El purgatorio sin fin de José Ortega Cano

El extorero, que persigue aún sin éxito su sitio como apoderado, se declara agotado por los continuos problemas de su hijo José Fernando con la Justicia

José Ortega Cano, este lunes en los juzgados de Madrid.gtresonline

A José Ortega Cano, de 63 años, le debe parecer tan lejana su época de torero glorioso como abrumador el camino maldito que le persigue desde la muerte de Rocío Jurado en junio de 2006.

En este contexto no es de extrañar la parquedad de declaraciones del extorero. Preguntado este lunes por teléfono sobre su situación se limitó a contestar con educación: “Prefiero no hablar porque son muchas cosas en mi vida y ...

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A José Ortega Cano, de 63 años, le debe parecer tan lejana su época de torero glorioso como abrumador el camino maldito que le persigue desde la muerte de Rocío Jurado en junio de 2006.

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En este contexto no es de extrañar la parquedad de declaraciones del extorero. Preguntado este lunes por teléfono sobre su situación se limitó a contestar con educación: “Prefiero no hablar porque son muchas cosas en mi vida y no tendríamos tiempo”. Y ante la insistencia sobre sus proyectos profesionales, respondía en la misma línea: “Tengo bastantes cosas, no se lo puedo decir ahora mismo”.

Sin duda la última detención de su hijo, que se produjo el pasado sábado por agredir a uno de los policías locales que acudieron a su domicilio de San Sebastián de los Reyes alertados por un vecino que se quejaba del volumen de la música, tiene mucho que ver con su estado de ánimo. José Ortega Cano sigue apoyando a José Fernando y ayer le volvió a acompañar, eso sí con cara de circunstancias, al juicio rápido que se celebró en Alcobendas (Madrid) y que fue suspendido hasta que hoy se realice la valoración psiquiátrica del joven de 23 años para determinar su imputabilidad. A la salida manifestó: “Estoy muy afectado, porque mi corazón no puede aguantar esto a diario”. Y respecto a su hijo añadió: “Un informe médico sería lo más lógico, buscar la posibilidad de hacer algo a través de los médicos especialistas porque así se le podría ayudar. La cárcel no es lo más adecuado para una persona enferma”.

Ya casi nadie recuerda que su arte con el capote le aseguraba un sitio de honor en las plazas de prestigio durante los años ochenta y noventa, al lado de otras figuras ilustres como José María Manzanares padre, El Niño de la Capea, Julio Robles o Víctor Mendes. Y, sin embargo, resuenan a bombo y platillo su matrimonio con la famosa cantante de copla; la adopción de sus hijos José Fernando y Gloria Camila; los conflictos con su hijastra Rocío Carrasco; el accidente en el que provocó la muerte de Carlos Parra, con quien chocó el 28 de mayo de 2011 cuando conducía con el triple de alcohol permitido; su posterior condena a dos años, seis meses y un día y su ingreso en la prisión de Zuera (Zaragoza), donde permaneció 14 meses.

José Ortega Cano, seguido de su hijo, José Fernando, ayer en los juzgados de Alcobendas (Madrid).gtresonline

Operaciones, problemas cardiacos y familiares parece que empezarían a formar parte del pasado cuando salió de prisión el 5 de julio de 2016 camino de un tercer grado que debía cumplir en el centro penitenciario madrileño Victoria Kent. Seguramente no podía imaginar lo mucho que aún le quedaba por remontar.

En este tiempo la única alegría que se adivina en su vida es el nacimiento de José María, su tercer hijo —el primero biológico—, que nació el 9 de febrero de 2013 fruto de su relación con Ana María Aldón. El resto se podría comparar con el ascenso al Everest sin oxígeno de un escalador novato. A los problemas cardiacos que le han llevado en varias ocasiones al hospital —la última vez a principios del pasado mes de marzo—, se han sumado un hijo adicto y violento, una hija con vocación mediática decidida a limpiar afrentas familiares en Supervivientes, el reality de Telecinco, y un empeño, de momento sin recompensa, para hacerse carrera como apoderado.

José Fernando, ese niño de origen colombiano que en 1999, con 6 años, arrobaba a sus padres cuando le preguntó a la Jurado: “Mami ¿verdad que somos una familia?”, se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de su padre. De los enfrentamientos propios de la adolescencia, José Fernando ha pasado al consumo abusivo de alcohol y drogas, a malgastar parte de la herencia que recibió de su madre al cumplir los 18 años y a encadenar condenas por distintos conflictos: un año y nueve meses de cárcel por robo de un coche con violencia en 2014; una petición de seis meses y un año en marzo de 2017 por quebrantar la orden de alejamiento de su pareja María Jesús Rodríguez Gamaza Michu y falta el resultado de las acciones que decida hoy el juzgado de Alcobendas.

Ortega Cano y su actual pareja, Ana María Aldón, el pasado marzo.gtresonline

De este último percance se ha librado su hermana Gloria Camila, aspirante a diseñadora y empresaria fracasada perdida en una isla de Honduras como concursante de Supervivientes. Allí su presencia promete titulares rosas porque a la cadena que ha contratado su presencia no se le despista que las muchas horas de convivencia dejarán sabrosas conversaciones sobre la familia Jurado, su hermanastra Rocío Carrasco y sus sobrinos Rocío y David Flores, enfrentados a su madre desde hace años. No es de extrañar que el talante discreto de José Ortega Cano esté en horas bajas. Le preocupa la exposición de su hija a las cámaras, que al borde de la cuadratura del círculo concursa en el reality acompañada por su novio Kiko, exconcursante del programa Hombres, mujeres y viceversa.

El diestro retirado hace años de los ruedos y con una economía saneada a pesar de los rumores que siguieron a la venta de la famosa finca Yerbabuena, tiene varios negocios entre los que se encuentra la explotación de las plazas de toros de Benidorm y Plasencia. Pero hay una espina que sigue clavada en este hombre cada vez más callado que continúa apasionado por la fiesta taurina: triunfar como apoderado. Por sus manos han pasado aspirantes a figura como José Ignacio Uceda Leal, Morenito de Aranda o el prometedor novillero Ángel Sánchez. De este último le ha llegado precisamente su penúltimo disgusto porque también en este mes horribilis para el maestro cartagenero, el novillero de 21 años anunciaba de forma unilateral que agradecía pero prescindía de los servicios de Ortega Cano. Justo después de una triunfal novillada en el madrileño coso de Las Ventas el pasado día 6.

José Ortega Cano y Rocío Jurado, con sus hijos José Fernando y Gloria Camila, durante la romería del Rocío de 2002.gtresonline

José Luis Ramón, director de la revista especializada 6Toros6, afirma que “el recorrido de Ortega Cano como apoderado no es distinto al de tantos otros que tratan de abrirse camino en este mundo. Por muy importantes que sean sus conocimientos, que como torero lo son, hay que tener la suerte de que uno de tus apadrinados triunfe”.

El diestro, que lidió en 1982 con Velador, el único toro indultado en la historia de la Plaza de Las Ventas, representante de una época dorada del toreo y del temple del arte taurino más clásico, necesita un golpe de suerte. Porque a pesar de sus errores, como dicen entendidos de la fiesta, otros muchos peores que él han podido disfrutar de un retiro plácido que sin duda él ha visto empañado por las complicaciones derivadas de su truculenta vida privada.

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