Patricio Pron y la séptima vida de ‘Mao’

El escritor argentino suele trabajar en su estudio bajo la atenta mirada del felino.

La temperatura exterior es de 34 grados y el aire acondicionado está encendido, pero sobre la cama del escritor argentino Patricio Pron se extiende una manta aterciopelada. “Es la favorita de Mao (su gato), así que no la quitamos ni en agosto. Nos ha domesticado”, ríe el autor, de 40 años. El día que él y su esposa lo adoptaron, hace cinco años en la protectora Madrid Felina, “no tenía voluntad de supervivencia”. Sufre inmunodeficiencia felina –el sida de los gat...

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La temperatura exterior es de 34 grados y el aire acondicionado está encendido, pero sobre la cama del escritor argentino Patricio Pron se extiende una manta aterciopelada. “Es la favorita de Mao (su gato), así que no la quitamos ni en agosto. Nos ha domesticado”, ríe el autor, de 40 años. El día que él y su esposa lo adoptaron, hace cinco años en la protectora Madrid Felina, “no tenía voluntad de supervivencia”. Sufre inmunodeficiencia felina –el sida de los gatos–, que le provoca infecciones de boca constantes.

Desde que está con ellos, recibe tratamientos que le ayudan a luchar contra esa enfermedad sin cura. “Cada día es un día más cerca de la muerte, pero también un día ganado a la muerte”. Fruto de esa convivencia, Pron piensa mucho en la fragilidad de la vida, como se aprecia en su nueva novela, No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (Literatura Random House).

El premio Juan Rulfo de Relato 2004 recostado junto a 'Mao' sobre la manta favorita del gato. Nani Gutiérrez

“La llegada de Mao nos dio una causa común: contribuir a su bienestar”. Al principio “tenía actitud a la defensiva”. Tardó año y medio en sentarse en su regazo. Hoy muestra su afecto tumbándose sobre sus dueños. Pron –que tuvo dos gatas de niño– descubrió hace poco que es un gesto de dominación. “Incluso así, ese es un momento impagable”, explica el premio Juan Rulfo de Relato 2004. A su entender, los vínculos se miden por lo que uno está dispuesto a dar por otro. “En relación con Mao, no hay mucho que mi esposa y yo nos guardemos. En ese sentido, el vínculo es tan intenso como con un hijo, aunque evidentemente no es comparable”.

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