Las mejores bromas ocultas en estudios científicos

Insultos cifrados al lector. Referencias a la anatomía femenina. Letras de Bob Dylan. Cuando la ciencia se desmelena, lo hace a escondidas

Cuando uno lee un estudio científico, visualiza a los autores elevados en un rictus de severa seriedad académica, negociando cómo convertir en nuestro lenguaje la hasta ahora ignota realidad que llevan meses conquistando con un microscopio por machete. Es lo que tiene esgrimir la autoridad máxima en ciertos asuntos. Sin embargo, si Leonardo Da Vinci levantara la cabeza, igual la volvía a esconder, y no solo por los selfies de Jay-Z y Beyoncé frente a su Gioconda, sino por las bromas que, en determinadas ocasiones, preside el muy sesudo mundo académico. Y es que exist...

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Cuando uno lee un estudio científico, visualiza a los autores elevados en un rictus de severa seriedad académica, negociando cómo convertir en nuestro lenguaje la hasta ahora ignota realidad que llevan meses conquistando con un microscopio por machete. Es lo que tiene esgrimir la autoridad máxima en ciertos asuntos. Sin embargo, si Leonardo Da Vinci levantara la cabeza, igual la volvía a esconder, y no solo por los selfies de Jay-Z y Beyoncé frente a su Gioconda, sino por las bromas que, en determinadas ocasiones, preside el muy sesudo mundo académico. Y es que existen bromas dentro de la comunidad científica para todos los gustos.

Las hay inocentes, casi infantiles, como la de un artículo sobre Paleontología que promulga la utilización de la técnica que responde al acrónimo de M.E.R.D.A. (adivinen qué traducción tiene al italiano); o la de un estudio chino que emplea el acrónimo C.U.N.T. (que en la lengua de Shakespeare tiene un signifcado que no deberíamos reproducir por aquí). En otros casos los chistes han alcanzado relevancia mundial y la categoría de tradición. De este último tipo de bromas comentamos a continuación algunos ejemplos.

17 años 'colando' letras de Bob Dylan en estudios

Un grupo de cinco investigadores suecos lleva gastándose una broma privada, frente a toda la comunidad científica, desde hace 17 años. Se juegan una cena a ver quién es capaz de incluir, antes de retirarse, más citas de Bob Dylan en prestigiosas revistas académicas, introducciones de libros, artículos periodísticos...

Un grupo de cinco investigadores suecos lleva gastándose una broma privada, frente a toda la comunidad científica, desde hace 17 años: ver cuántas letras de Bob Dylan puede meter en sus textos

Todo comenzó en 1997 cuando dos de ellos publicaron en la revista Nature un artículo llamado Óxido nítrico e inflamación: la respuesta está flotando en el viento (haciendo referencia a la canción del cantautor, Blowing in the wind). "A los dos nos gusta mucho Bob Dylan así que cuando nos pusimos a escribir un artículo sobre la medición de óxido nítrico en el aparato respiratorio y el intestino... Nos acordamos del título de la canción y se ajustaba perfectamente", explicó hace poco Eddie Weitzberg, uno de los implicados en la broma.

Después vinieron otros estudios y se sumaron más colegas. ¿Tratados de neurología y Blood on tracks? Hecho. ¿Cardiología molecular y Tangled up in blue? Escrito. Y así se suceden las hazañas en este tremendo duelo entre investigadores del prestigioso Instituto Karolinska de Estocolmo que se reveló hace pocas semanas en la web del Instituto. No es, en puridad, más que una travesura, una broma privada y resultona, pues los cinco perpetradores se toman muy en serio la institución y su trabajo. Weitzberg reconoció al periódico sueco The Local que preferiría hacerse conocido por su trabajo científico en lugar de por sus citas de Bob Dylan. El humor sueco debe ser como su gimnasia, ligerita.

Un autor de apellido, ¿Bestial? Y de nombre, ¿qué?

Hartos de que no aceptaran la publicación de sus estudios, los científicos estadounidenses William G. Hoover y Bill Moran decidieron inventarse a este simpático personaje para publicar en las mejores revistas de Física del mundo. Así nació un tal Stronzo Bestiale, científico italiano, de Palermo, que por lo visto trabaja en el Instituto de Física experimental de la Universidad de Viena. Cuenta con una prolija lista de artículos científicos. No hay que saber italiano, sino simplemente haber escuchado el Venecia de Hombres G, para saber que puede traducirse como gilipollas bestial.

Para sorpresa de Hoover y Moran, los editores hicieron más caso a este autor inventado que a ellos. “No nos prestaban atención porque, hace 27 años, creían que nuestras ideas eran demasiado innovadoras, así que decidimos tomarles el pelo. Y funcionó”, le contaba Hoover al autor de este descubrimiento, el periodista italiano Vito Tartamella. Los científicos cambiaron el título del artículo que no conseguían publicar y se lo atribuyeron al tal Stronzo Bestiale. Esta vez las revistas lo aceptaron. Hoy, este personaje de la picaresca científica se ha convertido en un mito de la investigación, que llegó a firmar 925 entradas en el Google académico, e incluso se comercializan camisetas con su nombre y apellido ficticios.

Investigar el disparate

A veces el propio objeto de estudio parece ser la broma en sí. Entre los títulos de los estudios más delirantes de la historia reciente de la ciencia estaría sin duda Efectos de la cocaína en el comportamiento danzarín de las abejas, publicado en el Journal of Experimental Biology por científicos de la Universidad Macquarie, en Australia. La investigación, por cierto, concluyó que esta droga provoca los mismos efectos devastadores en una colmena que en una sociedad humana.

Entre los títulos de los estudios más delirantes de la historia reciente de la ciencia estaría sin duda 'Efectos de la cocaína en el comportamiento danzarín de las abejas'

Otras hilarantes indagaciones son: Las palomas son capaces de distinguir entre los dibujos “buenos” y “malos” de los niños realizado por el profesor Shigeru Watanabe, de la Universidad Keio, de Tokyo; La felación de los murciélagos de la fruta prolonga el tiempo de copulación que salió en PLoS One y también ganó un premio IgNobel, galardones que cada año entrega la revista Annals of Improbable Research a los estudios más cachondos.

Otras ganadoras de un IgNobel son: La gente se caería menos a menudo si usara las medias y los calcetines en el exterior de los zapatos, Uso del moho del lodo en las vías de ferrocarril o Los síntomas del asma disminuyen en un viaje en montaña rusa. Ríanse ahora de Ana García Obregón y sus dotes para la biología… si pueden.

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