Vivo de nuevo

MSF me dio un certificado para demostrar a todo el mundo que soy un superviviente del ébola, pero volver a la vida normal no sería fácil

Umaru tiene 20 años y ha sobrevivido al ébola tras estar ingresado en el centro de tratamiento de MSF en Freetown (Sierra Leona).Sophie McNamara (msf)

Mi amigo enfermó hace algunas semanas. Se encontraba muy mal y vomitaba a todas horas. Un día no pudo evitar vomitar sobre mí; creo que es así como me infecté yo. Unos días después, empezó a dolerme la espalda y la cabeza, me subió la fiebre y luego yo también comencé a vomitar. Todos en mi casa estaban asustados. No podía quedarme más tiempo allí, así que decidí venir al centro de tratamiento de ébola de MSF. Me tomaron una muestra de sangre y me confirmaron que tenía ébola. Me transfirieron a la sala de confirmados y entonces comencé a pasar noches enteras sin dormir. Tenía horribles pesadillas porque estaba convencido de que me iba a morir, de que las personas con la enfermedad no sobreviven nunca. En aquel momento circulaban muchos rumores y algunos de ellos decían que a todas las personas que estaban en los centros se les inyectaba alguna cosa que les provocaba la muerte. Una mujer que estaba ingresada conmigo perdió al poco tiempo a su hija de siete meses. Entonces pensé: "¿qué me sucederá a mí? Seguramente ya estoy condenado".

Las enfermeras y los médicos lograron transmitirme valor. Me dijeron que no me preocupara, que tuviera esperanza. La mujer que perdió a la niña fue dada de alta al día siguiente. Fue un momento de alivio; lo recuerdo como un signo de esperanza muy claro. Poco después, tras pasar 15 días en el centro, a mí también me dieron de alta. MSF me dio un certificado para demostrar a todo el mundo que soy un superviviente del ébola. Estaba emocionado. Sin embargo, pronto me di cuenta de que volver a la vida normal no sería nada fácil.

Umaru, un superviviente del ébola en Sierra Leona, cuenta su historia.Vídeo: msf

En primer lugar, porque después de ser dado de alta aún seguía sufriendo algo de fatiga y vomitaba de vez en cuando. Los doctores de MSF me dieron unas pastillas para detener la diarrea, el vómito y el dolor de estómago y al poco tiempo esos síntomas se detuvieron. Al menos, no he tenido infecciones de piel o de ojos como les pasa a muchos otros supervivientes, así que me considero afortunado. Pesaba 52 kilos antes de tener ébola y ahora peso 60. ¡Así que creo que me estoy poniendo más fuerte! O más gordo, ¡qué sé yo!

Otra cosa que me preocupaba era el hecho de que la gente pudiera tener miedo de mí o que pensaran que aún podría transmitirles la enfermedad. Y de hecho, aún paso algunas noches sin dormir por este tipo de preocupaciones. Lo cierto es que la mayoría de las personas me han aceptado de vuelta y ahora me ven como un héroe, porque saben que sobreviví al ébola. Mis amigos me visitaron en el centro de tratamiento y cuando me dieron el alta también vinieron a verme a casa. Son amigos de verdad. Mi casero también estaba feliz y no nos puso ningún problema para quedarnos en nuestro hogar. Normalmente, las personas que han tenido la enfermedad son expulsadas de sus casas, así que mi familia y yo tuvimos suerte.

Pesaba 52 kilos antes de tener ébola y ahora peso 60. ¡Así que creo que me estoy poniendo más fuerte! O más gordo, ¡qué sé yo!

La mayor parte de mis familiares se emocionó mucho al verme de vuelta. Me animaron a que comiera porque saben que necesito estar fuerte. Pero no todo fueron buenos recibimientos: el padre de mi hermano menor le prohibió que me viera, aunque ya sabían que me había recuperado de la enfermedad. Mi hermano mayor también se ha alejado de mí porque sigue asustado. Ahora ya nunca viene a verme, aunque antes solíamos hacer todo juntos. Y eso es algo que me hace no sólo estar preocupado, sino también enojado.

Desde que salí del centro, he venido a visitar a MSF cada martes. Venir aquí es mucho mejor que quedarme en casa; estar sentado sin nada que hacer es algo que me estresa mucho. En condiciones normales debería ir a la escuela para terminar el curso, pero ahora mismo, a causa de la epidemia, no se están dando clases. Al menos aquí, con MSF, encuentro una manera de ayudar a otros a luchar contra esta terrible enfermedad.

Después de haber sido dado de alta del centro de tratamiento, conocí a Félix, un caricaturista suizo que me animó a hacer algunos dibujos acerca de mi experiencia. Dibujé imágenes sobre la manera en que me enfermé, lo que sucedió mientras estaba ingresado y lo feliz que fui cuando me dieron de alta.

Ahora que soy un superviviente, quiero continuar trabajando en mis dibujos

Mis dibujos también han sido usados en un folleto de MSF para supervivientes del ébola. Te muestra cosas que puedes hacer, como correr, rezar, pasar tiempo con los amigos o con la familia. También te muestra lo que no debes hacer, como beber o fumar. Hacer estos dibujos ha aliviado mi estrés y me da algo en lo que trabajar.

Ahora que soy un superviviente, quiero continuar trabajando en mis dibujos y en mi carrera de interpretación. Ya he actuado en cuatro películas. Mi director está muy contento con mi regreso porque piensa que de alguna manera he vuelto a la vida.

Umaru, de veinte años, se recuperó del ébola a finales de febrero en el centro de tratamiento Príncipe de Gales, en Freetown. Desde entonces, cada semana vuelve a la clínica de supervivientes de MSF. Él fue una de las cuatro personas de su familia que estuvieron infectadas y que lograron recuperarse.

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