Columna

El precipicio

Somos víctimas de la realidad y del lenguaje con el que se describe esa realidad

Soraya Saénz de Santamaría y Cristóbal Montoro con la Comisión de expertos para la financiación local. © Samuel Sanchez

Vivimos con la idea de que la llamada recuperación es firme, pese al aumento de la pobreza, cuando lo que ocurre es que aquella es la consecuencia del crecimiento de esta. Los datos que el Gobierno exhibe con orgullo son el resultado de haber metido la mano en los bolsillos del 20% de la población más desfavorecida. No solo se roba a las clases medias y pobres a través de la malversación del dinero público, sino por medio de devaluaciones salariales. Tenemos el salón de la casa muy bien amueblado para impresionar a las visitas europeas, pero el resto de las habitaciones, donde vive la mayoría ...

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Vivimos con la idea de que la llamada recuperación es firme, pese al aumento de la pobreza, cuando lo que ocurre es que aquella es la consecuencia del crecimiento de esta. Los datos que el Gobierno exhibe con orgullo son el resultado de haber metido la mano en los bolsillos del 20% de la población más desfavorecida. No solo se roba a las clases medias y pobres a través de la malversación del dinero público, sino por medio de devaluaciones salariales. Tenemos el salón de la casa muy bien amueblado para impresionar a las visitas europeas, pero el resto de las habitaciones, donde vive la mayoría de la gente, permanecen desnudas, sin luz y sin calefacción. Lo vendan como lo vendan, no es posible que la recuperación y la pobreza aumenten a la vez. Otra cosa es que algunos se hagan más ricos a costa de desangrar a los más pobres.

Somos víctimas, pues, de la realidad y del lenguaje con el que se describe esa realidad. Vean: el Gobierno gastó entre 2012 y 2015 veinticinco millones de euros en asesores externos. La trampa verbal consiste en llamarlos asesores. La presidencia del Gobierno cuenta con un gabinete en el que decenas de expertos elaboran informes y escriben discursos para quien sea menester. Cada ministerio, por su parte, dispone de varias secretarías y subsecretarías, además de direcciones generales y departamentos ocupados por funcionarios de carrera. Veinticinco millones en asesores externos son muchos millones y muchos asesores, casi tantos como los que ya tenemos en plantilla. No pueden, en fin, ser asesores, no es posible. Póngale usted, lector, el nombre correcto. Significa que vivimos instalados en la mentira, pero de la mentira al delirio hay un paso, o dos, los mismos que al borde del precipicio.

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