El acento

El mundo de García Márquez está en su archivo

El Harry Ramson Center de la Universidad de Texas abre al público manuscritos y materiales biográficos del escritor

El Harry Ramson Center, de la Universidad de Texas, ha abierto la pasada semana al público el archivo de Gabriel García Márquez. Hace un año compró el legado del escritor por 1,94 millones de euros a su familia: 78 cajas repletas de papeles y tres carpetas voluminosas. La institución las ha ordenado, va digitalizando poco a poco su contenido, y las ha puesto a disposición del público. Hay allí de todo: los manuscritos originales de 10 de sus libros, unas 2.000 cartas, 40 álbumes de fotografías que resumen buena parte de su vida, está alguna máquina de escribir y los ordenadores donde trabajó s...

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El Harry Ramson Center, de la Universidad de Texas, ha abierto la pasada semana al público el archivo de Gabriel García Márquez. Hace un año compró el legado del escritor por 1,94 millones de euros a su familia: 78 cajas repletas de papeles y tres carpetas voluminosas. La institución las ha ordenado, va digitalizando poco a poco su contenido, y las ha puesto a disposición del público. Hay allí de todo: los manuscritos originales de 10 de sus libros, unas 2.000 cartas, 40 álbumes de fotografías que resumen buena parte de su vida, está alguna máquina de escribir y los ordenadores donde trabajó sus historias, los bocetos de su discurso cuando recibió el Nobel, notas de trabajo y multitud de recortes de periódico. Existen, incluso, una serie de versiones de una novela inédita, En agosto nos vemos.

La antología de textos de prensa de García Márquez, que editó Héctor Feliciano hace un año para la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, se abría con un comentario que hizo el escritor en mayo de 1991 durante una entrevista en Radio Caracol: “Soy un periodista, fundamentalmente”, decía entonces, y luego aclaraba que sus libros “tienen una cantidad de investigación y de comprobación de datos y de rigor histórico, de fidelidad a los hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o fantásticos, pero el método de investigación y de manejo de la información y los hechos es de periodista”.

Si hay un lugar donde los estudiosos podrán reconstruir esa manera suya de trabajar como periodista para luego contar historias donde su imaginación vuela muy lejos, ese lugar tendría que ser su archivo. Es ahí donde quedaron a buen recaudo, por lo menos desde Cien años de soledad (antes lo fue tirando todo), todos los papeles que tienen que ver con su manera de crear. Las tachaduras, las correcciones, las notas, los recortes de los que se sirvió, las varias versiones que barruntó hasta elegir la definitiva.

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El archivo de un escritor es la mejor ventana para asomarse a su laboratorio de trabajo, y perseguirle sus secretos. Pero también es una puerta para acceder a su relación con los demás. García Márquez estuvo comprometido con la política de su tiempo y estuvo muy próximo a algunos poderosos. ¿Supo servirse de ellos para defender sus causas o, más bien, fueron ellos quienes se sirvieron del célebre escritor? Quizá el archivo sirva para intentar responder a muchas preguntas. Los documentos están ahí, no pueden alterarse y por eso les sirven a los investigadores para armar de nuevo lo que ocurrió, pero lejos ya de las emociones y de los ruidos del presente.

“Nunca he pensado en la edad como en una gotera en el techo que le indica a uno la cantidad de vida que le va quedando”, dice uno de sus personajes con una deslumbrante ligereza para rozar las honduras. Su archivo quizá sirva para averiguar cómo alcanzó tanta maestría. Ojalá ayude también a desentrañar el lado escondido de esas figuras que tuvieron tanto poder y que García Márquez trató con tanta cercanía.

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