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Migrar para recoger cartones

Miles de inmigrantes irregulares viajan desde Afganistán y Pakistán a Turquía en busca, no ya de un futuro, sino de un presente. Esta es la historia de uno de ellos

Nawab pesa el costal que ha llenado de papel en su recorrido diario por la ciudad. Este joven afgano es el segundo de tres hermanos que viajaron desde Afganistan hacia Turquia en busca de un mejor futuro.Andrés Gutiérrez
Viven en condiciones de pobreza extrema para ahorrar al máximo y poder viajar a Europa occidental.Andrés Gutiérrez
La actividad en el solar se intensifica pasado el mediodía cuando la temperatura empieza a descender. Sobre todo en el mes de Ramadán, en el que no consumen ni siquiera agua durante el día.Andrés Gutiérrez
A la planta llegan también camiones cargados con basura que debe ser clasificada y pesada. Un niño sirio, de apenas 12 años, colabora en la tarea.Andrés Gutiérrez
Cuando no están en la calle, pasan las horas dentro de la estructura de latón que es su hogar y les sirve de refugio contra los rayos de sol a pesar de que la temperatura dentro del habitáculo es muy alta.Andrés Gutiérrez
Los tubos de cartón de grandes almacenes de telas son algunos de los restos que recoge Ibrar en su recorrido.Andrés Gutiérrez
Durante el mes de Ramadán la actividad en la ciudad baja su ritmo, esto facilita a Ibrar su labor al desplazarse por las calles y avenidas.Andrés Gutiérrez
Ibrar se abre paso como puede por las aceras abarrotadas de la ciudad.Andrés Gutiérrez
Papel, plástico y metal son los tres materiales que suponen el sustento de Ibrar y su familia que le espera en Pakistán.Andrés Gutiérrez
Ibrar tiene que doblar apropiadamente los cartones que va recogiendo para aprovechar el espacio en su costal.Andrés Gutiérrez
Su carretilla tiene unos tubos soldados para poder tirar más cómodamente de ella.Andrés Gutiérrez
Después de abonar los más de 1.300 euros de su salida de Pakistán, Ibrar pretende regresar cuando haya ahorrado una cantidad de dinero que les permita vivir un tiempo en su ciudad, pues allí perdió su trabajo y la situación era insostenible.Andrés Gutiérrez
Ibrar busca en los rincones de la ciudad turca con la única compañía de los gatos callejeros y su cometido claro a cada paso: él completará su año fuera de casa y regresará junto a su familia.Andrés Gutiérrez
Ibrar hace tres turnos de unas cuatro horas cada uno y su costal al final del turno pesa casi 40 kilos.Andrés Gutiérrez
Ibrar lleva una bolsa atada justo delante del costal en la que guarda algún objeto que le resulte útil o llamativo.Andrés Gutiérrez
La imagen de los coches de lujo contrasta con el trabajo que desempeñan Ibrar y sus compañeros por las calles de Estambul.Andrés Gutiérrez
Cae la tarde y los recolectores aprovechan para recorrer las calles de la ciudad en busca de más materiales con un poco de aire fresco.Andrés Gutiérrez
Su encomiable labor exime a los ciudadanos de separar la basura, pues Ibrar y sus compañeros se encargan de rebuscar los restos reciclables entre todos los desechos.Andrés Gutiérrez
En la planta se realiza la clasificación final.Andrés Gutiérrez
Al salir de sus hogares están dispuestos a soportar condiciones en las que pocos europeos querrían verse. Imroz, Ibrar y otros doce compañeros comparten una habitación para comer y dormir.Andrés Gutiérrez
En Ramadán, muchos musulmanes celebran una copiosa cena en familia. Pakistaníes y afganos se reúnen en el suelo de su habitáculo para compartir su comida.Andrés Gutiérrez
Cuando consigan ahorrar suficiente dinero pagarán su billete a Europa occidental. Esa esperanza les mantiene activos en su ardua tarea bajo el sol de Estambul.Andrés Gutiérrez
Ibrar habla con su mujer por videollamada una vez a la semana, el domingo, su único día libre. Ella y su hijo le esperan impacientes en Pashawar, Pakistán.Andrés Gutiérrez
La alegría de verlo se refleja en la sonrisa de la mujer de Ibrar. En unos mesesAndrés Gutiérrez