¿Pagarías 4,5 millones de euros por el vestido de Marilyn?

El legendario vestido blanco que lució Marilyn Monroe en 'La tentación vive arriba', objeto de deseo y subasta.Álbum

SEÑALA EL filósofo Jean Baudrillard que “el objeto antiguo, puramente mitológico, en su referencia al pasado, significa tiempo”. La puerta del tiempo, de la memoria, la ha podido abrir el comprador de la llave de la celda 3.3 de Reading Gaol, que ocupó Oscar Wilde del 19 de noviembre de 1895 al 18 de mayo de 1897, cuando fue condenado por actos homosexuales. El precio alcanzado por la misma, en una reciente subasta en Sotheby’s, fue de 17.647 euros. Una cifra elevada teniendo en cuenta la naturaleza del utensilio, pero tal vez m...

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SEÑALA EL filósofo Jean Baudrillard que “el objeto antiguo, puramente mitológico, en su referencia al pasado, significa tiempo”. La puerta del tiempo, de la memoria, la ha podido abrir el comprador de la llave de la celda 3.3 de Reading Gaol, que ocupó Oscar Wilde del 19 de noviembre de 1895 al 18 de mayo de 1897, cuando fue condenado por actos homosexuales. El precio alcanzado por la misma, en una reciente subasta en Sotheby’s, fue de 17.647 euros. Una cifra elevada teniendo en cuenta la naturaleza del utensilio, pero tal vez menor para un apasionado de la figura y la obra de Wilde, seguramente exaltado al tener en sus manos esa llave que simboliza un episodio clave en la biografía del autor, un capítulo que lo condujo a escribir el emblemático poema Balada de la cárcel de Reading.

Con el poder para abrir las puertas de lo acontecido y acceder a sus pasadizos secretos, prohibidos, ha podido sentirse también quien no dudó en gastar 18.996 euros por una pieza de ropa interior de la reina Victoria, unos calzones de lino firmados con las iniciales de la soberana británica. El morbo de la celebridad, el gusto por hacerse con un trocito de la historia, puede explicar este afán coleccionista que las personas de a pie contemplamos con asombro, perplejas ante una práctica que puede resultar perversa.

Pero cada vez parecen cotizar más al alza las prendas de lujo pertenecientes a grandes nombres de Hollywood, los objetos que marcaron la vida de iconos del rock y de la moda, de maestros de las letras o las ciencias, de políticos carismáticos, de los más variopintos personajes de la sociedad. La salida a subasta hace unos meses de la colección de arte de David Bowie fue todo un éxito; por el famoso vestido blanco de Marilyn Monroe, que se levantaba en una boca de aire del metro en la película La tentación vive arriba, se pagaron cuatro millones y medio de dólares, y muy cerca de cinco por el dorado con cristales bordados que se puso la actriz cuando le cantó el cumpleaños feliz a John F. Kennedy en su 45º aniversario. La sala que sacó hace poco a subasta la usada cazadora Levi’s de cuero de Einstein la publicitaba con el reclamo de que aún conservaba el característico olor a tabaco de pipa del padre de la relatividad, y entre los ejemplos más excéntricos de colecciones las hay de mechones de cabello y hasta de orinales de personalidades ilustres.

El deseo, el valor, el fetiche, el reconocimiento, la satisfacción, la identidad son conceptos que están detrás de la obsesión por poseer, por adquirir algo vedado.

“Dependiendo del simbolismo se adjudica valor a unos objetos sobre otros. Hablamos de fetichismo al referirnos a la fascinación por determinado tipo de objetos a los que se da poder, que adquieren un carácter sagrado, mágico”, indica la artista colombiana Cristina Ochoa, quien en su trabajo investiga los mitos culturales, la historia del consumo y el coleccionismo. “En el caso de las celebridades tenemos que aludir a la idolatría, al narcisismo, al fanatismo y, sobre todo, a la proyección de la ­personalidad”.

Marx dejó escrito en El capital que “el deseo es el apetito de la mente”, que implica necesidad y es “tan natural como el hambre del cuerpo”. El deseo, el valor, el fetiche, el reconocimiento, la satisfacción, la identidad son conceptos que están detrás de la obsesión por poseer, por adquirir algo vedado, inalcanzable para el común de los mortales. Tan simple y tan complicado como eso.

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