Frustradas y rabiosas, no fracasadas
Frustradas, por techos de cristal y suelos pegajosos que, entre otras cosas, derivan en que solo un 26% de los puestos directivos de empresas en nuestro país estén ocupados por mujeres. Amargadas, por la perpetuación de unos estereotipos que prejuzgan, limitan y cosifican a la mujer. Rabiosas, porque en lo que va de año 40 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas; porque en la Europa abanderada de la igualdad y los valores democráticos un 27% de los ciudadanos justifica el abuso sexual en determinadas circunstancias. Pero fracasadas no, señor Pérez, pues el fracaso del feminismo...
Frustradas, por techos de cristal y suelos pegajosos que, entre otras cosas, derivan en que solo un 26% de los puestos directivos de empresas en nuestro país estén ocupados por mujeres. Amargadas, por la perpetuación de unos estereotipos que prejuzgan, limitan y cosifican a la mujer. Rabiosas, porque en lo que va de año 40 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas; porque en la Europa abanderada de la igualdad y los valores democráticos un 27% de los ciudadanos justifica el abuso sexual en determinadas circunstancias. Pero fracasadas no, señor Pérez, pues el fracaso del feminismo sería el fracaso de la democracia, de la sociedad, del progreso y del ser humano. Que las declaraciones nacidas de la frustración, la amargura y la rabia de algunos no enturbie la lucha por la equidad de género.— Patricia McMullan. Madrid