Patriotismo es consumir productos franceses

El nuevo llamamiento oficial a comprar carne nacional forma parte de la cultura del país

El mercado común o la globalización indigesta a los franceses. Consumir productos nacionales es la consigna; empezando por el propio Gobierno. Los puestos de frutas y verduras franceses, y las pescaderías y carnicerías, no solo marcan en Francia los productos con su precio correspondiente. También dan cuenta del origen. Si son franceses, el valor es más alto. Si el comprador se equivoca y coge tomates a ocho euros el kilo en vez de los que se exhiben al lado por 2,40, el vendedor dará una explicación que, aparentemente, le resulta obvia: “¡Son franceses, señora!”.

Comprar productos naci...

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El mercado común o la globalización indigesta a los franceses. Consumir productos nacionales es la consigna; empezando por el propio Gobierno. Los puestos de frutas y verduras franceses, y las pescaderías y carnicerías, no solo marcan en Francia los productos con su precio correspondiente. También dan cuenta del origen. Si son franceses, el valor es más alto. Si el comprador se equivoca y coge tomates a ocho euros el kilo en vez de los que se exhiben al lado por 2,40, el vendedor dará una explicación que, aparentemente, le resulta obvia: “¡Son franceses, señora!”.

Comprar productos nacionales es una costumbre arraigada en Francia, un gesto de patriotismo que se percibe, además, como un instrumento para mitigar crisis. El año pasado, un periodista consumió durante doce meses solo productos franceses. El héroe se preguntaba después cuántos empleos se habrían preservado, de los 180.000 perdidos durante ese tiempo, de haber seguido todos su ejemplo. El entonces ministro de Industria Arnaud Montebourg le condecoró. Que el presidente François Hollande opte por una gafas danesas produce un cierto escándalo. Un fabricante galo le envió el año pasado una montura nacional.

La etiqueta Origine France Garantie es una cuestión muy seria en este país. Una encuesta de Ipsos demuestra que el 77% de los ciudadanos están dispuestos a pagar más por un producto francés, siempre que el precio no se dispare, claro. El 95% considera que hacerlo es un acto ciudadano y el 93%, que tales productos aportan una garantía extra de calidad.

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La etiqueta la estableció el Gobierno del conservador Nicolas Sarkozy en 2011. El del socialista Hollande la defiende, a pesar del tropiezo de las gafas. El primer ministro Manuel Valls ha apelado al patriotismo para afrontar la crisis de los ganaderos, en armas por los bajos precios que dicen percibir por sus productos.”Hay que consumir carne francesa. Es de calidad”, dijo el miércoles tras el Consejo de ministros que adoptó medidas para protegerlos. Hollande se sumó el jueves desde Dijon pidiendo a los comedores que utilicen productos nacionales.

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