Editorial

Más que un accidente

La muerte del jefe socialista brasileño puede complicar la reelección de la presidenta Rousseff

La desaparición en accidente aéreo del jefe de los socialistas brasileños, Eduardo Campos, tendrá presumiblemente mayor repercusión que la conmoción sufrida en su país por la prematura muerte de una joven figura política en ascenso. Campos, exministro de Lula Da Silva, era uno de los dos rivales a considerar en las elecciones presidenciales de octubre frente a Dilma Rouseff, aunque sus expectativas de voto resultaran claramente insuficientes.

Hasta el siniestro de su avión el miércoles, las elecciones se perfilaban como un duelo entre la presidenta Rousseff y el candidato del centrodere...

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La desaparición en accidente aéreo del jefe de los socialistas brasileños, Eduardo Campos, tendrá presumiblemente mayor repercusión que la conmoción sufrida en su país por la prematura muerte de una joven figura política en ascenso. Campos, exministro de Lula Da Silva, era uno de los dos rivales a considerar en las elecciones presidenciales de octubre frente a Dilma Rouseff, aunque sus expectativas de voto resultaran claramente insuficientes.

Hasta el siniestro de su avión el miércoles, las elecciones se perfilaban como un duelo entre la presidenta Rousseff y el candidato del centroderecha —nominalmente socialdemócrata— Aécio Neves; con amplia ventaja según los sondeos (38% frente a 23%) para la jefa del Estado, pese a su progresivo desgaste. La muerte del líder socialista puede alterar sustancialmente ese guión si, como parece, su partido designa como cabeza de lista a su compañera de candidatura Marina Silva, la carismática exministra de Medio Ambiente de Lula. Silva, encabezando una plataforma ecologista, obtuvo 20 millones de votos en las presidenciales de 2010 y llevo a Rousseff a una segunda vuelta.

Hay entre los brasileños un deseo extendido de renovación política y de ruptura del diálogo a dos entre el gobernante Partido de los Trabajadores y el centroderecha de Neves. Rousseff es favorita, pero su popularidad se ha deteriorado rápidamente con el debilitamiento económico y las acusaciones de corrupción contra su Gobierno. Su aprobación ha pasado en año y medio de casi el 80% a menos de la mitad. El malestar popular se ha puesto de manifiesto en las amplias protestas que han sacudido el país en los dos últimos años, coincidiendo con fastos deportivos de repercusión mundial.

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En Brasil crece rápidamente una clase media que busca transparencia y servicios dignos. Hay también un enorme e indeciso voto joven para el que la candidatura de Marina Silva —una política poco convencional, de origen más que humilde e instintos idealistas— podría representar un revulsivo. Como aspirante de la izquierda arrebataría muchos más votos a Rousseff que a Neves.

Si la presencia de Silva se confirma, tanto la presidenta brasileña como su rival centroderechista tendrán que repensar su estrategia. Ese nuevo escenario haría más que probable una segunda vuelta en unos comicios que parecían rotundamente sentenciados.

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