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La fórmula Felicity Jones

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HACE SEIS años cayó en manos de Felicity Jones un guion que le entusiasmó; planteaba sin clichés la historia de amor arrebatado de dos jóvenes separados por la distancia, y la actriz decidió que el papel de Anna tenía que ser suyo. Así que se grabó a sí misma en la ducha para recrear una de las escenas y le envió la cinta al director Drake Doremus, que a cinco días del inicio del rodaje, y tras haber probado a infinidad de actrices, aún no tenía protagonista. Su audición le impresionó tanto que la contrató sin conocerla en persona y sin haber comprobado si habría química entre ella y el actor ...

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HACE SEIS años cayó en manos de Felicity Jones un guion que le entusiasmó; planteaba sin clichés la historia de amor arrebatado de dos jóvenes separados por la distancia, y la actriz decidió que el papel de Anna tenía que ser suyo. Así que se grabó a sí misma en la ducha para recrear una de las escenas y le envió la cinta al director Drake Doremus, que a cinco días del inicio del rodaje, y tras haber probado a infinidad de actrices, aún no tenía protagonista. Su audición le impresionó tanto que la contrató sin conocerla en persona y sin haber comprobado si habría química entre ella y el actor Anton Yelchin. Pero la hubo a puñados. El filme se titulaba Como locos, triunfó en Sundance en 2011 y para Felicity supuso un paso de gigante: la colocó en el mapa.

Si aquel éxito indie le sirvió para llamar a las puertas de Hollywood, es ahora cuando por fin se le van a abrir de par en par. Está en tres de las películas más esperadas de los próximos meses: Rogue One: Una historia de Star Wars, el primer spin off de la saga galáctica, que reventará las taquillas en diciembre; Un monstruo viene a verme, de Juan Antonio Bayona, que se estrena el 7 de octubre tras su paso por el Festival de San Sebastián, e Inferno, la tercera pe­­lícula de Ron Howard basada en la serie de novelas de Dan Brown sobre Robert Langdon, junto a Tom Hanks (en cines el 14 de octubre). En un sofisticado hotel del Soho londinense, confiesa que casi tuvo que pellizcarse cuando comenzó a rodar con uno de los actores con los que aprendió a amar el cine. “Solo oír hablar a Tom Hanks me traslada directamente a mi infancia. Yo crecí escuchando esa voz en películas como Big o Algo para recordar. Siento un enorme respeto por él, porque trabaja muy duro, pero no deja que el espectador lo note, y no se ha dejado corromper por la fama”. Para Hanks, Ron Howard acertó de pleno al ficharla: “De vez en cuando aparece alguien nuevo con un talento increíble y una gran habilidad para establecer una relación con la cámara, y Felicity es una de esas personas”.

LO MÁS INTIMIDANTE DE SU CARRERA: ENFRENTARSE A LA FRASE “QUE LA FUERZA NOS ACOMPAÑE”.

Nacida en Bournville, a las afueras de Birmingham, hace 32 años, Felicity se enganchó a “la magia y el escapismo” del teatro desde muy pequeña. Sus padres se separaron cuando ella tenía tres años, y su madre, su hermano y ella acudían a menudo a ver las obras en las que actuaba su tío, el actor Michael Hadley. Aún no había pisado el instituto y ya había debutado en el telefilme The Treasure Seekers y tenía papel fijo en la serie The Worst Witch, una suerte de Harry Potter femenino que se emitió en la televisión inglesa en los noventa. Pero si por algo se la conocía entonces era por poner voz a Emma Grundy –que interpretó desde los 15 a los 25 años– en The Archers, una radionovela que lleva escuchándose en las cocinas de Reino Unido desde 1951. “No es que fuera Judy Garland, ni mucho menos, pero para mí estar en rodajes era lo más natural. Crecí en ellos”, recuerda sobre su etapa de actriz infantil.

La actriz en 'La teoría del todo' (2014), por la que fue nominada al Oscar.

Su gap year, ese año sabático que los jóvenes anglosajones suelen dedicar a viajar antes de comenzar la universidad, ella lo empleó en buscarse un agente y grabar la serie Servants para la BBC. Y, tras graduarse en Literatura Inglesa en Oxford, empezó a conseguir pequeños papeles en películas de época como Retorno a Brideshead o La abadía de Northanger. El cineasta Jon Jones, que la dirigió en esta última, recuerda con detalle su primer encuentro: “El día que la conocí, Felicity estaba terminando sus estudios en Oxford y tenía un catarro tremendo. Entró en la audición sorbiendo por la nariz; estaba adorable. Tenía que interpretar el papel de una chica muy joven e inocente, pero entendía a la perfección las emociones del personaje y su lugar en la historia. Es una de las actrices más bellas e inteligentes con las que he trabajado, y creo que eso es lo que la ha llevado hasta donde está hoy”.

