Perfil

Todos quieren a Margot Robbie

Susan Meiselas / Magnum

MARGOT ROBBIE entra a toda velocidad en el apartado bungaló que alquila en Los Ángeles (California). Viene de grabar la voz de un dingo que habla para una película de la factoría de animación DreamWorks. Hace todo lo posible por ordenar unas prendas desparramadas, prueba de que su visita a la Costa Oeste de Estados Unidos, prevista para una semana, ha acabado durando un mes. “Lamento este desastre”, se disculpa la actriz de 25 años, nacida en la localidad australiana de Gold Coast y residente en Londres, aunque lleva mucho tiempo sin estar en ninguna de las dos ciudades. “Siempre estoy diciend...

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MARGOT ROBBIE entra a toda velocidad en el apartado bungaló que alquila en Los Ángeles (California). Viene de grabar la voz de un dingo que habla para una película de la factoría de animación DreamWorks. Hace todo lo posible por ordenar unas prendas desparramadas, prueba de que su visita a la Costa Oeste de Estados Unidos, prevista para una semana, ha acabado durando un mes. “Lamento este desastre”, se disculpa la actriz de 25 años, nacida en la localidad australiana de Gold Coast y residente en Londres, aunque lleva mucho tiempo sin estar en ninguna de las dos ciudades. “Siempre estoy diciendo: ‘Bueno, la semana que viene se calmará la cosa”, añade en otro momento más tranquilo, recostada en un sofá del patio, al lado de un cojín descolorido en el que se lee la inscripción Dios salve a la reina. “Y la semana siguiente acaba siendo aún más delirante”

Robbie se encuentra en la última etapa de un viaje por todo el mundo que esta primavera parecía haberla dejado extenuada. El periplo se inició en 2013, más o menos en el momento en que el público global la descubrió en El lobo de Wall Street, el largometraje de Martin Scorsese donde la actriz encarnó a la pragmática amante y después esposa de un bróker poco escrupuloso al que daba vida Leonardo DiCaprio. Después de tres años rodando películas sin cesar, está a punto de estrenar dos de sus papeles más importantes en sagas cinematográficas gracias a cuyo éxito podría dejar de ser una aspirante y convertirse en estrella de pleno derecho.

Desde el 22 de julio podemos verla encarnando a una Jane nada delicada y muy segura de sí misma en La leyenda de Tarzán, una nueva aventura del héroe de la jungla. El 5 de agosto reconquistará las salas con Escuadrón suicida, cinta basada en la serie de DC Comics en la que interpreta el papel de Harley Quinn, una desquiciada psicóloga criminalista que emplea con la misma ferocidad un bate de béisbol y el acento de Brooklyn.

Cualquiera pensaría que este panorama es el sueño de un actor hecho realidad, pero ella se cuestiona si satisface de veras sus aspiraciones. Aunque procura no parecer desagradecida, reconoce que le cuesta asumir lo que supone haber alcanzado tanta visibilidad. “El ajetreo nunca termina. Pensaba que todo sería como escalar una montaña; que después de llegar a la cima podría decir: ‘¡Qué bien! ¡Ahora todo va a ser facilísimo!’. Siempre que estoy a punto de llegar a la cumbre, pienso: ‘¡Ha aparecido otra montaña!’. El ajetreo continúa”.

Margot Robbie, junto a Leonardo DiCaprio en 'El lobo de Wall Street' (2013).

Tercera de cuatro hermanos criados por una madre soltera, no ha dejado de ir de un lado a otro desde finales de 2010. Entonces cesó su contrato en Vecinos, una telenovela australiana en la que interpretaba a una bisexual de espíritu libre que busca a su padre biológico. Al cabo de pocos días ya estaba en un avión rumbo a Los Ángeles, donde se presentó a audiciones para episodios piloto de la televisión estadounidense. Enseguida le ofrecieron un papel en Pan Am, un drama de época de la cadena ABC. “Para la gente es muchísimo más divertido hablar de este proceso como si fuera igual que ganar la lotería, como si causaras furor de la noche a la mañana. Pero todo fue muy estratégico; hay pasos que has de recorrer”.

“me vi obligada a hacer el sacrificio de rodar desnuda, algo que no me apetecía. Pero así lograba trabajar con scorsese, que sí me apetecía mucho”.

La cancelación de Pan Am cuando solo se habían grabado 14 episodios fue en realidad un golpe de suerte, pues le permitió participar en Una cuestión de tiempo, comedia romántica de Richard Curtis, y, a continuación, en El lobo de Wall Street. Su espléndida interpretación (y acento neoyorquino) en este último largometraje se convirtieron en tarjeta de visita. También tuvo que rodar varias escenas de desnudo; entre ellas, una en la que seduce al personaje de DiCaprio mientras lleva únicamente unas medias y unos zapatos de tacón. Robbie asegura que esta provocativa secuencia le resultó complicada. Al recordar lo que pensó en aquel momento, dice: “Me vi obligada a hacer el sacrificio de rodar desnuda, algo que no me apetecía. Pero así lograba trabajar con Scorsese, que sí me apetecía mucho. Muy bien, ¿cuál de las dos cosas tiene más peso?”.

