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¿Qué hay en la maleta de un trabajador humanitario?

Anais Ritter, coordinadora de recursos humanos de la unidad de emergencias de Acción contra el Hambre, nos cuenta qué no puede faltar en su equipaje ante una crisis

En la maleta de una trabajadora humanitaria no puede faltar ropa cómoda, preferiblemente de algodón, para aguantar mejor el calor, y de manga larga, para protegerse de los mosquitos. “En algunas zonas africanas sin embargo, da igual el tipo de ropa que lleves: los mosquitos irán a por ti”, bromea la experta, de 34 años. Dependiendo del destino, incluye en el equipaje también un pañuelo para cubrirse la cabeza. Además de calzado cerrado y deportivo, siempre lleva algo más formal, por si tiene que reunirse con autoridades locales o embajadores. Su botiquín incluye un termómetro para medirse temperatura corporal –el primer indicador de malaria– un antiinflamatorio, analgésicos, tiritas y un desinfectante para la piel. En cuanto a productos de aseo, nunca olvida las compresas, que suelen escasear en contextos de emergencia, o toallitas por si no dispone de acceso al agua durante los primeros días. Completan el equipaje crema solar y protector labial. "Y siempre llevo un pintalabios, porque me gusta", agrega.
"Lo que realmente echas de menos en los primeros días de emergencia es el agua", sostiene Ritter. "Muy a menudo las tuberías están cortadas o el agua está sucia, por eso los filtros de agua y las pastillas potabilizadoras son muy importantes".
El teléfono satélite es esencial para comunicarse con compañeros que están en terreno y con el equipo de coordinación que se encuentra en la capital del país. La coordinadora de recursos humanos admite que al principio se espera con emoción el siguiente viaje, pero con el tiempo este estado de ánimo suele cambiar. "Hay desplazamientos que desgastan más que otros. Por ejemplo, el año pasado estuve en el nordeste de Nigeria, en el Estado de Borno, sitiado por el grupo terrorista Boko Haram. Fue un viaje muy complicado por el aislamiento al que estás sometida, por el tema de la seguridad, por el calor, porque como mujer tienes que ir tapada. Todo esto complica mucho el trabajo".
Ante una emergencia, hay que salir corriendo. Puede ser en unas horas, o en el tiempo que se tarda de comprar un billete de avión. "Siempre he tenido la suerte de poder esperar dos o tres días, pero hay otros compañeros que están fuera de sus casas en 24 horas. Sobre todo, los equipos de rescate en caso de terremoto o los responsables de logística, que tienen que posicionarse, entender bien las necesidades, gestionar todo lo que vamos a necesitar… Cuanto antes llegues, mejor", explica Ritter. Y cuando no hay indicaciones para orientarse, el GPS es indispensable.
En sus primeros viajes, la trabajadora de Acción contra el Hambre solía llevar una cámara de fotos, pero ahora prefiere usar el móvil. "Es más ligero y más práctico, puedes llevarlo en el bolsillo", asegura. En su experiencia, más que lamentar olvidos, muchas veces ha concluido que había metido demasiadas cosas en la maleta. "Esto me pasa, por ejemplo, con los medicamentos contra el paludismo. Si te vas durante un mes o dos a un país de riesgo, después de un tiempo dejas de tomarlo y solo usas repelente".
El brazo de un niño desnutrido tiene la misma superficie de una moneda de dos euros. El perímetro se mide con un brazalete como el que aparece en esta imagen. En una emergencia nutricional, es un elemento clave para determinar el estado de salud de la infancia. Para que los niños recuperen peso, se les administra una pasta de cacahuete de elevado contenido calórico (en la foto). "Ante una emergencia nutricional, necesitamos también mucho apoyo de nuestros almacenes, que se encargan de enviarnos bienes", señala Ritter.
En los primeros días tras un desastre natural, puede que no haya lugares seguros donde alojarse, como ocurrió en Filipinas con el supertifón Haiyan en 2013. Para estos casos, es necesario viajar con un saco de dormir y una tienda de campaña. Según el destino, una mosquitera puede convertirse en una preciosa aliada para prevenir la malaria.
En las emergencias, el ritmo de trabajo puede ser muy intenso y alcanzar las 14 horas diarias, sobre todo durante las primeras semanas. "Es imprescindible sacar rato para descansar o te vuelves loco", cuenta Ritter. Para aliviar el estrés, suele llevar en la maleta un libro, un minijuego y una tableta para ver películas.
Traer algún regalo para el personal en terreno ayuda a mejorar el humor del equipo, explica Ritter. "Cada uno tiene sus gustos, pero el jamón para los españoles nunca falla", bromea. Los trabajadores franceses, por ejemplo, suelen pedir queso. Las chicas, en general, apuntan a bienes tan útiles como escasos en las emergencias: las compresas. "Para los demás suelo traer galletitas bastante sencillas, pero que dan ese punto de alegría".