Editorial

La ilusión del empleo

Más que prometer puestos de trabajo, el Gobierno debería preocuparse por su calidad

Oficina de empleo de la Comunidad de Madrid.Carlos Rosillo

La revisión de las previsiones macroeconómicas sobre las que probablemente se ajustará el Presupuesto de 2017 peca de complacencia. El Gobierno en funciones predice un crecimiento del 2,9% para este año y del 2,3% el siguiente, como una concesión a las tendencias a la desaceleración económica que ya empiezan a notarse en las estadísticas trimestrales. Como la idea fija del Gobierno es que el crecimiento bastará para corregir el déficit en los términos exigidos por Bruselas, parece lógico que mantenga proyecciones altas de crecimiento que, por otra parte, no son improbables.

Ahora bien, ...

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La revisión de las previsiones macroeconómicas sobre las que probablemente se ajustará el Presupuesto de 2017 peca de complacencia. El Gobierno en funciones predice un crecimiento del 2,9% para este año y del 2,3% el siguiente, como una concesión a las tendencias a la desaceleración económica que ya empiezan a notarse en las estadísticas trimestrales. Como la idea fija del Gobierno es que el crecimiento bastará para corregir el déficit en los términos exigidos por Bruselas, parece lógico que mantenga proyecciones altas de crecimiento que, por otra parte, no son improbables.

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Ahora bien, el optimismo, que es venial en el caso del crecimiento, se aproxima más al pecado capital en el caso del empleo. La suposición de que en dos años, este y el próximo, se crearán 900.000 empleos y el paro descenderá en un millón es, a la vista de la realidad social conocida, una afirmación sin demasiado contenido. Porque lo relevante en el mercado laboral en la situación actual es la calidad de los empleos. Crear puestos de trabajo de baja cualificación, de temporalidad extrema y mal retribuidos no resuelve el problema laboral. Ya se sabe que la baja productividad genera empleo precario. En lugar de amontonar ese tipo de acuerdos —en España hay 200.000 contratos a menos de un mes—, los responsables económicos deberían orientar sus esfuerzos a mejorar la contratación favoreciendo la permanencia en el empleo y, por lo tanto, la estabilidad en las rentas.

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De eso debería hablar el Gobierno (este o el próximo). La estadística de las mejoras macroeconómicas no describe correctamente la realidad. Si se bucea en la EPA se encontrarán la medida y el alcance real de este empleo inflado. Claro que 900.000 puestos de trabajo más son una situación mejor que cero; pero los ciudadanos merecen saber si esta recuperación seguirá caracterizándose solo por el mal empleo y los bajos salarios.

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