Aunque el director le aseguró que podía interpretar la escena con un albornoz o en ropa interior, Robbie cuenta que una vez que se metió en el personaje le contestó: “No, ni pensarlo; ella habría estado sin nada de ropa”. Desde entonces, la actriz ha protagonizado Suite francesa (una adaptación de la novela de Irène Némirovsky) y el thriller en tono de comedia Focus, junto a Will Smith. Sin embargo, los cineastas siguen fijándose en ella y ofreciéndole papeles gracias a El lobo de Wall Street. David Yates, director de La leyenda de Tarzán, ha declarado que, cuando vio a Robbie en la cinta de Scorsese, pensó que la joven ofrecía un aspecto “glamuroso y excitante”, pero también se preguntó lo siguiente: “¿Será su popularidad flor de un día?”. Yates, que cuenta en su haber con cuatro películas de Harry Potter, asegura que en su Tarzán evitó conscientemente crear una Jane “que pareciese demasiado vulnerable, a la que hubiera que rescatar”. El director añade que al conocer a Robbie descubrió a una mujer distinta de lo que esperaba. “Es muy pragmática”, cuenta el cineasta. “Y muy reflexiva. A pesar de lucir un aspecto maravilloso y de ser ambiciosa, mantiene los pies en el suelo”.

Tarzán le exigió pasar largos ratos delante de pantallas de croma en Londres mientras fingía huir de estampidas de animales o aguantar un monzón. Y tuvo que enfrentarse a otro tipo de prueba de aguante mientras preparaba Escuadrón suicida, donde encarna a una malhechora que forma parte de un equipo mal avenido de villanos que se convierten en héroes. Desde su primera conversación por Skype con la joven, David Ayer (Sin tregua, Corazones de acero), director y guionista de la cinta, pensó: “Es una persona muy analítica y seria. Sin embargo, cuando logra sentirse cómoda se abre de veras”.

En la primera imagen, cambio de registro en \'Escuadrón suicida\' (2016). Y en la segunda, aparición estelar en un fragmento de \'La gran apuesta\' (2015).

Para interpretar este papel se vio obligada de nuevo a enseñar gran parte del cuerpo: su personaje lleva casi siempre unos shorts minúsculos. La joven declara que puede justificar este vestuario: luce “pantalones cortísimos porque son muy alegres y divertidos”, asegura, “no porque quiera que los tíos le miren el culo”. Sin embargo, añade: “Cuando soy Margot no me gusta llevarlos. A la hora de la comida me pido una hamburguesa y luego me toca rodar una escena en la que me lanzan un manguerazo para acabar empapada con una camiseta blanca; la llevo muy ceñida y me da mucha vergüenza”. Afirma que, cuando encarna a personajes que están muy cómodos con su aspecto físico (por ejemplo, a una corresponsal de guerra llena de confianza en Whiskey Tango Foxtrot, o a una versión satírica de sí misma en La gran apuesta, donde explica qué son las hipotecas subprime desde una bañera llena de espuma), ella no se siente necesariamente del mismo modo. “Tienes que actuar como si pensaras que eres de lo más atractiva, porque así también se lo creerán los demás. Puedo lograrlo cuando soy consciente de que esa no soy yo”.

Sus compañeros de reparto en Escuadrón suicida confirman que es una intérprete cuya tenacidad pasa inadvertida en un primer vistazo. “Podrías confundirte y creer que es una persona de lo más despreocupada, pero se toma muy, muy en serio lo que hace”, asegura Jai Courtney, otro australiano, que interpreta al Capitán Boomerang.

Robbie ya ha participado en la creación de una nueva productora, LuckyChap Entertainment. Una compañía concebida para desarrollar proyectos que podría protagonizar, como un largometraje sobre Tonya Harding, patinadora artística olímpica caída en desgracia. La actriz reconoce que es también un modo de utilizar la influencia que le da la fama, antes de que otros se aprovechen de ella. “Tardé un poco en asimilar el hecho de que me había convertido en un producto, de que mi cabeza tenía un precio. Siempre va a haber alguien que utilice tu nombre. Mejor que lo hagan tus amigos”.

Aún no ha logrado aquello a lo que aspiraba cuando llegó a Hollywood. Tampoco puede explicar del todo qué pretendía en esa época, pero describe una fantasía que le ha estado rondando la cabeza últimamente. “Muchas veces pienso: ‘Debería haberme convertido en doble de acción’. Me encanta hacer escenas peligrosas y estar en el plató, pero así no tendría que ser famosa… Aunque la verdad es que no se puede retroceder en el tiempo”.

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