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Retratos de refugiados por refugiados

Así miran y ven los niños sirios refugiados en Líbano la realidad a través de una cámara

Fatmi dibuja flores junto a otras niñas refugiadas en Al Fayda antes de recibir lecciones sobre cómo utilizar una cámara. La competición es un mero trámite. Un estímulo para la acción.LAURA J. VARO
Fatmi avanza por el campo disparando cualquier objetivo que se cruce en su camino: personas, casas, escenas cotidianas...LAURA J. VARO
Bachar se concentra en su pintura mientras otros compañeros muestran su creación. Según Usama Ayoub, de Zakira, los tanques y banderas son una de las constantes en los dibujos de niños refugiados.
Malika, de 13 años, posa desafiante mientras sus compañeros recorren el campo haciendo fotos. Luego también agarra la cámara.
Los juegos y otras actividades son uno de los puntales de Lahza 2. "Es una de las partes del proyecto darles algo con lo que distraerse y pasarlo bien", asegura Ramzi Haiddar, de la organización.
Antes de retratarse mutuamente: inspección del aparato.DAR MUSSAWIR (ZAKIRA)
Juego de espejo: mirar y ser mirado. Una pequeña toma una instantánea de otra mientras juega con la tierra.DAR MUSSAWIR (ZAKIRA)
El pequeño Mahmoud apura una taza de yogur con pan de pita para el almuerzo.
Tres generaciones huidas de una violencia que ha entrado ya en su cuarto año. Nur, la abuela, se rodea de su hija y sus nietos a la hora del té.
Las familias refugiadas que llegan a Líbano tienen una media de siete individuos. Todos viven bajo el mismo techo de plástico, a menudo levantado por ellos mismos con palos y lonas que pagan de su bolsillo. Precariedad es la norma
Malika se dedica a retratar a sus amigos: aquí, primer plano de Bachar.
Con algo de ayuda, Malika apunta luego hacia la coqueta de su amiga. Un plano arriesgado.
Varios niños observan las fotografías tomadas por sus compañeros y seleccionan sus preferidas. Retratarse les ayuda a conocerse, a sentir que son comunidad a pesar de haber llegado de muchos lugares distintos de Siria.DAR MUSSAWIR (ZAKIRA)
La despedida, a través del cristal del coche, es entre agria y dulce. Malika lanza un beso después de reprochar no haber podido utilizar la réflex más tiempo. Pero el proyecto no acaba aquí. Hay mucho más por contar.LAURA J. VARO