Inteligencia es probablemente la cualidad que más se le atribuye. Parece un rasgo común de esa nueva generación de actores británicos (a la que también pertenecen Eddie Redmayne o Benedict Cumberbatch) que fluctúan sin complejos entre el cine, la televisión y el teatro, y a quienes no se les conocen escándalos. “Desde fuera puedes pensar que ser actriz es estar siempre de fiesta. Pero, aunque suene aburrido, es una profesión que requiere una enorme cantidad de disciplina, sacrificio y concentración”, apunta Jones, que en su búsqueda de personajes “valientes y complejos” libra una cruzada personal contra el sexismo en los guiones: “A veces estoy leyendo uno y pone: ‘Él la agarra del brazo y tira de ella’. Y me pongo furiosa. La simple idea de que una mujer tenga que ser llevada a rastras me saca de quicio”.

En la esperada 'Rogue One: Una historia de Star Wars', que se estrenará en Navidad.

Felicity también destaca en pantalla –y en persona– por transmitir la mezcla perfecta de fuerza y vulnerabilidad. David Hare, el director de Las horas, que trabajó con ella en los telefilmes Entre líneas y Salting the Battlefield, lo detectó nada más verla: “Ella actuaba en una obra de Polly Stenham llamada That Face. Para ser una chica tan joven, tenía un aura, un halo, como si el aire bailase a su alrededor. No había sentido algo así desde la primera vez que vi a Judi Dench con 23 años. Tiene una gracia y una delicadeza totalmente atemporales”. Esa delicadeza quedó patente en su interpretación de Jane ­Hawking, la esposa del científico Stephen ­Hawking, que la llevó a las puertas del Oscar, y también le ha servido para entrar en la piel de la madre en Un monstruo viene a verme, de Jota Bayona, a quien describe como “un cineasta con mayúsculas”.

Es la primera protagonista femenina absoluta del universo Star Wars.

Sin embargo, su pasaporte definitivo al estrellato –nunca mejor dicho– se llama Jyn Erso y es, con permiso de Daisy Ridley (Rey en El despertar de la fuerza), la primera protagonista femenina absoluta del universo Star Wars. “En tu vida hay un antes y un después del momento en el que tienes tu propio muñeco”, bromea sobre el hecho de que exista una figura de acción con sus facciones. Y coincide en que todo el mundo tiene algún recuerdo asociado a una galaxia muy, muy lejana. “Vi La guerra de las galaxias por primera vez de pequeña en casa de mis primos. Fue leer los rótulos del principio, escuchar la música de John Williams y pensar: ‘¿Pero qué demonios es esto tan alucinante?’. Han Solo o Leia son personajes de los que te enamoras, y las interpretaciones son tan genuinas…”. Quién le hubiera dicho hace 10 años, en las aulas del siglo XVII de su college en Oxford, que el momento más intimidante de su carrera pasaría por decir la frase “que la fuerza nos acompañe”. “La practiqué durante días andando por mi casa o mientras cocinaba. Hablaba sola: ‘Que la fuerza nos acompañe’. No, así no funciona. ‘Que la fuerza nos acompañe’. Sí, así mejor”. A Gareth Edwards, el director del filme, también le sedujo su dualidad: “Jyn no necesariamente ha nacido para ser soldado. Por las características y la historia del personaje, era importante elegir a una actriz que tuviera esa doble cualidad; que pudiera ser dura y fuerte, pero que también hubiera cierta dulzura y fragilidad en ella. Felicity ofrece ese equilibrio”.

Con Tom Hanks en 'Inferno', basada en la novela de Dan Brown y prevista para este otoño.

En su vida personal, la actriz se conduce con discreción. Su única relación sentimental conocida –con el artista Ed Fornieles– duró 10 años y terminó en 2014. Aún mantiene su base en Londres, y en su tiempo libre adora “cocinar, decorar la casa, quedar con amigos o pasear”. También disfruta con la parte más glamurosa de su profesión (“crecí devorando el Vogue británico”) y ha sido imagen de Dolce & Gabbana y Burberry. Su próximo reto, sin embargo, tal vez esté detrás de la cámara: “Estoy considerando otras opciones. Produje un corto con una amiga hace tiempo y me gustaría desarrollar esa faceta e involucrarme más en el proceso completo”. El corto se titulaba Emily y narraba un encuentro sexual entre dos extraños. Caroline Harvey, su directora y guionista, amiga desde hace ocho años, está convencida de que conseguirá todo lo que se proponga: ­“Felicity desarrolla la historia y el personaje de forma excelente, siempre está centrada, le gusta que la desafíen y conecta de forma apasionada con el guion. Y todo eso lo hace sin asomo de vanidad. Estoy encantada con su éxito, pero lo cierto es que no me sorprende en absoluto”.

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