13 fotos

13 objetos inventados por españoles que tienes en casa y no sabes que son obras maestras

Aparecen en los libros de historia, protagonizan exposiciones y sin embargo no siempre sabemos apreciar estos hitos del diseño

¿A que no habías pensado que detrás de cada interruptor y enchufe que tienes en casa hay todo un proceso de diseño? En el caso de Simón 31, hablamos en concreto de uno de los éxitos más impresionantes del diseño español. Fue durante años líder absoluto del mercado internacional, y todo gracias a una intuición brillante: la mayoría de los interruptores están diseñados para que los pulsemos con un dedo, pero a la hora de la verdad solemos hacerlo con varios a la vez, o incluso con la mano entera. “El Simón 31 constituye la primera serie que consolidó el uso de interruptores con la mano, ya que la tecla ocupaba la mayor parte de la superficie”, explican desde la marca. “Hasta entonces la medida de las teclas era más pequeña para utilizar con los dedos y se instalaban más arriba. Inspirada en los mercados germánicos, el marco perdía todo el protagonismo estético en favor de la tecla para un mejor uso y funcionalidad”. En 2016, por cosas como esta, la empresa Simón recibió el Premio Nacional de Diseño.
Vale, puede que en tu familia jubilaran esta batidora de mano hace muchos años. Pero todas las que hoy existen descienden de esta, un invento patentado en 1961 por el ingeniero barcelonés Gabriel Lluelles y comercializado en principio por la empresa española Pimer. Cuentan que Dieter Rams, el maestro del funcionalismo que cambió el diseño del siglo XX, se reunió personalmente con Lluelles y le confesó su admiración por esta herramienta tecnológica que presentaba partes desmontables y una alta manejabilidad. Poco después Braun compró Pimer y siguió produciendo batidoras de mano a partir del diseño original de Lluelles, que son las que hoy existen en millones de hogares en todo el mundo.
Que hayamos incluido este calendario sencillo de 1975, con diseño tipográfico y dos tintas, es un homenaje a la que fue una de las tiendas más influyentes de Europa: Vinçon, en Barcelona. En una entrevista con ICON Design el diseñador y gurú Jasper Morrison declaraba su admiración hacia este local que supo mezclar objetos con firma y objetos sin firma aparente pero con buen diseño y funcionalidad. Durante años, este establecimiento barcelonés produjo anualmente este calendario que aún hoy puede comprarse, y que sigue siendo toda una golosina para aficionados al diseño.
Todavía hoy la mayoría de los hogares españoles guardan uno en el más recóndito cajón de cocina. Este abrelatas lleva con nosotros desde inicios del siglo XX, en 1906, cuando un industrial gallego llamado José Valle Armesto abrió en Gijón las puertas de un taller llamado El Explorador Español. De allí salió esta herramienta pensada para las latas de conserva que se producían precisamente en la ciudad asturiana. Aunque ya había muchos abrelatas en el mercado, este era multiusos, permitía abrir una lata o una botella y perforar el metal sin dificultad. Hoy en día esta tipología sigue existiendo, aunque fabricada por otras compañías, especialmente tras el fallecimiento de Armesto en 1960. ¿Quieres una prueba de su carácter legendario? Es la imagen de portada del libro de Rosalía Torrent 'El diseño industrial en España' (editorial Cátedra).
A diferencia de otros clásicos que hoy solo sobreviven en forma de copias y sucedáneos, el abrebotellas que el industrial vasco David Olañeta diseñó en 1932 se sigue produciendo en la misma empresa de siempre, BOJ. Con dos palancas y engranajes que le dan aspecto de búho (de hecho, así es como se le conoce), es exacto, funcional y muestra a la perfección la pujanza de la industria vasca a la hora de producir objetos metálicos de uso diario.
Es uno de esas piezas que vienen automáticamente a la mente cuando se piensa en las palabras “diseño español”. Este cenicero cilíndrico, en rojo o negro, apilable, sencillo y basado íntegramente en formas circulares, es un hito de un creador, André Ricard (Barcelona, 1929), que ha firmado algunas de las piezas más importantes de nuestra historia. Está hecho en una sola pieza y su conjunción de cilindros evoca perfectamente los optimistas años sesenta en que vio la luz (concretamente, en 1965). Ganó el premio de referencia en la época, el Delta ADI-FAD. Por cierto, aunque el mercado está lleno de imitaciones (en ocasiones, de peor calidad), el único modelo que sigue fielmente la patente original es el que distribuye Mobles114.
