Cosmética global

1. Night Detoxifying Essence, de Guerlain. Tratamiento de noche con orquídea china. 145 euros. 2. Sublimage La Crème, de Chanel. Crema con vainilla de Madagascar. 250 euros. 3. Masque Noir Revitalisant, de Skeen. Mascarilla con arcilla marroquí. 49 euros. 4. Missing U Hand Cream, de Tonymoly. Crema de manos de Corea. 7 euros. 5. Pommade Démaquillante, de Diptyque. Limpiador facial. 18 euros. 6. The Sicilian Bronzer, de Dolce & Gabbana. Polvos bronceadores. 59 euros. 7. Pre and After Shave Balm, de Atkinsons. Bálsamo para el afeitado inspirado en los productos clásicos de la barbería británica. 45 euros. 8. Cleansing Oil Shampoo, de Shu Uemura. Champú que busca reproducir los beneficios de las aguas termales japonesas de origen volcánico. 45 euros. 9. Gel de ducha de Korres. Con albahaca y limón de Grecia. 9 euros. 10. Jabón Deco, de Claus Porto. Elaborado a partir de flores cultivadas en Portugal. 14,20 euros. Arturo Cardoza

A  LA INDUSTRIA cosmética nunca le ha gustado quedarse quieta. Las marcas viajan a donde consideran que pueden encontrar un valor añadido tanto por sus ingredientes como por las referencias estéticas que aportan. Y hoy el consumidor ha asumido como algo natural que su neceser sea el reflejo de un periplo planetario.

Dior, por ejemplo, cultiva opilia e hibisco en Burkina Faso, un país de donde L’Occitane obtiene todo su karité. La marca francesa de cosmética capilar Leonor Greyl busca su nutritivo aceite de mongongo en el desierto del Kalahari, Kiehl’s obtiene quinua de Bolivia y Au...

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A  LA INDUSTRIA cosmética nunca le ha gustado quedarse quieta. Las marcas viajan a donde consideran que pueden encontrar un valor añadido tanto por sus ingredientes como por las referencias estéticas que aportan. Y hoy el consumidor ha asumido como algo natural que su neceser sea el reflejo de un periplo planetario.

Dior, por ejemplo, cultiva opilia e hibisco en Burkina Faso, un país de donde L’Occitane obtiene todo su karité. La marca francesa de cosmética capilar Leonor Greyl busca su nutritivo aceite de mongongo en el desierto del Kalahari, Kiehl’s obtiene quinua de Bolivia y Aussie importa sus ingredientes de Australia. En esta vuelta al mundo de la belleza, el exotismo ha sido siempre un plus. Pero con la aparición hace una década de las marcas nicho –más pequeñas y exclusivas–, la panorámica se amplió aún más. Ahora es común consumir productos griegos como los de Apivita o Korres, australianos como los de Aesop o israelíes como los de Christina. Eso sin mencionar la cosmética coreana, una de las más vendidas y que va camino de convertirse en una categoría en sí misma.

Contar con un surtido de productos multinacional genera conversación. Y toda firma aspira a eso.

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