Nubes de crisis en el horizonte del paraíso omaní

Las dificultades económicas proyectan sombras sobre la paz social en el sultanato

El sultán Qabus bin Said de Omán recibe al presidente de Irán, Hasan Rohaní, en Muscat (Omán) el pasado 15 de febrero. EFE/Presidential Official Website

La historia almacenada en sus fuertes, las interminables playas sobre el Índico y, sobre todo, el carácter amable de los omaníes ha dado fama de paraíso al sultanato. En la esquina suroriental de la península Arábiga, Omán se ha mantenido al margen tanto de la violencia política de algunos de sus vecinos como de los excesos constructores de otros. Pero la caída del precio del petróleo, el crecimiento de la población y la incertidumbre sobre ...

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La historia almacenada en sus fuertes, las interminables playas sobre el Índico y, sobre todo, el carácter amable de los omaníes ha dado fama de paraíso al sultanato. En la esquina suroriental de la península Arábiga, Omán se ha mantenido al margen tanto de la violencia política de algunos de sus vecinos como de los excesos constructores de otros. Pero la caída del precio del petróleo, el crecimiento de la población y la incertidumbre sobre quién va a suceder al sultán Qabús, amenazan ahora la paz social que le ha caracterizado.

Una vez más ha sido el bolsillo lo que ha llevado a los omaníes a echarse a la calle. A primeros de mes, centenares de ellos protestaron frente al Ministerio de Petróleo en protesta por el aumento del litro de gasolina. Como parte de la reducción de subsidios para hacer frente a los menores ingresos, el Gobierno introdujo hace un año un sistema de flotación del precio de los carburantes que se ha traducido en un aumento de casi el 75% (de 0,120 a 0,196 riales, de 0,30 a 0,48 euros).

Aunque el número de manifestantes no fuera muy numeroso, el gesto resulta inusual en un país sin partidos políticos ni organizaciones sindicales. De hecho, la protesta fue la primera desde 2011, cuando al hilo de las revueltas que se desataron en otros puntos del mundo árabe, los omaníes se levantaron contra la corrupción y la falta de empleos.

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Las autoridades no han querido correr riesgos. Pocos días después de las manifestaciones, el Consejo de Ministros aprobó un límite máximo al precio de la gasolina normal “en apoyo de los ciudadanos que lo necesitan”. La super y el diésel seguirán variando cada mes de acuerdo con la cotización del petróleo. Un comité del Consejo Consultivo también recomendó que se retiren las tarjetas de combustible gratuito que se distribuyen a los funcionarios.

Por otro lado, y ante la incongruencia de que haya 54.000 omaníes en el paro mientras 1,85 millones de trabajadores extranjeros trabajan en el sector privado, el Gobierno ha advertido a las compañías de que perderán los generosos incentivos oficiales si no cumplen el objetivo de incluir por lo menos un 35% de omaníes en sus plantillas.

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