Tengo 50 años y he vuelto a casa con mis padres

Fotograma de la película 'Novia por contrato'.Victoria and Albert Museum

ANTES DE LA CRISIS “la vida era una fiesta. Había trabajo; los proyectos, los sueños, se podían llevar a cabo; todo iba hacia arriba, pero la progresión se detuvo. Y no estábamos preparados para esta debacle económica…”. Así comienza un documental dirigido por la escritora y guionista Victoria Bermejo que visibiliza a un colectivo, el de los profesionales de la cultura, al que la recesión ha castigado especialmente. No son pocos, y no sólo en España, los adultos integrados en este ámbito que, ante la falta de ingresos o la escandal...

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ANTES DE LA CRISIS “la vida era una fiesta. Había trabajo; los proyectos, los sueños, se podían llevar a cabo; todo iba hacia arriba, pero la progresión se detuvo. Y no estábamos preparados para esta debacle económica…”. Así comienza un documental dirigido por la escritora y guionista Victoria Bermejo que visibiliza a un colectivo, el de los profesionales de la cultura, al que la recesión ha castigado especialmente. No son pocos, y no sólo en España, los adultos integrados en este ámbito que, ante la falta de ingresos o la escandalosa disminución de los mismos, se han visto obligados a retornar al hogar familiar.

“Está claro que obreros, personal médico sanitario, todos los sectores en general han salido mal parados, pero del de los creadores apenas se habla”, señala Bermejo, quien sintió la necesidad de contar lo que pasaba a su alrededor en Barcelona, escenario de esta crónica. Alarmada por el caso de una amiga que de repente pasó del éxito a la nada, indagó en su círculo y fue constatando que cada vez eran más los que se iban quedando en la calle. “Era como una plaga. Los que quisieron hablar llevaban más de dos años en casa de sus padres y el dolor inicial se había convertido en una lucha por la reinvención”, comenta.

“Está claro que obreros, personal médico sanitario, todos los sectores en general han salido mal parados, pero del de los creadores apenas se habla”.

Volver a casa con 50 años (disponible en la plataforma de cine online Filmin) es un relato íntimo que se centra en las experiencias de cinco hombres y una mujer. Las dificultades que atraviesan son el reflejo de gran parte de una sociedad que ha pasado del bienestar a la carencia, la pérdida, la desesperanza. No hay cifras sobre este fenómeno concreto, aunque un reciente informe del Instituto Nacional de Estadística indica que hoy, en nuestro país, 4 de cada 10 mayores de 60 años ayudan a sus hijos, mientras que sólo el 12% de ellos reciben ayuda de estos.

Bermejo ha filmado seis procesos de cambio en los que hay frustración, pero también despertar, toma de conciencia sobre los males de un presente donde la desigualdad crece. Las voces se mezclan en esta narración coral en la que asistimos a escenas cotidianas, a conversaciones con esos progenitores que, posiblemente en su día, les dijeron a sus hijos que harían bien en buscarse un trabajo serio en vez de dedicarse a ser pintores, escritores, músicos… Es el caso de Joan Enric Garde, que en la etapa de la movida popularizó con el grupo Tango la canción Nunca volverás a bañarte en mi piscina. De ahí siguieron años fructíferos al ­frente de una empresa de publicidad, hasta que todo empezó a hundirse y optó por alquilar su casa y vivir con su madre. “Te conviertes de nuevo en un niño de 13 años. No hacerte la cama puede ser un drama, o resulta que estás viendo la película más genial del mundo y tienes que dejarla porque la toalla se te ha caído en el baño y debes recogerla”, se queja con humor.

Escuchamos también a un diseñador de vestuario que trabajó en el cine para realizadores como Milos Forman, a un editor y un galerista que tuvieron que echar el cierre, a una artista que llevó sus enseres a un guardamuebles y regresó a los espacios de su infancia, a un ­divorciado con hijos. Todos coinciden: “Tiene narices volver a depender de los padres con 50 años”, cuando confiaban en una madurez cómoda y fácil. Y también en que hay que adaptarse, no rendirse, no perder la esperanza, buscar la manera de reinventarse, porque, como dice uno de ellos, “si dejas de soñar, dejas de existir”.

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