Es cierto que la idea de unir un ramillete de fibras textiles a un palo de escoba para limpiar en húmedo el suelo es una idea bastante vieja y desarrollada ya antes de los años sesenta. Pero Manuel Jalón Corominas (Logroño, 1925-Zaragoza, 2011) fue el primero en empezar a distribuirla en España a mediados de los cincuenta (en aquella época lo llamaba “Aparato Lavasuelos”) y en 1964 patentó una solución que sí era original: un escurridor cónico acoplado a un cubo, para poder utilizarlo con más facilidad. El 'kit' completo (fregona de textil absorbente, escurridor y cubo) fue un éxito nacional e internacional y diversos pleitos legales han dado a Jalón Corominas el crédito que merece. Así que gracias a un español millones de personas en todo el mundo tienen el suelo limpio como patenas.
Fíjate en esta grapadora, porque según el experto Juli Capella, es "el Rolls Royce de las grapadoras, la mejor del mundo". La inventaron en 1935 dos industriales vascos, Olabe y Solozábal, que hasta entonces se habían dedicado a la producción de armamento. La empresa que se la encargó por aquel entonces, El Casco, sigue produciéndola hasta el día de hoy, con un diseño que apenas ha sufrido cambios: su sistema de muelles la hace cómoda y rápida, y la dureza de su material permite que siga en su sitio durante décadas. Se sabe de grapadoras que han sobrevivido a varias generaciones.
Es la aceitera perfecta: transparente, sencilla, fácil de utilizar e inspirada en los instrumentos de laboratorio, tal y como señala la especialista Rosalía Torrent: “Fueron creadas para responder a un problema muy común en este tipo de artilugios: el goteo del aceite. La solución pasó por unas formas cercanas a las de laboratorio. Las piezas son autónomas, sin asas ni elementos añadidos a la forma, pura y simple, del objeto. Su transparencia hace que inmediatamente se distinga el líquido: aceite o vinagre, que contienen. Al tiempo, su sistema de relleno, por la ancha boca, es muy práctico. El cristal esmerilado de la base de la pipeta hace que se obtenga un corrimiento sin escapes”. Este diseño que Rafael Marquina (Madrid, 1921- Madrid, 2013) patentó entre 1961-1962 sigue siendo imbatible, aunque en los años ochenta fueron eclipsadas por el diseño de Valira, el mismo que utilizaron miles de bares y restaurantes españoles hasta la prohibición de utilizar envases rellenables para el aceite de oliva.
La iluminación de calidad siempre ha sido uno de los fuertes del diseño español. La compañía catalana Marset lleva décadas en el negocio, pero su consagración internacional ha llegado a través de FollowMe, una lámpara portátil y recargable diseñada en 2014 por Inma Bermúdez que ha cosechado halagos y, sobre todo, muchas ventas desde su lanzamiento. Más asequible que la mayoría de lámparas de diseño (unos 150 euros), se está convirtiendo en una presencia constante en negocios y hogares. Se puede transportar fácilmente gracias a su forma de farol con asa, tiene luz regulable y una fotogenia perfecta para redes sociales.
Una de las piezas más longevas y más profusamente copiadas del diseñador barcelonés André Ricard: estas pinzas flexibles eran una especie de prolongación de pulgar e índice que funcionaban a la perfección precisamente gracias a su sencillez. Opera al revés que la mayoría: se presiona y el hielo cae al vaso. Desde que la empresa Arce las puso a la venta en 1964 la licencia para fabricarlas ha pasado a otras compañías, pero la esencia del diseño sigue siendo la misma.
En efecto, puede que no lo sepas, pero hasta la llegada de los inalámbricos, en cada casa (y aún hoy en muchas oficinas) existía una unidad de Domo, el teléfono que Alberto Corazón (Madrid, 1942) diseñó para Telefónica a mediados de los noventa. Corazón es uno de los diseñadores más relevantes de las últimas décadas, autor de una cantidad ingente de logos que vemos a diario y todo un profesional de la creación de diseños inteligentes. Su Domo es fácil de usar, introduce texto directamente en las teclas, lo cual lo hace intuitivo, presenta una agradable y vanguardista forma curva, y fue pionero a la hora de introducir servicios como la identificación de llamadas.
En 1970. un grupo de artistas e intelectuales, varios de ellos gallegos exiliados en Argentina, se unieron al ceramista Isaac Díaz Pardo para recuperar una antigua fábrica de cerámica. Sus vajillas y objetos decorativos, que desarrollaban motivos decorativos celtas en blanco, azul y marrón dorado (los colores más asequibles) se convirtieron en presencia habitual en muchos hogares españoles en los años sesenta. Ahora reivindicada por una nueva generación de diseñadores y ceramistas, y todavía en activo, la cerámica de Sargadelos es un caso inédito en España a la hora de unir artesanía y vanguardia.