Conocimiento global

En el siglo del conocimiento, donde en unos pocos segundos podemos acceder a datos hace años impensables, adquirimos control sobre un sinfín de técnicas en finanzas, informática, economía, ingeniería, medicina, etcétera. El conocimiento además nos da la oportunidad de opinar. Tomamos partido en numerosos campos por nuestra sobreinformación. Esto nos permite incluso tomar ciertas iniciativas según la elaboración de nuestros pensamientos. Investigamos incluso con actitud. Sin embargo, el gran conocimiento, el de las personas, el de uno mismo, se nos está olvidando. El campo emocional se va secan...

En el siglo del conocimiento, donde en unos pocos segundos podemos acceder a datos hace años impensables, adquirimos control sobre un sinfín de técnicas en finanzas, informática, economía, ingeniería, medicina, etcétera. El conocimiento además nos da la oportunidad de opinar. Tomamos partido en numerosos campos por nuestra sobreinformación. Esto nos permite incluso tomar ciertas iniciativas según la elaboración de nuestros pensamientos. Investigamos incluso con actitud. Sin embargo, el gran conocimiento, el de las personas, el de uno mismo, se nos está olvidando. El campo emocional se va secando por el miedo de las personas a conocerse mejor, a rectificar actitudes, a pedir perdón. La empatía que nos permitiría subsanar obstáculos de desigualdad, no obligatoriamente económicos, parece hacerse extraña en nuestro tiempo y sin ella, sospecho, es imposible mejorar. El conocimiento nos hace mejores pero siempre y cuando sea global y no nos olvidemos de extender lo que sabemos al campo emocional. Tratándonos con humanidad, y con tantos conocimientos, no tendremos ningún problema en afrontar el desafío que nos tocará vivir.— Cristina Sande Cecchi. Zaragoza.