Resucitar la muerte celular programada para tratar el linfoma de Hodgkin

Dos tratamientos distintos consiguen un aumento de la supervivencia del 60% en esta neoplasia de la sangre

El linfoma de Hodgkin es un tumor afortunadamente poco frecuente de la sangre. Y la capacidad de reactivar la muerte celular programada es una esperanzadora vía para tratar los casos resistentes a la medicación o las recaídas, según los datos que se han expuesto en el Congreso de la Asociación Americana de Hematología (ASH) que se celebra del 6 al 9 de diciembre en San Francisco.

En una de las sesiones inaugurales, en las que se destacan las novedades del día, se han presentado dos trabajos para estos casos especialmente complicados dirigidos a la misma diana, los genes PD (muerte progr...

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El linfoma de Hodgkin es un tumor afortunadamente poco frecuente de la sangre. Y la capacidad de reactivar la muerte celular programada es una esperanzadora vía para tratar los casos resistentes a la medicación o las recaídas, según los datos que se han expuesto en el Congreso de la Asociación Americana de Hematología (ASH) que se celebra del 6 al 9 de diciembre en San Francisco.

En una de las sesiones inaugurales, en las que se destacan las novedades del día, se han presentado dos trabajos para estos casos especialmente complicados dirigidos a la misma diana, los genes PD (muerte programada, por sus siglas en inglés), y ambos con una conclusión parecida: un aumento de la supervivencia de más del 60%.

El linfoma de Hodgkin afecta a unas 1.000 personas en España cada año, y mueren unas 140 personas por su causa anualmente, según datos del Observatorio Europeo del Cáncer. Lo curioso de ambas presentaciones es que actúan sobre la misma molécula pero por vías diferentes. Las dos se basan en activar un proceso que en los cánceres queda atenuado: la propia activación de los sistemas de control celular para inducir la muerte de aquellas con errores graves, como las mutaciones carcinogénicas. Esta actuación depende de los genes PD-1 y PD-2, y se ha visto que estos funciona peor en los procesos tumorales.

Philipe Armand, del Dana-Farber Cancer Institute de Boston, presentó datos de una fase I (inicial, dedicada a detectar la seguridad) en el que se probó un fármaco, el nivomulab, que impide que se unan a los PD-1 y PD-2 unos ligandos que son los que atenúan su respuesta. Lo destacable de su trabajo es que se ensaya en pacientes que ya han fracasado con los tratamientos actualmente existentes, con mejorías de un 86% en el tiempo libre de progresión de la enfermedad. Además, en un 87% de los casos se consiguió la remisión parcial o total de la enfermedad.

El linfoma de Hodgkin afecta a unas 1.000 personas en España cada año, y mueren unas 140 personas por su causa anualmente

En el congreso, al que EL PAÍS acude invitado por el laboratorio Celgene, se destacó que este fármaco ya se usa en algunos tumores sólidos, por lo que se conoce su perfil de seguridad. Esta práctica de ensayar lo que ya funciona en un cáncer en otros es habitual en la oncología actual. Aunque los tratamientos se han hecho cada vez más específicos, los estudios demuestran que hay una serie de genes comunes a varios de ellos, por lo que los medicamentos son extrapolables. También es lo normal empezar como en este caso: por los casos más complicados, para luego ir probando en otros más sencillos o que no han recibido ningún tratamiento previo.

En el otro ensayo, presentado por Craig Moskowitz, del Memorial Sloan Kettering Cancer de Nueva York, se prueba el efecto de un anticuerpo monoclonal (moléculas que activan el sistema inmunitario para actuar contra organismos extraños) que, en este caso, tienen como fin proteger a los PD-1 y 2 de los ligandos que los inactivan. Suponen otra aproximación de la inmunoterapia a un cáncer, y la investigación está también en fase I. Tampoco tiene grandes efectos adversos y, de nuevo, se usa en pacientes que han recibido ya varios tratamientos previos.

El caso del linfoma de Hodgkin es una muestra de las vías abiertas en la investigación en cánceres hematológicos (mielomas, leucemias, linfomas), con la combinación de distintos medicamentos y la incorporación de inmunoterapias. En este caso, como la diana es la misma, los expertos coincidieron en que no se combinarían entre sí, sino con otros productos para potenciar el efecto conjunto de ellos. También es prueba de la relación genética entre varios tumores, como demuestra que también se esté investigando la activación de los PD-1 y 2 en mieloma múltiple.

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