Hay que decidir, no gestionar

Cuando dicen que el PSOE ha perdido credibilidad, no es solo por faltar a sus compromisos electorales sino porque no admite dónde estuvo su error ni quienes son los responsables

Intervención de Mariano Rajoy en la sesión de investidura.Uly Martín

"El Partido Popular llegó al poder por los errores del PSOE en el Gobierno; no es fácil que se recomponga de los estragos causados por sí mismo, pero es imprescindible que lo haga”. A este análisis de José María Ridao en 2012 habría que añadir en 2016 otro párrafo, poco optimista: el PP se va a mantener en el poder otra legislatura por los errores del PSOE en la oposición, periodo e...

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"El Partido Popular llegó al poder por los errores del PSOE en el Gobierno; no es fácil que se recomponga de los estragos causados por sí mismo, pero es imprescindible que lo haga”. A este análisis de José María Ridao en 2012 habría que añadir en 2016 otro párrafo, poco optimista: el PP se va a mantener en el poder otra legislatura por los errores del PSOE en la oposición, periodo en el que ha continuado ­aumentando su ruina.

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El problema es que los principales responsables de esa ruina siguen negándose a admitir su protagonismo, convencidos de que minimizar daños consiste en absolverse a sí mismos. Y así, como dice la rapera y poetisa inglesa Kate Tempest en su último disco, Let Them Eat Chaos: “Cómo vamos a despertar, si dormimos tan profundo que no importa la forma en que nos sacudan (…) pero esta noche la tormenta ha llegado”. Quizá la tormenta sea tan formidable que los socialistas consigan rehacerse.Porque, aún, siguen siendo imprescindibles.

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Lo que necesita el PSOE es resumir en 10 páginas dónde estuvo el error y dónde está el nuevo análisis

Todo el mundo sabe cuál es el primer paso para rehacerse: un congreso, todo lo temprano que se pueda, en el que el sentido de la realidad se imponga sobre la imaginación. Un sentido de la realidad que significa comprender el cambio formidable provocado por la globalización y desregulación de los mercados, que ha puesto en crisis el mundo del trabajo, la representatividad política, las expresiones culturales. Unas crisis que los responsables de la ruina creen que pueden controlar y gestionar de la misma manera que siempre, pero que, en realidad, están fuera de sus manos. Así que la mejor manera de afrontarla sería dar entrada a nuevas voces, nuevas miradas, nuevas propuestas. En Canadá, por ejemplo, han decidido cambiar su peculiar Senado con un pequeño experimento: se abrió un concurso de méritos para cubrir 9 de sus 105 plazas. Más de 2.500 personas procedentes de todo el país creyeron reunir las condiciones y presentaron su solicitud. No se trata de copiar propuestas que responden a realidades distintas (el Senado canadiense es una especie de Cámara de los Lores), sino de observar cómo se intenta hacer frente a los problemas que ha planteado no el cambio tecnológico, sino precisamente la manera en que afrontaron esa globalización los protagonistas políticos de aquel momento. Una manera que se ha revelado equivocada si se contemplan las consecuencias sobre amplias capas de la población, colocadas inexorablemente en los márgenes del camino.

Así que el PSOE no debería plantearse ahora solo cómo acabar con su pesadilla (aunque sería importante que no profundizara en ella adoptando medidas disciplinarias contra los diputados que se negaron a abstenerse), sino también cómo acabar o, al menos, minimizar el drama que sufren esas capas de población desprovistas hoy casi totalmente de instrumentos para defenderse. Cuando se dice que el PSOE ha perdido credibilidad (y eso lo admiten hasta sus más antiguos dirigentes) no es solo que falte a sus compromisos electorales (lo que podría explicarse, siempre que no se trate de una enmienda a la totalidad), sino de que sea capaz de admitir dónde residió su error y cómo es posible recuperar su capacidad de movilización y renovación social frente al abuso. No es fácil y seguramente necesitaría de un cierto internacionalismo, pero desde luego no basta con escribir pulcramente 700 folios con 2.500 reformas, reformitas y retoques. Lo que hace falta es resumir en 10 páginas dónde estuvo el error y dónde está el nuevo análisis. De nuevo citando a Ridao: los socialistas deben tomar decisiones, no solo gestionar, y dejar de preguntarse qué le pasa a la socialdemocracia para fijarse en lo que les pasa a los ciudadanos.

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