La chancla (con calcetines) del rapero Alrima... y de Louis Vuitton

Combinar chancletas y calcetines podría pasar de ser hortera a ponerse de moda. Louis Vuitton lo llevó a la Paris Fashion Week.Edward Berthelot (Getty)

En 1979 se publicó en Francia un libro que marcaría una época entre los jóvenes que querían ser filósofos y los que detestaban a los filósofos pero adoraban teorizar en los bares. El título era La distinción: criterio y bases sociales del gusto (Taurus), y su autor el sociólogo Pierre Bourdieu. En él, el profesor del Collège de France sostenía que “más que por la posesión o las riquezas o por la maquinaria de producción, las clases dominantes establecen su autor...

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En 1979 se publicó en Francia un libro que marcaría una época entre los jóvenes que querían ser filósofos y los que detestaban a los filósofos pero adoraban teorizar en los bares. El título era La distinción: criterio y bases sociales del gusto (Taurus), y su autor el sociólogo Pierre Bourdieu. En él, el profesor del Collège de France sostenía que “más que por la posesión o las riquezas o por la maquinaria de producción, las clases dominantes establecen su autoridad imponiendo la legitimidad de sus gustos y sus valores”.

Ahora, desde la periferia llega Alrima, el rapero que mete en la parrilla todo lo que hayan podido decir Bourdieu y los demás sociólogos, y que a golpe de chancla desarrolla su propia teoría de la acción: no solo ha conseguido que la canción del verano en Francia sea su Claquettes chaussettes —literalmente, chancletas calcetines, se puede ver el vídeo en YouTube, donde acumula casi 11 millones de visitas desde que salió al mercado en mayo—, sino que ha impuesto su gusto suburbano y una nueva manera de vestir. Por su culpa, el pasado 14 de junio los adolescentes franceses celebraron orgullosos el Día de la Chancla. El fenómeno es tal que hasta el periódico Libération alertaba que las chanclas y los calcetines, esa “anomalía en la vestimenta”, estaban invadiendo los institutos. Las Air Max son para el invierno, el verano es de claquettes chaussettes y su pegadizo estribillo: “… las salchichas están quemadas, ¿qué has hecho…?, en chanclas y calcetines relajado, sobre mi hamaca relajado, chanclas, calcetín, ya sabes, aquí está la periferia…”.

Más allá de una reivindicación de clase, la tendencia ha llegado tan lejos que Louis Vuitton, en la última Paris FashionWeek, hizo desfilar a sus modelos en chanclas y calcetines. Así, una canción parida en el extrarradio consiguió que los creativos del lujo cambiaran de punto de vista. Alrima no solo contradice a los fashio­nistas, sino también a los turistas alemanes que durante tantos años creían que el uso de sandalias con calcetines era patrimonio exclusivo.

Mientras la moda se extiende, Alrima va de entrevista en entrevista: “Yo voy siempre así, es lo más cómodo, lo mejor es recibir mensajes de directores de institutos agradeciéndome irónicamente el trabajo suplementario que les estoy dando”.

Hago la prueba y salgo de casa con un libro de Bourdieu, Sobre el Estado, y mis chanclas con calcetines. Me siento en un banco del jardín Square du Temple y retomo muy concentrado la lectura: “Según Durkheim, el sociólogo es aquel capaz de situarse en el lugar desde el cual las verdades particulares aparecen como particulares y es, por tanto, capaz de enunciar la verdad de las verdades particulares que es la verdad sin más”. Levanto la vista para procesar el trabalenguas y veo pasar a dos jóvenes que visten igual que yo. Me miro los pies y me siento sociólogo y rapero a la vez. Oye, esto es comodísimo. Esto es una verdad particular y es una verdad sin más. El calcetín elimina la posibilidad de las típicas ampollas y amortigua los pasos de manera extraordinaria.

Me suena el móvil, es José, que si vamos a tomar algo a Les Idiots. Claro, voy para allá. ¿Cuánto tardas? Pues no sé, depende de si me cambio de zapatos o no, respondo acribillado por el peso de un dilema muy serio, casi metafísico.

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