Nueve olas

La investidura de un presidente en España pasa ya, tras el espectáculo de ayer, por celebrar el ritual de la playa de A Lanzada

Vista aérea de la playa de A Lanzada y de la península de O Grove, en Pontevedra.Xurxo Lobato

El último fin de semana de agosto, en el mismo lugar en el que Mariano Rajoy pasa sus vacaciones, se celebra un ritual cuyo origen se encuentra en Venus, diosa de la fertilidad: el baño de las nueve olas de A Lanzada. Esa noche del día 31, varias mujeres desnudas se adentran en el mar. Luego acuden a la ermita de Nuestra Señora de A Lanzada y se echan en una piedra con forma de cuna para revelar su deseo: quedarse embarazadas. Es una hermosa tradición que ha sobrevivido muchísimos años y que solo tiene un defecto: a veces alguna mujer se queda embarazada en los meses siguientes, y la pareja se...

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El último fin de semana de agosto, en el mismo lugar en el que Mariano Rajoy pasa sus vacaciones, se celebra un ritual cuyo origen se encuentra en Venus, diosa de la fertilidad: el baño de las nueve olas de A Lanzada. Esa noche del día 31, varias mujeres desnudas se adentran en el mar. Luego acuden a la ermita de Nuestra Señora de A Lanzada y se echan en una piedra con forma de cuna para revelar su deseo: quedarse embarazadas. Es una hermosa tradición que ha sobrevivido muchísimos años y que solo tiene un defecto: a veces alguna mujer se queda embarazada en los meses siguientes, y la pareja se presenta en la consulta moviendo objetos con la mirada.

Hace años, el antropólogo Xosé Ramón Mariño contó a La Voz de Galicia en qué consistía la simbología de este ritual, que es muy básica: la playa tiene forma de concha y el mar penetra en ella dejando la espuma, que es el semen. No es por tanto que el océano tenga propiedades fecundadoras sino que en culturas antiguas eso se creía que ocurría así, sin más, como una formación de Gobierno; de hecho no hay más que leer sobre el origen de Venus según la mitología romana: su padre, Cronos, le cortó el pene a Urano para poder salir del útero de su madre, Gea. El falo cayó en la espuma del mar, engendrando a Afrodita, que a su vez engendró a Venus, representada sobre una concha.

La investidura de un presidente en España pasa ya, tras el espectáculo de ayer, por la toma de las nueve olas, con la única duda de quién se meterá en el mar para justificar con magia su cesión, si Albert Rivera o Pedro Sánchez. Se trataría así de darle la razón a Mariano Rajoy, que aspira no solo a ser investido porque lo manda la tradición sino a que se le garantice un Gobierno tranquilo: que la oposición le conceda, de esta manera, la mayoría absoluta que la ciudadanía equivocada le negó. Si eso no se produce vendrán unas terceras elecciones del mismo modo que si no se les vota en esas elecciones vendrá Venezuela. Y al final de todo la muerte, y tendrá tus ojos.

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Para ello se apela a la misma responsabilidad con la que un ginecólogo desquiciado manda a una mujer a bañarse de madrugada la última noche de agosto en el Atlántico: se trata de sacarse el problema de encima para endosárselo al neumólogo. No hacer nada, no decir nada, bañarse y esperar a que un falo —del enemigo mejor que el propio— caiga en la orilla y se produzca un milagro.

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