Quique González y ‘Kima’ y ‘Dallas’, las fugitivas

El músico toca la guitarra para su perra 'Dallas' en el jardín de su casa, en los Valles Pasiegos (Cantabria).

EN EL SALÓN de su casa, Quique González se sacude los pantalones pitillo con las manos. “¡Estoy lleno de pelos de mis perras (Kima y Dallas)! Los voy repartiendo por los escenarios de todo el mundo”. Sentadas a su lado, ellas se rifan sus caricias. Kima, una mastina de siete años, se llama así por la detective de la serie The Wire. El nombre de Dallas, una mestiza de...

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EN EL SALÓN de su casa, Quique González se sacude los pantalones pitillo con las manos. “¡Estoy lleno de pelos de mis perras (Kima y Dallas)! Los voy repartiendo por los escenarios de todo el mundo”. Sentadas a su lado, ellas se rifan sus caricias. Kima, una mastina de siete años, se llama así por la detective de la serie The Wire. El nombre de Dallas, una mestiza de dos años, lo escogió su sobrino por la canción de González Dallas Memphis. La morada del músico madrileño, en los Valles Pasiegos de Cantabria, está rodeada de eucaliptos. Kima y Dallas corren libremente por la finca y, a veces, se escapan durante un par de días. “¡Les va la fiesta!”, ríe González. “Siempre vuelven, pero me preocupo como el padre de unas adolescentes”. De una situación similar habla en su canción No encuentro a Samuel. Fue el primer perro que tuvo en su vida, cuando se mudó a la comarca cántabra hace 12 años. Murió hace seis, y también se escapaba. Escribió la letra esperando a que volviera de una de sus excursiones.

Sentado entre 'Dallas' y su compañera canina, 'Kima', de siete años.

Su relación con Kima y Dallas se caracteriza por una complicidad absoluta. El cantante, de 43 años, se siente tan cómodo con ellas como si estuviera solo. “No puedo componer delante de una persona, pero con mis perras sí”. Hace unos meses, su banda, Los Detectives, fue a ensayar a su casa para grabar el nuevo disco, Me mata si me necesitas. González cuenta que Kima se pasaba el día escuchándoles. “A mí, me gusta despertarme con un par de ladridos por la mañana. Me hace sentir seguro y que el día comienza bien”.

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