náhuatl y significa “Un lugar de estrellas” Hector Guerrero (El País)