El secreto del arte de Francesco Clemente

Panorámica del estudio del pintor en Broadway, en el corazón de Manhattan (Nueva York). Alberto Estévez (EFE)

E L AMPLÍSIMO estudio rectangular mide unos 25 metros de largo por 12 de ancho. Desde sus ventanales, la vista se alza sobre Broadway, el corazón de Manhattan. Francesco Clemente (Nápoles, 1952) tardará todavía unos minutos en llegar. Los primeros segundos en el estudio de un pintor son clave para fijarse en lo esencial: la luz, los objetos, el mobiliario y todo lo que conecta con el imaginario del artista. En este caso, piezas orientales, hindúes. ...

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E L AMPLÍSIMO estudio rectangular mide unos 25 metros de largo por 12 de ancho. Desde sus ventanales, la vista se alza sobre Broadway, el corazón de Manhattan. Francesco Clemente (Nápoles, 1952) tardará todavía unos minutos en llegar. Los primeros segundos en el estudio de un pintor son clave para fijarse en lo esencial: la luz, los objetos, el mobiliario y todo lo que conecta con el imaginario del artista. En este caso, piezas orientales, hindúes. En las obras del italiano, los ojos son preponderantes, son la base del cuadro. Ojos grandes y abiertos, ojos con ganas de ver, ojos limpios. En una pared de la cocina, debajo del cartel de una película de Almodóvar diseñado por Clemente, destacan, enormes y vivos como un rayo, los ojos negros de Pablo Picasso en una foto de David Douglas Duncan. “Los ojos son las ventanas del alma”, decía Leonardo da Vinci. Llega Francesco. Deja su bici en un rincón del estudio. Se disculpa por el retraso. Ha regresado de India anteayer. Su mirada es serena. Sus ojos, claros y grandes, ocupan casi todo el espacio de su rostro.

pulsa en la fotoMesa de trabajo del creador italiano.

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