Cartas al director

Argentino por accidente

Mis bisabuelos eran austriacos, italianos y españoles. Los austriacos escapaban de Hitler. Los italianos huían de los asaltos aliados y de las bombas de la Wehrmacht. Los españoles lo hacían de Franco. Todos ellos eran europeos. La sangre de mi cuerpo corre por mis venas como ellos corrían huyendo del terror en que se había convertido su hogar. Pero no fue el destino quien quiso que se juntasen en Argentina. Fue Argentina la que brindó la posibilidad de que se produjese ese encuentro. Argentina refugió europeos, igual que Uruguay, Brasil, Chile o Paraguay; Latinoamérica refugió europeos cuando...

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Mis bisabuelos eran austriacos, italianos y españoles. Los austriacos escapaban de Hitler. Los italianos huían de los asaltos aliados y de las bombas de la Wehrmacht. Los españoles lo hacían de Franco. Todos ellos eran europeos. La sangre de mi cuerpo corre por mis venas como ellos corrían huyendo del terror en que se había convertido su hogar. Pero no fue el destino quien quiso que se juntasen en Argentina. Fue Argentina la que brindó la posibilidad de que se produjese ese encuentro. Argentina refugió europeos, igual que Uruguay, Brasil, Chile o Paraguay; Latinoamérica refugió europeos cuando a los europeos les llovían bombas y les crecían minas bajo los pies. ¡Y ojo! Que los europeos como inmigrantes y refugiados nunca fueron buenos, y si no díganselo a los italianos, que después de 50 años en suelo criollo aún no saben hablar español. Sin embargo, Latinoamérica lo hizo igualmente. ¿Para qué? Para que 80 años después esos mismos europeos, hijos de refugiados, pudiesen cerrarles las puertas a quienes huyen desesperados del terror del que se cobijaron al otro lado del mundo sus antepasados.— Ilian Andreu.

 

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