13 fotos

Sobrevivir gracias a una escoba

Los discapacitados más pobres de Addis Abeba son expertos fabricantes de escobas, fregonas, alfombras, cestas o pañuelos. Gracias a la manufactura de estos objetos han dejado la mendicidad

Birhane Afera, de 37 años, borda flores sobre un mantel. Usa muletas para caminar porque tiene las piernas paralizadas a consecuencia de la polio. Llegó a Salu hace nueve años después de haber vivido desde los cinco en un orfanato porque sus padres no podían ocuparse ella. Desde que acabó su formación, trabaja realizando artesanía textil.LOLA HIERRO
Los dedos de Workiness Eticha, profesora de Salu, tejen una alfombra con asombrosa rapidez. Destaca que sus mejores alumnos suelen ser personas ciegas porque demuestran una concentración “extraordinaria”.LOLA HIERRO
Yoseph Adane, de 40 años, posa en el almacén donde guardan cepillos, fregonas y otros productos manufacturados y listos para vender. Adane vivió en las calles de Mekanisa, un suburbio de la capital, durante varios años. Su suerte cambió cuando, junto a otras 60 personas con discapacidad, decidieron aprender oficios para tener un medio de vida. Hoy es el director de la escuela Salu de Addis Abeba.LOLA HIERRO
En uno de los pabellones de chapa de la escuela, en el barrio de Mekanisa, 10 de los 60 fundadores de Salu fabrican cepillos en silencio y con dedicación absoluta. Todos vivían e la calle hace 16 años, y ahora tienen un techo bajo el que resguardarse. Varios se han casado y han tenido hijos.LOLA HIERRO
Mekanisa es el barrio más pobre de Addis Abeba, una ciudad donde vive más del 2% de los 15 millones de discapacitados que hay en Etiopía. Sus calles, sin embargo, presumen de una animada vida vecinal.LOLA HIERRO
Workiness Eticha, de 50 años, es una de los nueve empleados de la escuela que no tiene ninguna discapacidad. Profesora desde hace 10 años, enseña a fabrica alfombras. “Crecí con esto, hago lo que me gusta”, afirma.LOLA HIERRO
Uno de los miembros fundadores de Salu, que padece ceguera total, fabrica el cepillo de lo que posteriormente será una escoba. Los 60 que fundaron la escuela no obtuvieron la ayuda de nadie durante los primeros años, por lo que tuvieron que seguir mendigando un tiempo para sacar el proyecto adelante.LOLA HIERRO
Solomon Eshete, de 48 años, iba para sacerdote, pero la falta de ingresos cambió su rumbo. Quedó ciego del ojo izquierdo con 10 años tras la embestida de una cabra y del derecho a los 14 a causa de un glaucoma. “Ahora puedo hacer de todo menos ver”, bromea. Solomon tiene cinco hijos, tres niñas y dos niños.LOLA HIERRO
Manasbot Tesfaye, de 30 años y sordomudo, trabaja en el taller lijando los soportes de los cepillos hasta dejarlos suaves como la seda.LOLA HIERRO
Sisay Worku, de 45 años, mendigó durante cinco por las calles de Addis Abeba después de que un accidente laboral paralizara sus piernas de forma parcial. Puede caminar despacio, pero no correr, y el trabajo en la ebanistería le ha salvado de la mendicidad.LOLA HIERRO
Mohamed Ali, ciego desde los tres meses de edad, fabrica cepillos desde su pequeña casita en el barrio de Mekanisa. Su mujer también perdió la vista de niña, pero la hija de ambos, de siete meses, ve perfectamente.LOLA HIERRO
Haile Giorgis, de 38 años, sonríe a uno de los niños del barrio de Mekanisa. Giogis, ciego de nacimiento, es uno de los fundadores de la cooperativa de créditos Rasen Mechale Handicap and Blind Saving and Credit Parnertship Office y miembro de su comité ejecutivo, que decide qué propuestas financiar con los 30 birr (euro y medio) que los socios aportan cada mes.LOLA HIERRO
Tefera Tedessa conduce del brazo a Yuseph Adane hacia el interior de la pequeña oficina de la Rasen Mechale Handicap and Blind Saving and Credit Parnertship Office, una cooperativa en la que los socios realizan pequeñas inversiones gracias a un fondo común que arrancó gracias al apoyo de Salu y Manos Unidas.LOLA HIERRO